Día mundial del ambiente, 44 años después

Fue en el año 1972 que se inició globalmente una conmemoración clave en el mundo actual: el día mundial del ambiente fue decretado cada 5 de junio por la ONU, específicamente en la Conferencia de Estocolmo. También se crea el organismo global para atenderlo: el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el medio ambiente). ¿Qué ha pasado desde entonces? ¿Los problemas ambientales fueron mitigados o se han vuelto más acuciantes? ¿Los planes internacionales para la preservación del medio ambiente han apuntalado la sostenibilidad del planeta? Vamos a intentar poner las respuestas en el contexto actual.

Casi medio siglo no ha transcurrido en vano: estamos "durmiendo al borde del abismo", como reza una particular forma de denominar un Curso sobre este aspecto tan vital que organizó la Universidad de Valladolid (España) el año pasado. Una imagen que sintetiza el diagnóstico, transcurrida ya una década y media del siglo XXI.

En esta ocasión no voy a referir diagnósticos harto conocidos, creo que la imagen anterior es más que suficiente. Voy a señalar tres soluciones medio ambientales que ya son oficiales, es decir, que ya existe un acuerdo mundial de la urgente necesidad de aplicarlas sin dilación alguna. Menciono tres, según mi criterio, las más importantes: educación para la sostenibilidad planetaria, el fin de las energías fósiles y los acuerdos de la COP 21 (París) sobre el cambio climático.

La ONU a través de la Unesco decretó hace ya algún tiempo (2005) el Decenio para la Educación para el Desarrollo Sostenible (DEDS), en este acuerdo participaron todos los países que conforman el organismo mundial. ¿Qué implicaciones tuvo? El objetivo general es formar un nuevo ciudadano para que el planeta sea sostenible, para que sea capaz de alimental y albergar adecuadamente a la creciente población mundial. Para decirlo de otra manera: sin la educación de un nuevo tipo de ciudadano no tendremos planeta en el futuro. De allí una política global que la ONU ha estimulado: la tres R, a saber, REDUCIR el consumo, REUTILIZAR aquellos bienes que ofrezcan esa opción y RECICLAR bienes e insumos para no afectar la disponibilidad física de la naturaleza. En fin, ya hay un acuerdo mundial para emprender la titánica empresa de educar a una nueva ciudadanía global sensible en cuestiones relativas a la preservación ambiental. Los planes están allí sólo falta ejecutarlos.

Otro acuerdo internacional: transitar aceleradamente hacia el "fin de las energías fósiles" como medio para el desarrollo y consumo humano. Las tecnologías alternativas ya están disponibles, por cierto, no es precisamente la energía atómica que ya nadie quiere en el patio de su casa. Las lecciones de Chernóbil y Fukushima son suficientemente aleccionadoras. Pero tenemos otras opciones ya comprobadas: energía solar, eólica y otras más que pueden conducirnos a una nueva civilización, la de la vida y dejar atrás la quema de fósiles que conduce a un holocausto climático que sería global. Existen experiencias exitosas conocidas, en la región, Costa Rica y Uruguay han logrado el cero consumo de energías fósiles durante un período para la generación de energía eléctrica, lamentablemente corto.

En diciembre 2015 los líderes mundiales protagonizaron un evento mundial que debería ser histórico, el día en que la humanidad decidió detener la actual desquiciada forma de vivir en el planeta. Me refiero a los acuerdos de París (COP 21). Estoy claro que existen muchos tropiezos para que el acuerdo sobre el cambio climático (que fue voluntario y de metas o compromisos nacionales) se traduzca en una merma significativa de la emisión de gases con efectos invernaderos. Pero el pacto ya fue firmado y los planes están allí, nos toca a nosotros vigilar por su cumplimiento estricto. Esta conferencia se está transformando en la agenda de defensa del medio ambiente en el siglo XXI porque tal vez si fracasamos en esta acción no sabremos qué futuro le espera al único planeta que tenemos. Frente a estos acuerdos, debemos tener en cuenta la frase de Ban Ki-moon, "no existe un Plan B porque no hay un Planeta B".

Bueno, manos a la obra, vamos a luchar para que haya un futuro para nuestros nietos y bisnietos. Estamos "durmiendo a la vera del abismo", pero con la decisión de superarlo.


 



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Nelson Suárez

Docente/Investigador Independiente (Literaratura, Ciencia, Tecnología y Sociedad)

 suarez.nelson2@gmail.com

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