El derrocamiento del General Marcos Pérez Jimenez se pudo lograr por el empeño decidido de los miembros de la Junta Patriótica liderada por Fabricio Ojeda, Guillermo García Ponce y los otros miembros que supieron penetrar en todos los sectores sociales, estudiantes y sindicales, dando animo a jóvenes militares que decidieron forzar el derrocamiento del dictador, liderado por el Coronel Hugo Trejo, quien se sublevo en Maracaibo contra el tirano, el primero de enero de 1958 haciendo fuego al Palacio de Miraflores, para luego ir a aterrizar a Barranquilla.
Ese fue el detonante, para obligar al dictador, abandonar el País el 23 de enero del mismo año y permitió la formación de una junta de gobierno encabezada por el contraalmirante Wolfang Larrazabal, quien era el militar de mayor rango y quien fungía como Presidente de la Junta de Gobierno.
El partido Acción Democrática, COPEY, Unión Republicana Democrática y el Partido Comunista de Venezuela, se pusieron de acuerdo en realizar las elecciones presidenciales el 6 de diciembre de 1958.
A.D. escogió a su candidato presidencial Rómulo Betancourt, COPEY al Dr. Rafael Caldera y U.R.D. y el P.C.V. al Contraalmirante Wolfang Larrazabal, quien tuvo que renunciar a la Presidencia de la Junta de Gobierno para participar en la contienda electoral, debido a que los otros candidatos no le permitieron, que continuara en la Presidencia de la Junta de Gobierno.
Al comenzar la campaña electoral, la dirección de U.R.D. y P.C.V. convoco al pueblo de Maracaibo, a un mitin en la plaza Baralt de esa ciudad a favor del candidato Wolfang Larrazábal, quien me motivó a asistir al acto, siendo yo todavía un adolescente. Intenté acercarme a la tarima de oradores y se me hizo imposible llegar al lugar por estar repleto de simpatizantes del candidato.
Comenzaron las arengas y discursos de los oradores presentes en el acto, cuando llego el turno del representante del P.C.V., a quien no podía identificar; no era fácil verlo por su mediana estatura, pero su encendido discurso, lleno de contenido ideológico y revolucionario, hizo que la multitud que se encontraba en el acto, lo colmaran de ovaciones y aplausos.
Ese dirigente comunista se llamaba Cruz Villegas, y desde ese día me convertí en comunista y jamás renunciare a mi ideal político.
Al transcurrir los años me traslade a vivir a Caracas, un camarada me invitó a acompañarle a la casa de S.T.U.V. donde tuve la oportunidad de conocer personalmente a Cruz Villegas, recordándole el extraordinario discurso expresado por él en la plaza Baralt de Maracaibo. Mi recuerdo fue motivo para darnos un efusivo e inolvidable abrazo. Lamenté el día de su fallecimiento y no poder estar presente en su sepelio.
No todas las veces el retrato del padre es el espejo de los hijos, en muchas ocasiones, resulta ser la negación. Que orgullo sintió este padre cuando registró en la Notaria Publica a su hijo con el nombre de Vladimir Villegas, creería que algún día su hijo abrazaría y asimilaría su causa por la que había sufrido cárcel, persecución y destierro por defender la dignidad de los más necesitados, de los hijos de la Patria de Simón Bolívar. Donde una minoría que era la oligarquía y que se había adueñado de las riquezas del país. Es la misma a quien hoy defiende el hijo tránsfuga de la política venezolana.
Si existiera la reencarnación, el padre de Vladimir Villegas estaría revolcándose de ira al ver a su hijo convertido en un pelele de la burguesía parásita y apátrida, que compró la conciencia de quien fuera el representante de Venezuela en Brasil y México, además de expresidente de V.T.V. Hoy parece como la fotocopia del pusilánime de Almagro.
Patria Socialista. Viviremos y venceremos.