Culpar al otro, es la práctica más común entre quienes no pueden sustentar sus razones. Con facilidad hacemos juicio de valores a cerca de alguien o de algo movido por la envidia y el egoísmo, ignorando nuestro comportamiento o forma de pensar. Nos creemos, la perfección en la carne y en nuestros actos, negando en todo momento que seamos parte de un sistema donde abunda la práctica constante de antivalores y que exista el sentido de la corresponsabilidad hacia lo malo, ejecutado a veces de manera involuntaria en los quehaceres diarios. Se ha hecho costumbre manifestar el descontento de manera satanizada y despiadada, sin permitir el derecho a la legítima defensa, nuestros juicios se basan en ver solamente los aspectos negativos, obviando lo positivo, que por lo general, tienen mayor ponderación. El padre nuestro, oración dejada por cristo a sus seguidores, entre sus líneas dice: … perdona señor nuestros pecados, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden, y no nos deje caer en tentación…, Esta cita, nos facilita evaluar la conducta manifestada en un sector del pueblo de Dios que se congrega, pero puertas afueras de dicha congregación desea la muerte de sus conciudadanos por línea de pensamiento o color de militancia política. Por qué, no aceptar que lo vivido hoy es el resultado de nuestras actuaciones, criticamos la acción gubernamental pero somos capaces de buscar cualquier artificio para acceder a una negociación fraudulenta llamada bachaqueo o acaparamiento, imploramos la nefasta intervención imperial en nuestro territorio bajo la primicia que estos intervendrán militarmente con una lista de chequeo para el salvo conducto de quienes operan desde la oposición. Hay que ser bien tonto para imaginar este último escenario, ya tenemos bastantes problemas para sumarle la reconstrucción de la infraestructura del país y, por otro lado, superar el efector del terror dejado por las guerras. No con esto le quiero dar un voto de aprobación a la impunidad, los culpables de cualquier acto ilícito deben enfrentar las consecuencias legales sean del gobierno o de la oposición. Solo pido un alto a la reacción malcriada de los actores políticos, a fin que sea puente para la reconciliación nacional.