¿Para qué sirve la crónica histórica?

I

Siempre he sostenido un principio: "Necesitamos personas con el deseo de preservar nuestra historia, de lo contrario, si no encontramos a esas personas que quieran preservar la historia, todo terminará, justo en el basurero"

La crónica histórica es como una Cédula de Identidad de los pueblos. Los identifica, los ubica en la memoria histórica, y si la crónica está bien elaborada, eso garantiza vida perdurable para la historia. Se parece mucho, a una Cédula de Identidad de una persona, nos indica una fecha de nacimiento, una fecha de existencia, un nombre, un apellido, y por lo tanto, la pertenencia, a una familia, y a una nacionalidad. Esto significa que pertenecemos a un país, a un pueblo, y por esa razón, tenemos una identidad nacional. Es por ello que, toda identidad nacional se construye y se compone de su gente, de sus pobladores, y de sus pueblos. Toda historia grande de un país se nutre con la historia local, la pequeña historia, es decir, la crónica de los pueblos. Entonces partimos de la historia local, la crónica histórica de los pueblos, para lograr una historia grande, una historia nacional. Y esa historia patria, o historia del país, esa identidad nacional, la encontramos en hombres y mujeres del pueblo, en la esencia propia de la población, y es allí, donde está el cimiento valioso de la identidad de los pueblos, donde estriba y se sustenta la esencia humana que nos identifica como sujetos (individualidades) dentro de un colectivo, y nos hace únicos e inconfundibles como pueblos. Por decir algo, tenemos unas características de pueblo que nos identifican, y como lo digo, nos hacen ser únicos, y por razones lógicas, no existe otro pueblo en el mundo que sea igual a nuestro pueblo, y eso, es tan valioso para nosotros los cronistas, que, a ese nuestro terruño, nuestra ciudad, nuestro pueblo, queremos preservarlo en la historia por medio de la crónica histórica. Allí (en la crónica) dejamos constancia de tener características muy particulares y definidas. Parecidas a otros pueblos, pero nunca las mismas. Precisamente, eso es lo que tratamos en la crónica histórica. La crónica histórica resalta al Ser más sublime y trascendente: nuestra aldea, nuestro pueblo, o nuestra ciudad. Allí habita gente única, singular, y que no se repite en otros pueblos. La crónica resalta su identidad, y al tesoro más valioso que lo constituyen, sus personajes, su arraigo al terruño, sus costumbres, su lengua (idioma), y su relación de armonía vital con su pasado (la historia) y con su entorno actual (la crónica histórica); y además, su cultura, sus dioses, sus religiones, sus ríos, sus montañas, y todo su medio ambiente.

El poeta venezolano Rafael Cadenas, vislumbra en unos de sus versos, una intensa destellada del ser cronista, en sus versos nos dice: «Soy | el que observa: | registra | (no tengo | otra tarea)». Aquí, el poeta, dibuja elementos esenciales del ser y del oficio del cronista. Entonces me pregunto ¿Cómo mejorar ese oficio de cronista?. ¿Quién puede ser cronista? Cada uno de nosotros tiene una respuesta personal para cada una de estas interrogantes. ¿Quién puede ser cronista?. No todos podemos ser cronistas. Porque, es elemental, que un cronista debe pertenecer al grupo de privilegiados que saben leer y escribir, porque, esas condiciones, son necesarias para ejercer el oficio, si nos referimos a las crónicas escritas. Si usted sabe leer y escribir, y además, quiere ser cronista, pues, ya reúne y cumple los requisitos elementales de las primeras necesidades del ser cronista. Pero también, además, de leer y escribir, se necesita ejercer el querer (con esa vocación), y la mirada constante dirigida al hecho social, humano, informativo, que sirve de fundamento a la crónica histórica, por eso, esa mirada está dirigida al acontecer del hombre en su entorno social, y es una mirada testimonial que se apoya en la sensibilidad, que debe adiestrarse, para percibir lo trascendente del pueblo, y por qué no, también lo intrascendente, lo simple, lo menudo, lo cotidiano, y así, trabajar en la conformación de una crónica histórica que nos involucre y nos identifique a todos, y si no a todos, por lo menos, a casi todos como una mayoría del colectivo, como una mayoría del pueblo. Es por ese sendero por donde deberíamos comenzar. Es por ahí por donde debería nacer el ser cronista. Me refiero al cronista que escribe la memoria histórica de su gente, me refiero al tipo de cronista que escribe la crónica de la aldea, del pueblo (o de la ciudad).

