La violencia: recurso desesperado

La oposición venezolana con delirante comportamiento, debido a que no le están saliendo las cosas como sus amos le han ordenado, pretende ahora convertir la guerra económica en una guerra de verdad.

Es lo que explica las últimas andanzas de esa derecha, guiada por el desespero, en algunos puntos focales de algunas ciudades del país.

En tres años de golpe continuado, concentrado en lo económico, ha buscado lograr el objetivo de caotizar los patrones tradicionales de producción, abastecimiento y distribución a lo largo y ancho del país. Esa ha sido la punta de lanza de la política desarrollada por esa derecha, que solo puede accionar en condiciones de vasalla del imperialismo yankee.

Es la guerra económica, con la cual se propone en la etapa actual restringir cada vez con mayor intensidad y crueldad el acceso de la población a los alimentos y otros bienes y servicios esenciales.

En momentos en que el conflicto político cobra mayor tensión tanto en lo interno como en el plano internacional, agudizado todavía más por las particularidades que se perfilan como consecuencia de: 1) las estrepitosas derrotas sufridas por la derecha en la OEA y en otros organismos internacionales, 2) por el gigantesco fraude develado en las firmas que entregó al CNE para solicitar la activación del proceso del referendo revocatorio, 3) porque ya ha quedado demostrado ante el país, de forma irrebatible, que legalmente no es posible realizar ese revocatorio este año, 4) que al respecto el país ha podido ver el desorden, la falta de seriedad, en los planteamientos de esa derecha; y, al mismo tiempo, 4) se comienzan a percibir las señales positivas del despegue económico anunciado para el segundo semestre (activación de los motores, una mejora en el precio del petróleo, el Guri se recupera, está llegando a los puertos un importante volumen de insumos y alimentos, etc.) se conforma una nueva situación que hace que la desesperación derechista entre en fase paroxística.

Por eso vemos que la derecha, de manera artificiosa, porque el tiempo se le agota, intenta angustiosamente activar condiciones (ayudada profusamente por la gran mediática convertida sin máscara en su aparato de propaganda) para que la guerra económica apriete a niveles extremos la situación alimentaria del país, para tratar aprovechar la irritabilidad y la incertidumbre que se pueda suscitar en la población, como catalizadores de actos de violencia callejera que esa derecha, hoy, necesita como oxígeno.

Para tal fin no escatima recursos, ni le da ya la más mínima vergüenza de aparecer en alianza, estrecha y abierta, con sectores mafiosos del bachaquerismo y demás sectores del lumpen y el paramilitarismo.

Ante tal desafío el pueblo venezolano debe todos los días derrotar los intentos de desestabilización de la derecha.

Debemos cerrar filas en la unión cívico-militar para garantizar la paz y tranquilidad del país.



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Irán Aguilera


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