Por más que algunos se empeñen en decir lo contrario, en política 2+2=4. No hay que buscarle decimales ni fórmulas matemáticas, al menos que queramos irnos por los lindantes y no aceptar la realidad de ese terreno, cuyos surcos son precisamente para sembrar la verdad y la racionalidad del pensamiento y del discurso. Allí no hay "entradas" bañadas con el perfume de la fantasía ni muchos menos "salidas" leopoldinas, ni caprilescas, ni mucho menos cebollescas. Cuando la política se asume con esos aromas incoloros, siempre se termina en la proscripción de los afectos y los apoyos. Precisamente eso fue lo que le ocurrió a la oposición venezolana (y a la MUD), quien de manera perversa le mintió a sus seguidores de modo sistemático, prometiéndoles objetivos políticos inalcanzables desde el punto de vista de la racionalidad. De allí el descalabro y de sus respirar moribundo en los actuales momentos.
Por allí de vez en cuando patean la urna y lanzan amenazas de acabar con el proyecto revolucionario; pero en política, tal como lo dije en las dos primeras líneas de este escrito, el todo es igual a la suma de las partes y no se admite ni medias sumas ni medias restas. Es decir, no basta con patear la urna ni querer meter miedo, sino que hay que decir la verdad y asumirla como un elemento de suma real, que va a permitir los apoyos, las coaliciones de diferentes corrientes, que luego navegaran por las aguas cristalinas del apoyo político. Cuando se trata de sumar voluntades, no lo puedes hacer distorsionando los sumandos, ni cuadrando resultados a partir de meras ilusiones, porque al final –por el mal cálculo- se termina tras las rejas o enterrado en el olvido de los tiempos.
Mientras eso le ocurre a la oposición, de andar arrastrándose en su propio barro y suplicando un poco de apoyo hasta de sus propios "seguidores", vemos a una revolución y a un pueblo cada vez más comprometidos con el proyecto y con el legado del comandante Hugo Chávez Frías, quien anda en el palpitar de sus seguidores, liderando la voz que guía el camino que debemos seguir transitando. Por eso decía, que la revolución sigue avanzando, sigue su marcha rauda, porque precisamente, no anda inventando que dos más dos es igual a cinco, ni a seis, ni muchos menos a siete. Desde sus propias trincheras, los revolucionarios tenemos bien claros los números y los signos de la matemática y del proceso mismo. Mientras más sumamos, también vamos multiplicando: que si un millón quinientas mil viviendas, que si dos millones de familias atendidas por los CLAP, que si tantos millones de estudiantes en educación primaria, básica y universitaria, que si tantos millones de pacientes atendidos por los CDI, que si éstas o aquellas políticas públicas.
Entonces vemos un gobierno y una revolución haciendo y construyendo vida en el marco de un proyecto nacional y de un proyecto de gobierno desplegado, de amplio apoyo popular y con un respaldo internacional de diferentes gobiernos del mundo. Esa es la verdad que se impone sobre la mentira desplegada por los miserables y detestables opositores y enemigos de la revolución. En tanto y en cuanto y por lo mismo tanto, vemos una revolución que sigue avanzando.