II

A veces me pregunto ¿Cómo mejorar nuestro oficio de cronista? Y entonces, vuelco la mirada hacia la lectura y la escritura, que ya señalamos, son dos necesidades del ser cronista. Es indudable que, cuando mejoramos en nuestra lectura y escritura, eso sirve para bruñir el Ser y el oficio de cronista. Y mejor aún, esto se acrecenta, si buena parte de nuestra lectura es hacia la historia, hacia el área histórica del país, hacia nuestra región estatal, –y esencial– hacia nuestra propia localidad. Hablamos de la lectura de la historia que sirve para mejorar la cultura personal del cronista, por lo menos, en el área específica de la historia; y así seremos mejores cronistas, más preparados, y mejores formados en el área histórica. Dicen que querer es poder. Por eso, al querer ser cronista, tener el deseo de aprender historia, y además gozar y disfrutar de esa escritura histórica (por voluntad y pasión), ya estaremos encaminados a mejorar las condiciones para Ser y ejercer el oficio de cronista. ¿Por qué decimos esto? Porque la historia es el asunto primordial que trata el cronista, y al cronista siempre le preguntan y le van a preguntar temas históricos, y a veces, las preguntas que les hacen van más allá de la crónica histórica de su pueblo, y por tal requerimiento, es que un cronista de historia necesita de mucha lectura para consolidar una cultura amplia como formación ideal. También, existe el principio, de que un buen escritor (pudiéramos decir, un buen escritor de crónicas) es un buen lector.

III

La crónica debe ser inclusiva, no excluyente. Debe considerar la inclusión de todos, o por lo menos, a casi todos. Es decir, no se puede excluir a una persona (que merezca referencia en una crónica) por desavenencias o desacuerdos en cualquier circunstancia social, sexual, religiosa, política o económica, o por condiciones físicas especiales de la persona. En este panorama inclusivo, debería estar el fundador o los fundadores del pueblo como personajes dignos de una crónica, pero, también nos encontramos a los ancestros, los ascendientes de los pueblos, los pobladores originarios (los indígenas), y también, los que llegaron después, los fundadores: constructores y hacedores de pueblos, y los que nacieron en el terruño, o los que llegaron al terruño (los extranjero), y así mismo, nos encontramos con el maestro de la escuela, el artista, el poeta, el educador, el sacerdote (católico), o el pastor (evangélico), y en fin, el médico, la partera, la enfermera, el chofer, el obrero, los personajes populares, el apreciado loco, o loca de pueblo, que son tan esenciales en la cotidianidad, que si llegan a morir, inmediatamente notamos su ausencia, y entonces pareciera, que algo nos faltara como pueblo.
Así se debe construir una crónica objetiva, incluyendo, y no excluyendo. La crónica no escapa a lo subjetivo, pero más allá de la subjetividad, me refiero a la crónica histórica ideal, debe buscar con objetividad: la verdad. Esa verdad que se interpreta de múltiples formas pero que nace de un hecho, un acto, una circunstancia social verdadera como un suceso verificable y cierto. En ese sentido, el escritor mexicano Juan Villoro, precisa, la verdad, como límite de la crónica, y nos dice: «No se puede tergiversar la verdad... el cronista sirve a la verdad, y puede reconstruirla de manera intensa con técnicas que involucren la subjetividad de los testigos, y que recuerden la estructura de un relato de ficción o recuerden las emociones y sentimientos de personajes de novela, pero en ningún momento debe novelizar la realidad, para eso es muy fácil dedicarse a la novela, en la novela se puede mentir con conocimiento de causa a partir de hechos reales, pero yo creo que en la crónica no se puede, ni se debe hacer esto, por supuesto, es una postura personal. Hay quienes trasgreden con mayor flexibilidad este género, pero yo creo que tenemos un compromiso ético con la verdad». De tal manera, Villoro, excelente cronista y novelista, nos deja expresados los límites inexorables de la crónica histórica (la verdad de los hechos, la realidad) y la crónica literaria y fantasiosa (donde habita la mentira como ficción literaria).

