El año 2017 se inicia bajo las expectativas de cómo influirán en la cotidianidad de las personas, en sus diferentes ámbitos de desenvolvimiento (laboral, emprendimiento, inversión, estudios, activismo politice, social, cultural, etc.) de un conjunto de factores que bien podríamos denominar Efectos 2017, los cuales tienen un alcance global por lo que deberíamos tomar nota de su impacto en nuestro accionar local, nacional e internacional. Nos atrevemos a sugerir que al menos cinco Efectos estarán gravitando sobre la cotidianidad de la humanidad durante este año 2017, a saber, el efecto Trump, el efecto clima, el efecto petróleo, el efecto turbulencia social de la globalización y el efecto geopolítico de la guerra y la paz.
El primer Efecto 2017 es el Efecto Trump para identificar así todas las consecuencias que para casi todo el planeta se derivarán del cambio de orientación política e ideológica que se dará en los Estados Unidos desde el 13 de enero 2017. No se ha sentado aún el nuevo Presidente en su sillón de la Casa Blanca y la controversias de sus actuaciones, en particular sobre los medios que emplea para las mismas, se han tornado en un punto obligado de la agenda pública no solo estadounidense sino mundial. Desde el ya manoseado tema de la injerencia rusa en las elecciones hasta su influencia en decisiones empresariales de alto calado como sus requisitorias públicas a la Ford y Toyota en relación a decisiones de inversión en México, el nuevo Presidente está inaugurando un nuevo estilo de gobierno que dada las demandas de la coyuntura geopolítica y económica despierta al menos interrogantes sobre si ese nuevo estilo conllevará cambios significativos en la sociedad norteamericana y por rebote en las relaciones internacionales.
Un segundo Efecto 2017 es el Efecto Clima, el cual ya se viene manifestando desde hace varios años, cada vez con mayor complejidad y sistematicidad que obliga a no subestimarlo con descalificaciones simplistas. Descartándose las posiciones extremas y poco fundamentadas, cada vez es más obvio que por re o por fa hay un cambio climático en marcha y poco consenso acerca de las soluciones. El 2017 seguirá registrando desastres naturales o producidos por la acción del hombre y cada vez que ocurran estos surgirán polémicas y demandas de acciones, algunas de las cuales se transformarán en nuevos instrumentos legales que incidirán de alguna manera en el desenvolvimiento de empresas, organizaciones públicas y finalmente en la cotidianidad de la humanidad.
El tercer Efecto 2017 bien podría ser el Efecto Petróleo dejando constancia que en este se encierra no solo lo relativo al precio de este fósil sino a la geopolítica que envuelve a este insumo básico de la cotidianidad para todos los seres humanos hoy en día. Después de varios años de franco desacuerdo se intenta retomar la senda del consenso por parte de la OPEP estando por verse el grado de cumplimiento del mismos y sobre todo si el acuerdo de reducción de producción redundará en un aumento de los precios del petróleo a los niveles que los países productores necesitan para superar sus dificultades fiscales. El grado de desarrollo alcanzado por las energías alternativas puede lograr un impulso con un incremento en los precios petroleros y con ello se acercaría la hora de que los combustibles fósiles sean desplazados primero por el gas y luego por la energía solar. Adicionalmente un precio más alto del petróleo le da oxígeno a las empresas dedicadas al denominado, y controversial, fracking, así como a la extracción de petróleo no convencional de altos costos.
Un cuarto Efecto 2017 podría ser el Efecto Turbulencia Social Global para significar con ello todas las manifestaciones sociales, con implicaciones políticas y económicas, que ha traído, y seguirá trayendo, la globalización, particularmente en los movimientos migratorios entre países, las desigualdades entre y dentro de los países, entre otros aspectos que incidirán en la geopolítica local, nacional e internacional. El brexit del 2016 y el propio triunfo de Trump alimentan a algunos las expectativas que seguirán produciéndose eventos similares con las consecuentes aumentos de tensión social en los países protagonistas de los mismos. Algunos, hasta con morbosidad que no pueden ocultar, esperan un frexit (Francia) y un endurecimiento en las tendencias anti inmigración presentes en los países más adelantados que aúpan la globalización de los capitales pero no la de las personas.
Y finalmente sugerimos la consideración de un quinto efecto, el Efecto Geopolítica de la Guerra y la Paz para incorporar los innegables impactos que tendrán la continuación de guerras, algunas milenarias, o bien los potenciales conflictos bélicos que algunos avizoran, pero también considerar los impactos que tendrán los logros y acuerdos de paz que se están consolidando y promoviendo en distintas partes del mundo. La milenaria confrontación religiosa entre judíos y musulmanes, con los cristianos afectados e involucrados también, no cesará ni en el 2017 ni en las próximas décadas, presagiando que el verdadero fin de la historia que tanto Fukuyama como el mismo Marx promulgaron (este con la prehistoria hasta la puesta en marcha del comunismo) al parecer no vendrá por razones económicas, lucha de clases ni por destrucción de imperios militares o políticos, sino cuando la humanidad alcance una tolerancia interreligiosa. El conflicto en Siria y los coletazos de este en Turquía, además de los inacabados desastres de la intervención estadounidense en Iraq y Libia, son solo algunos de los escenarios de guerra que copan, y coparán, la agenda pública mundial, obligando a un gasto militar y alimentando el famoso complejo militar industrial ya denunciado por Eisenhower al final de su mandato presidencial en EEUU. La guerra es el principal negocio actualmente y hay demasiados intereses alrededor de la misma que sería ingenuo ignorar el efecto que este tiene no solo en la seguridad física de las personas sino en su estabilidad social y económica.
Al drama de la inmigración por razones económicas ya existente como consecuencia de la globalización desigual que existe en el mundo, los perros de la guerra han logrado incorporar la corriente de desplazados por los conflictos bélicos, creándose otro ejercito de reserva para seguir alimentando la desigual globalización. Aún en los espacios donde se han alcanzado acuerdos de paz, como el reciente de Colombia, no se puede dejar de tener aprehensiones sobre la perdurabilidad de tales acuerdos pues en la evolución de bestias a dioses, la humanidad no suelta fácilmente el instinto caníbal. La acción combinada de los cinco efectos brevemente descritos induce a pensar que la cotidianidad del 2017 no será fácil. ¿Quién dijo miedo? Por otro lado, y sin pretender agarrarnos de la simplista expresión "mal de muchos, consuelo de tontos" para nuestra querida Venezuela la cotidianidad será doblemente difícil pues además de los efectos universales tenemos que lidiar con nuestros efectos endógenos de los cuales con mencionar dos tendremos para "entretenernos": el colapso del modelo rentístico petrolero tras cien años de vigencia y la ausencia de un liderazgo capaz de ver más allá de sus narices y del cuanto hay pa´eso.