Hay hechos donde las palabras parecen como arrebatadas, como expropiadas, tan lejanas del común que parecen privadas (individuales) y no colectivas. Crean una sensación exótica de ajenidad. Y sucede porque alguien ya las pronunció, y conforman situaciones muy conocidas. Por tal razón, es raro el uso cuando se escuchan en boca de otro. Es como un "Salón de la fama de las palabras y las expresiones". Este supuesto arrebato, o expropiación de palabras, proviene de un acto significativo —acción, tiempo, personaje y lugar— que marcaron la historia y están muy bien arraigados y difundidos. Esta es una de esas peculiares palabras: ¡Exprópiese!. Es una expresión muy conocida en Venezuela, pronunciada por el difunto presidente Chávez; y también se le relaciona con el famoso: ¡Por ahora!. Aunque nadie dice ¡Exprópiese! a los políticos (que se creen propietarios absolutos del poder). No parece ni suena de uso común sino particular. En todo caso, lo que se oye es: REVOCATORIO. Algo parecido —con las palabras—me sucedió con Los Chinos . En ese mercaíto asiático (vorágine de la pulpería criolla), compré un kilo de carne y un kilo de queso, y en esos dos productos gasté mi quincena. Cuando estaba cancelando, me quedé corto de dinero, y con cierta penita —y abrumado por la degradación— le dije a la cajera que borrara el atún, y los demás productos, y le dije: " …no me alcanzó la quincena". Y quedó sellado el petitorio con una guinda de remate con un: ¡POR AHORA!". Ahí comprendí que la gente asume que no pasa nada. A diario sucede algo muy grave, hay una mortal inflación que nos despoja de los alimentos y nos lanza a la pestilencia criminal del hambre. Pero eso, le pasa a todos, es común, y esa (generalidad) lo hace parecer normal. Ahora bien, ese pronunciado ¡Por ahora!, despertó miradas de arrepentidos —y no arrepentidos—, con odio, impotencia y desesperación. Sentí que esas palabras (por vía mediática) estaban bien asociadas con Chávez (y expropiadas del común). Son palabras vedadas por la costumbre para su normal uso. Me sentí expropiado del derecho a pronunciar esa frase. Después de todo, la sensación de la expropiación o arrebato de las palabras, también ocurre, porque el común las repite con un solo significado y son usadas pobremente para una sola situación específica. Así se afianzan en el uso y la costumbre, en las conversas más comunes, en el café, en el taller, en las calles, en los recitales de poesía. Y se observa que hay un intento de arrebato verbal que se queda sedimentado en los hábitos y costumbres de los demás. En un reciente Festival de Poesía cocuyero, a una amiga poeta —para que iniciara su lectura— le dije ¡Arranque, poeta!. Y con mucha autoridad, me respondió: ¡Acaso yo soy un carro para arrancar?. Ahí sonó un buen campanazo ¿quién nos expropió esa palabra: arrancar?. Surge la mirada breve para inventores, ingenieros, y mecánicos —entre otros—; y los vehículos (carros), y vaya su "motor de arranque". Queda una sensación, que hay palabras y expresiones que alguien nos arrebata. Y finalmente, en la comunicación —en su uso cotidiano— con la majestuosidad y autonomía de las palabras que pertenecen a todos, incluso en la (ficción) imaginación literaria, también hay sensación ocasional de precariedad y pobreza. Pareciera que hay expresiones que se nos escapan del uso común; pero aún así, vamos contracorriente, sin dejar que las palabras sean expropiadas ni arrebatadas. Por eso, reinvindicamos el uso de otra expresión que parece arrebatada y expropiada: VIVIREMOS Y VENCEREMOS.
*Poeta y cronista (Pampanito).