IV

Pero la crónica también es una manera que tenemos de reconocernos en el otro. La crónica histórica nos despierta el afecto y sentido de pertenencia a nuestro terruño. No es el único elemento de la identidad de los pueblo y de la identidad nacional, pero es una de ellas. Nos preguntamos ¿Quiénes somos a través de la mirada de la crónica histórica (o de la historia)?. La persona busca su propia identidad, se busca por necesidad (dentro de sus limitaciones naturales), y nunca termina de conocerse, ni siquiera la interioridad de su cuerpo. Pero hay referentes externos que le ayudan a comprenderse, como por ejemplo, (la imagen) una mirada en el espejo, eso nos ayuda a conocernos, pero vamos a conocer solamente la exterioridad de nuestro cuerpo. Igual que una fotografía: si me tomo una foto, y luego, me tiño el pelo de negro, y me corto la barba, los demás dirán: ¡No es el mismo de la foto!. El referente es la fotografía, allí pareciera que lo importante como referencia no soy yo, sino el de la foto. Ya lo decía el Gabo (Gabriel García Márquez, al repetir una frase atribuida a Julio César), decía que no había conocido una frase tan terrible como esta: «Es imposible no terminar siendo como los otros creen que uno es». A nuestra individualidad de persona el entorno social lo marca, le da forma, a nuestro Ser Social. Y por esos caminos anda la crónica (histórica), como uno de los referentes externos que nos brinda identidad, que nos permite mirar al pasado para intentar dar respuestas a la interrogante de quiénes somos hoy: nos puede ayudar a reconocernos e interpretarnos como personas dentro de un pueblo. Y en lo personal, creo que lo que no se dice con la palabra, lo que nunca se dice o se expresa con la palabra, no existe. Y la crónica histórica sirve con la palabra para darle existencia, a todo esto, y darle existencia vital al pasado de los pueblos. Todo presente inmediato, lo que nos está sucediendo, al instante de suceder (cada segundo que pasa), ya es pasado; es decir, este mismo acto si no se recoge y preserva en una crónica histórica está más condenado al olvido y a la desmemoria que, si por el contrario, recogemos los hechos que están sucediendo y los escribimos en una crónica histórica y los preservamos para el interés de los que vendrán luego y habitarán estos bellos espacios terrenales del mundo. En este sentido, también la crónica histórica es una manera de la existencia a partir de la necesidad de ser dichos para existir, y allí aparece la mirada del cronista, mirada que requiere del lenguaje, de las palabras, que son, finalmente, dotadoras de identidad. El ser humano es una constante en mirarse a sí mismo. Ese conocimiento de sí mismo está, por naturaleza, limitado. Por eso, el vacío se trata de llenar con referentes externos (como la palabra, como la crónica) para intentar reconocernos y completarnos. Así lo expresaba el gran poeta Jorge Luis Borges, cuando decía: «No estoy seguro de que yo exista, en realidad. Soy todos los autores que he leído, toda la gente que he conocido, todas las mujeres que he amado. Todas las ciudades que he visitado, todos mis antepasados...» Y la manera de completar ese vacío existencial humano y pueblerino está en la palabra (en la crónica histórica). Así lo confirma - Philippe Jaccottet cuando expresa su convicción en la palabra para que la existencia sea preservada y prolongada; nos dice: "Desde entonces, y durante toda una vida, todo sucederá como si cada instante de esta vida en que se haya vivido realmente, en que todo nuestro ser haya sido implicado, estremecido, alimentado, debiera, quiérase o no, fijarse y metamorfosearse en palabras; palabras gracias a las cuales, a veces, esta intensidad de vida podría ser preservada, prolongada...".

