En el año 2007 Willian Mantilla fue viceministro del Poder Popular para la Participación Ciudadana y Desarrollo Social. Tres años después, su gente de la parroquia La Vega decidió que lo representara en la Asamblea Nacional, donde formó parte de la Comisión de Participación Ciudadana. De ambas responsabilidades salió como entró: con un pantalón desgastado y una camisa vieja. No sería nunca de otra manera, porque William es un hombre honesto.
Aún, junto a otros soñadores y otras soñadoras, es miembro de la Coordinadora Popular de Caracas, organización que combatió con planes e ideas a la Cuarta República y que en tiempos de Revolución no descansa en pro de de impulsar y reimpulsar los cambios necesarios.
Como honesto que es, es incansable. Activo. Superactivo. Hiperquinético. El bienestar colectivo, siempre ha sido su mejor recompensa.
La vida acaba de tenderle una emboscada, afectando seriamente su estado de salud. Este domingo lo ingresaron al área de emergencia del Hospital Militar "Carlos Arvelo". Cuentan los camaradas que el "procedimiento" para "convencerlo" de la atención médica, no fue fácil. Hubo que "allanarle" la tozudez que es propia en quienes entregan todo, sin tener tiempo para pensar en sí mismo.
Que allí esté el tiempo que deba estar. Nadie está apurado por su egreso. Que abandone las instalaciones cuando deba hacerlo, con la alineación y el engrase debido para que la reincorporación a la batalla que lo espera, sea bajo las mejores condiciones.
Es un tipo con mucho que dar aún. La Vega, Caracas y el país lo necesitan pepito. Como de agencia. De William hay mucho que esperar y aprender. Somos solidarios con él, con su familia biológica y su familia política. Me sumo a quienes le prohíben ser impaciente y hasta descuidado consigo mismo, si fuese el caso. No es tiempo de confiarse, camarada William.