Mi ignorancia en ciencias médicas es gigantesca y atiborraría una biblioteca infinita imaginada por Borges. Así que lo que sigue en gran parte me lo explicó, como si yo fuera un niño de 7 años, el doctor Janis Lazdins, médico e investigador, cuyos trabajos en proyectos internacionales y en la OMS le han dado un reconocimiento internacional.
A pesar de su nombre, Janis Lazdins es más criollo que la arepa: conocido por estos lares como "El Musiú", es de Santa Rosa, y se graduó de médico en la UC, junto con otros galenos amigos como Róger Capella y Luis García. Todos mantienen la inextinguible convicción de que la medicina tiene que ver con la salud y la vida de los seres humanos, y no con el lucro de las transnacionales farmacéuticas y las clínicas privadas. Y que el objeto central del ejercicio médico deben ser las poblaciones más vulnerables, los pobres.
Bueno, lo que hablamos el Musiú y yo, vía Internet (él allá, no sé, en Londres, Bruselas, África, y yo aquí, en Valencia), fue sobre el Instituto de Medicina Tropical (IMT) de la UCV. El IMT trata con enfermedades como el paludismo, las parasitosis intestinales, la bilharzia, la Enfermedad de Chagas, la leishmaniosis, la toxoplasmosis, etc. O sea, enfermedades de los pobres.
Enfermedades DESATENDIDAS. A pesar de representar más del 90% de la carga global de las enfermedades, las medicinas que las afrontan son pocas e inapropiadas. Los grandes laboratorios farmacéuticos no le ven el negocio a estos males, así que no invierten mucho en investigación y, por lo tanto, es poca la innovación de los tratamientos; los sistemas de salud privados tampoco le prestan mucha atención. Son enfermedades que proliferan en ambientes de malnutrición, carencias educativas y degradación ambiental; es decir, son enfermedades de pobres, históricamente asociadas con la miseria y la opresión de nuestros pueblos.
Enfermedades SILENCIOSAS, porque son de progresión lenta, insidiosas, desgastantes. No producen revueltas sociales ni atemorizantes pandemias, ni anuncian consecuencias catastróficas, como el ébola o el SIDA. Tampoco son enfermedades crónicas como las cardiovasculares, el cáncer, o las neurovegetativas, cuyos tratamientos son sumamente costosos. En fin, tienen dolientes las víctimas, pero no las enfermedades en sí. Son silenciosas porque quienes las sufren han convivido con ellas toda la vida y por generaciones: son, podríamos decir, enfermedades "naturales", parte de la miseria cotidiana y del orden capitalista vigente.
Enfermedades SILENCIADAS. No hay campañas nacionales de lucha contra estos males con gran repercusión mediática. No habrá expresidente gringo ni artista del jet set que se muera de alguna de ellas. Son enfermedades asociadas directamente con las inequidades e injusticias sociales. Y esas inequidades no deben salir por la televisión ni agarrar mucho centimetraje.
De estos casos, pues, tratan los Institutos de Medicina Tropical en el mundo. Muy reconocidos internacionalmente son el IMT cubano y el argentino.
Chávez le dio apoyo al IMT porque entendió el sentido social de estas instituciones. Pero muchas cosas han cambiado en los últimos años. Así como a algún genio se le ocurrió que si no se publicaban los índices de inflación la gente no sentiría los aumentos de precios, otro genio ideó que el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud se publicara ocasionalmente si algunos índices epidemiológicos no parecían halagüeños.
Con esta visión, ahora tenemos una crisis en el IMT con los recursos menguados. Pero más aún, hasta el 11 de julio el IMT ha sufrido 16 robos en los que va de año. Han perdido equipos valorados en decenas de millones de dólares, han tenido que mudar un laboratorio a otra instancia del Ministerio de Salud que tiene más seguridad. La incapacidad que pretende ahorrar en vigilancia nos sale muy cara.
El Ministerio de la Salud y el alto gobierno no pueden seguir sordos ante esta situación. Es una insensibilidad humana y social inaudita. Sobre todo si el gobierno pretende atender a los pobres, a las poblaciones más vulnerables. Si pretende, como dice Maduro, "proteger al pueblo".