V

Finalmente, quiero decir, que hoy en día, la crónica, en tiempos tan críticos y de mengua para el país, se debate, en un ambiente de sombras turbulentas, debido a dos visiones distintas para la dirección del Estado venezolano, dos posiciones encontradas (irreconciliables) han obstruido y paralizado el desarrollo normal de nuestra nación. Eso también afecta el ámbito de publicación de la crónica histórica: Hay escasez de papel para imprimir periódicos asequibles a precios módicos para el público, y por otra parte, están los elevados precios del papel y tinta para editar y publicar los libros de crónicas. Lo que se traduce, a costos elevados e inalcanzables para los cronista que quieren publicar y los lectores que quieren leer (historia). Por eso, la crónica debe re-adaptarse a estos tiempos de penurias, porque sabemos también, acerca de las limitaciones que afrontan los medios de comunicación. Pero, si hay una crónica escrita, lo ideal es publicarla, darla a conocer al pueblo. Y como una solución debemos buscar alternativas, escribir y publicar por las redes sociales. La situación obliga a utilizar los periódicos digitales, esa ancha puerta comunicacional del internet, y cualquier otra modalidad, debemos aprovecharla, debemos utilizarla. El gran reto de los cronistas de historia (los cronistas de nuestra entidad trujillana) es aprender a manejar las tecnologías (como el internet), porque de lo contrario, si no aprendemos a utilizar esos medios vamos a tener mayores tropiezos y más dificultades a la hora de dar a conocer nuestros trabajos. En ese sentido, la Asociación de Cronistas Oficiales municipales del Estado Trujillo, trabaja hace meses, en un proyecto de construcción de una página Web, que sirva como una red, para publicar las crónicas de todos los cronistas de los pueblos del Estado Trujillo. Esta idea involucra a todos los que estén dispuestos a escribir y publicar crónicas históricas. Sean cronistas oficiales o no. Es una página digital amplia, que nos convoca a todos, para estrechar lazos de colaboración permanente con aquellos cronistas que tengan su propia página Web, me refiero a la página que tenga el cronista para la publicación de sus trabajos personales (sus crónicas). Y aún, para los que no tengan su propia página Web, hacemos esta propuesta, y la damos a conocer, vamos (juntos) a crear y construir una página Web (de base amplia sin limitaciones gubernamentales, ni institucionales, ni asociativas), debe ser una página web democrática, que abra las puertas a todos los cronistas del estado Trujillo (sin distinciones, sin discriminaciones). El egoísmo y la mezquindad no nos pueden arrebatar la consecución de nuestros logros. Debemos ser incluyente, incluirnos todos en este proyecto. Debemos, desde el principio, tener abiertas y extendidas las puertas al pensamiento, y caminar juntos en el presente con verdadera lumbre y esperanzas. No debemos permitir que los espacios de la crónica histórica desaparezcan. Tenemos que apoyar y fortalecer estos espacios: charlas, conversatorios y simposios.

NOTA PARA ESTA LA CRÓNICA. Las anteriores palabras fueron expresadas en el Simposio "CARVAJAL DE LA HISTORIA AL PRESENTE" (Carvajal, Edo. Trujillo / Venezuela). Este evento se llevó a cabo el día jueves 4 de julio 2019, y participamos historiadores y cronistas. Fue organizado por el cronista de Carvajal Prof. Robinson Núñez. Actos que fueron desarrollados en las instalaciones de la Esc. Téc. Mons. "Estanislao Carrillo". Participaron con sus respectivas ponencias: el historiador Yherdyn Peña; los cronistas: Robinson Núñez (Cronista de Carvajal), Lic. José Rosario (Cronista de Valera), Prof. Frank Hernández (cronista de Monte Carmelo), y este servidor (Gregorio Riveros (Cronista de Pampanito; y presidente de la Asociación de Cronistas Oficiales Municipales del Estado Trujillo). Esto es un evento alentador, muy gratificante. Este simposio (conversatorio) realizado aquí, trajo alegría y mucha felicidad por tratarse de un evento servido para la crónica histórica y la identidad del pueblo. Nos brindaron la oportunidad de leer la palabra escrita, la crónica de la memoria histórica escrita, y nos permitieron que el pueblo conozca su historia. Para eso es que sirve la crónica (para revelar la vida privada del hecho público), y sin lugar a dudas, las crónicas escritas que se leyeron, contribuyen a preservar, hacer perdurable (y prolongar) la historia del pueblo. En nombre de Dios (Gran Arquitecto del Universo), a los cronistas e historiadores que nos acompañaron, y a todos los presentes; MUCHAS GRACIAS.



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Gregorio Riveros


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