Desiderátum Apureño

"Capadura Política"...

Para quienes nacimos, crecimos y habitamos en el llano, la palabra "Capar" es rápidamente reconocida como la extirpación de los testículos en los animales para evitar que se reproduzcan o para acelerar su engorde, ello con miras a convertirlo en beneficio alimentario para los humanos. También se realiza la capadura cuando el animal es muy montaraz, cerril o arisco, lo cual trae problemas en el rebaño y entonces al caparlo, el bicho se torna más tranquilo o manso. Incluso tanto está asociada la virilidad a lo fuerte del animal macho, que hasta en la jerga criolla se le denomina "cuatriboleado" al personaje que se destaca por su arrojo, valentía o intrepidez, mientras que al muy tranquilo o sonso lo llaman capón.

Pues bien, dicho lo anterior ya nos hemos ubicado en el contexto del tema que nos ocupará ahora, porque sin considerar al escenario político partidista como un potrero, ni a los militantes como unos toros sementales; resulta que allí también se producen capaduras a diestra y siniestra, de paso sin la intención de engordar a ninguno, más bien se hace para liquidarlos (políticamente claro está). Estas capaduras se materializan principalmente en períodos pre-electorales, aunque son comunes en todo tiempo, sobre todo cuando hay la posibilidad de un ascenso en las direcciones partidistas o también ante la oportunidad de un cargo directivo gubernamental, sin que escapen de estas situaciones la dinámica gerencial en las empresas privadas, donde también la costumbre de capar talentos se expresa en la competencia interpersonal.

Esta situación no es nueva y hasta tiene antecedentes en la mitología griega, según un trabajo publicado en el sitio https://excelencemanagement.wordpress.com, donde refiere que en las colinas de Ática, región de la Antigua Grecia, existió un posadero llamado Procusto quien "Cuando un viajero solitario se alojaba allí, entraba por la noche en su habitación y le ataba las extremidades a las esquinas de la cama. Entonces, había dos posibilidades. Si el viajero era más grande que la cama, Procusto le cortaba las extremidades que sobresalían (pies, brazos, cabeza…) para que ‘encajase’ exactamente en el lecho." Pero resultaba además que "Si por el contrario era más pequeño, le ‘estiraba’ hasta descoyuntarlo para que se adaptase a la medida."

El trabajo en referencia está hecho para definir la conducta de algunos personajes quienes son intolerantes a la diferencia y particularmente enemigos de aquellos que los superen en conocimientos, talento o virtudes humanas, es decir no aceptan que los superen, entonces si están en una posición de comando o dirigencia y denotan que alguno o varios pudieran destacarse, de inmediato tratan de llevarlos al lecho de Procusto, es decir, hay que cortarle las extremidades, que en el caso llanero se traduce más bien en caparlo para que se amanse; obviamente no lo decimos en el sentido literal de la palabra, pues la capadura política tiene otras características, donde generalmente los adulantes cumplen el papel de instigadores, mediante habladurías, maledicencias, falacias y calumnias, así como de verdugos armando los complots y maquinaciones que terminan como el ladrón cuando entra al sitio de su objetivo hamponil… apagando la luz.

Es por eso que cuando un decisor cualquiera, dirigente político, directivo gubernamental, o gerente de empresa, denota que en su entorno existe algún avezado o talentoso que por sus capacidades pudiera brillar por encima de él, su inmediata actuación se expresa como la del capataz inexperto a quien, por su falta de destreza, lo tumba el corcel indómito enfrente de la damisela que enamora… agarra una calentura de volcán y luego paga su furia o cobra su vergüenza castrando al noble bruto que se había resistido a ser cabalgado.

Esto sucede a muchos dirigentes porque padecen el denominado síndrome de Procusto: "no escuchan otras opiniones al entender directamente que su idea siempre va a ser la mejor y son los demás quienes deben adaptarse a ella." y "por consecuencia: se molestan si se les dice que no tienen razón, No se ponen en el lugar de los demás, no soportan que se den opiniones diferentes a la suya y encuentran cómo criticar o deslegitimar a quien las emita, Tienen miedo de ‘jóvenes, nuevos y proactivos’ con conocimientos, capacidades o iniciativas que ellos no tienen, limitan las capacidades, creatividad e iniciativa de sus subordinados, Priman su visión personal, o incluso sus intereses particulares, frente a la maximización del rendimiento y la eficacia, y, en definitiva, no asignan tareas a quienes las harían mejor, cerrándoles la posibilidad de acometer proyectos en los que destacarían", terminando además por minimizar o desmeritar el trabajo o talento ajeno.

En fin, la situación entonces es que por estos tiempos de tanto desencuentro y tantas ambiciones políticas – partidistas, que comienzan otra vez los pasos previos a elecciones ya anunciadas para el 2017, no está demás cuidarse de no caer en el peligroso lecho del tipo aquel, donde le pueden cortar partes sobresalientes y más aún cuidarse de las partes aquellas que se estiran al calor y se recogen ante el frio. No vaya a ser que por anticipado o salido, termine en su aspiración candidatural con el nombre de apellido… el capón fulano. ¡Mosca Pues!



Esta nota ha sido leída aproximadamente 1461 veces.



Oscar Adolfo Alvarado

Licenciado. Vicepresidente del Consejo Legislativo del Estado Apure. Presidente de la Sociedad Bolivariana del Municipio Biruaca.

 desideratum_apure@yahoo.com      @oscaradolfopcv

Visite el perfil de Oscar Adolfo Alvarado para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: