Escuchábamos recientemente a Oscar Schemel en una entrevista, con José Vicente Rangel en su programa dominical, decir que: Maduro está viviendo una fantasiosa épica revolucionaria, pero que no atendía las necesidades del pueblo y que un 58% opinaba que lo mejor era salir del gobierno. En otras palabras de acuerdo a su percepción y basado en sus encuestas, si se cumpliera con los requisitos para solicitar un referéndum revocatorio tendríamos nuevo presidente en Venezuela.
Por supuesto no se si un 58%, pero estamos claros que muchos amasan la ilusa idea que si cambiamos de gobierno, el que llega traerá una poción mágica que terminará con un monstruo gigantesco, llamado corrupción, especulación, inflación y usura. Olvidan que este monstruo no nació en revolución, sino que ha sido el karma que todos los ciudadanos hemos tenido que cargar desde el nacimiento, yo crecí con Carlos Andrés Pérez escuchando sobre su regalo (El barco Sierra nevada) y terminé de madurar con Carlos Andrés dejando sus funciones como presidente y siendo procesado por corrupción, sin contar que él tiene en su historial la marca indeleble del Caracazo, que no fue precisamente por otorgarle al pueblo derechos, sino por venderlo ante un organismo internacional, pregúntenle a Ramos Allup, él está bien empapado de está cruenta historia que marcó nuestro país y bueno en el intermedio tenemos cuento parejo, sobre los temas mencionados.
No con esto justifico todo este desastre de corrupción y demás, sino que evoco la historia, de quienes son los padres de la criatura, que lamentablemente creció como mala hierba echando raíces cada día más dañinas, porque la codicia y los antivalores se han ido apoderando de nuestra sociedad. Con respecto a las necesidades del pueblo, hagamos memoria: Cuando Hugo Chávez llegó al poder, este pueblo moría de mengua, la educación era para algunos privilegiados, la salud estaba en completa decadencia y no por falta de medicinas, sino por falta de hospitales y por falta de médicos, porque los que habían se lucraban de su titulo, el juramento hipocrático, se había convertido en un juramento hipócrita, al que el pobre no tenía acceso, en revolución no hay analfabetas (Misión Robinsón) los ciegos volvieron a ver (Misión Milagro), los desdentados esos de los que se burlaban los opositores, pudieron sonreír (Misión Sonrisa) y los sin techo hoy tienen un hogar digno y propio y eso por mencionar algunos, porque son incontables los beneficios que ha recibido este pueblo, tantos que hasta para desangrar al país le dio alcance, y créanme que cuando salieron de viaje a raspar tarjeta no pensaron ni un poquito en Venezuela y menos en quien les brindó esa oportunidad que aún cuando no era la intención del gobierno, tanta facilidades le abrió las puertas al monstruo de la codicia que no siente ningún cargo de conciencia al actuar. Lo antes mencionado eran necesidades que tenía el pueblo venezolano y que la mayoría se sintió subsanado en su necesidad por supuesto hoy eso ha pasado a segundo plano.
Ahora con respecto a los problemas que está atravesando en estos momentos el país, cuando el presidente habla, plantea y ordena, pareciera que ahora si fueran a funcionar las cosas, pero tristemente terminamos cayendo en otra cosa diferente, uno de los grandes problemas son los productos de primera necesidad. Los medicamentos es un tema más complejo, porque hay quienes tienen unas necesidades especiales y con eso no se juega, el que los busca es porque en realidad los necesita. Más sin embargo se nos ha hecho costumbre pero no es normal, ver a los comerciantes informales distribuir productos farmacéuticos en las calles, sin ningún control sanitario, anticonceptivos, pruebas de embarazos y hasta acetaminofén, etc. Pero con respecto a los alimentos y productos de higiene personal, tengo otra apreciación. No es un secreto que las colas han aumentado, sucede que nos hemos convertido en una sociedad de cómplices y culpables, hemos perdido los valores de todo tipo, ya no sólo son los revendedores los bachaqueros, de cierta forma todos nos hemos convertido en bachaqueros y acumuladores, en donde nos dicen que hay productos, corremos a saquear hipotéticamente hablando el establecimiento, pagamos al vecino para que nos compre si no nos toca el número de cédula, compramos lo que no necesitamos para venderlo, y así vamos acumulando cuanto podemos, con la excusa que quizás mañana no se consiga, en eso se ha convertido nuestra sociedad, insaciable, insatisfecha, acumuladora sin ningún tipo de humanismo y eso es triste, porque no existe respeto ni por el anciano que tiene que hacer largas colas, para que cuando le toque su turno le digan que los más vivos arrasaron con todo.
Y lo peor se sufre en las colas, mafias que se han adueñado de ellas, aun cuando se llegue de primero al lugar, resulta que ya tenemos a cincuenta personas delante, que no están presente pero que ya tienen el puesto reservado y son capaces hasta de maltratar y caerse a golpes con el que se atreve a reclamar sus derechos, la GNB se encarga de controlar la distribución de los productos, dentro del establecimiento pero ¿Quién se encarga de velar por las personas que son maltratadas y abusadas en las colas por este grupo de facinerosos, mientras pasan los coleados y los abusadores, los que legalmente hacemos cola perdemos el día y nos vamos sin nada, mientras la sociedad no cambie no habrá gobierno que le ponga el cascabel al gato, esa conciencia revolucionaria que Maduro plantea es echada por tierra, porque la realidad es otra con la cara más fea. Nosotros como sociedad somos cooperadores directos de nuestros propios males.
Hasta ahora la oposición ha hecho de las colas su bandera política y le dio resultado, pero ellos creen que podrán acabar con el monstruo que crearon, y pareciera que no será así, ese monstruo cada día quiere más y más y el pueblo ya se dio cuenta que ellos no han hecho nada para ayudar a salir del atolladero, su única misión hasta ahora ha sido buscar fórmulas para sacar a Maduro del poder en vez de unir esfuerzos. Ellos también serán víctima de sus cuervos, así como hoy lo está siendo Maduro.
No se en que irá a parar todo este ciclón que nos arrolla en estos momentos, pero lo que he podido observar de la gente como tal, es la necesidad de lucrarse y sacar provecho de la situación es más grande que su propia necesidad, por supuesto con muchas excepciones, pero hay una cantidad de gente enferma y sin tener ninguna dolencia.