Lo digo de entrada: siento un profundo respeto por el pueblo opositor. Por el hermano pueblo opositor.
Ha demostrado en esta coyuntura, la adquisición de una madurez que no debe ser dejada de lado al momento en que se saquen las cuentas para analizar lo que ha pasado en esta Venezuela de todas y todos.
Junto a quienes profesamos nuestra perpetua condición bolivariana, que es decir revolucionaria y chavista, ha sido testigo de los cambios vividos por la Patria en diferentes órdenes a favor del ser humano, y también –igualmente junto a nosotros- se ha comido las verdes con las que nos asedian esos que están decididos a pulverizar la facultad soberana de quienes decidimos ser independientes y libres.
Al no caer en las redes de la provocación para subvertir el orden público, empleando fórmulas como el saqueo, por ejemplo, el pueblo antichavista ha demostrado estar por encima –pero muy por encima- de la mayoría de "dirigentes" que dicen representarlos.
Ante esa realidad, incuestionable e irrebatible, llamo a ese respetable sector del país (la reiteración de la palabra respetable no es accidental), no a que se pase a nuestras filas a ojos cerrados, pero sí a que empiece a enfocar sus preferencias políticas y partidistas en quienes -no obstante su visión antirrevolucionaria- actúan apegados a la ley, respetando las reglas de la democracia y tan importante como lo anterior: sin que lo pongan como punta de lanza en aventuras en las que al final queda desguarnecido (arriesgando la vida, en muchos casos), ante la huida cobarde de unos "líderes" ganadores de medalla de oro en el abandono de las masas.
El llamado también es al factor político con visión de liderazgo. Lo hay. Existe. Tiene miedo de emerger, pero debe hacerlo cuanto antes. Hay un pueblo opositor, muy digno, que espera su llegada.
Es hora de que surja y demuestre que la oposición venezolana, la verdadaremente patriota, está dispuesta a trabajar como manda la lógica del civismo. Es el momento.
¡Chávez vive…la lucha sigue!