Solo la junta directiva del Colegio Emil Friedman sabe por qué esperó casi un mes para pronunciarse públicamente, sobre el presunto abuso sexual que uno de sus docentes habría cometido contra uno de sus más pequeños alumnos.
El lamentable hecho saltó a la opinión pública el 28 de junio, denunciado por www.latabla.com, y fue el pasado viernes 22 de julio cuando finalmente la unidad educativa precisó sus reacciones en torno al caso, según leemos en el mismo portal.
Varias cosas a destacar allí. La primera, lo sano que representa la actitud colegiada de los responsables del Friedman. Sin duda, brinda alguna dosis de calma a quienes desde el surgimiento de la noticia se sintieron angustiados, más allá de tener o no vínculo alguno con esa escuela. Como dijo Andrés Eloy Blanco, cuando se tiene un hijo, se tienen todos los hijos del mundo.
Lo segundo, reconocer en lugar de esconder, que sí hay menores afectados a pesar de no ubicar el tipo de afectación. Todas y todos, aspiramos que sea el menor posible.
Luego, un factor altamente preocupante: los "afectados" parecen ser varios, de acuerdo al remitido plasmado en www.latabla.com. Si uno era aterrador, un número superior terminaría de desgarrar cualquier sentimiento que medio hubiese quedado en pie a consecuencia del anterior.
Atrae sobremanera, la puntualización que se hace sobre el número de cámaras instaladas para brindar seguridad a la población escolar. ¡Más de 70!, lo que nos lleva a suponer dos cosas. La primera de ella, aspirada por todas y todos, que nada haya sucedido ante la persuasión que representa semejante aparataje tecnológico. La otra: que haya ocurrido fuera de la edificación, lo cual constituiría otro elemento dentro de la investigación.
Finalmente, quienes al lamentable evento aplicaron un condenable manejo de las herramientas periodísticas, quién sabe con cuál intención, deben reflexionar. El periodismo hay que ejercerlo con responsabilidad o, en el mejor de los casos, no ejercerlo.
¡Chávez vive…la lucha sigue!