Recuerden siempre que sois descendientes de aquellos ilustres indios, que prefirieron morir de pie a vivir de rodillas (Manifiesto de 1801).
Son palabras textuales del hijo de la panadera, que multiplicó el pan de la vida y la libertad en el fuego sagrado de uno de sus hijos, sembrado en los vientos del mar océano, con música de su flauta mágica. Templado al rojo vivo de su tiempo en la lucha por nuestra Independencia y soberanía.
El ilustre caraqueño era conocido en Europa como el mexicano o el peruano. Los santanderistas y uribistas, antibolivarianos, lo llamarían hoy "el veneco". Es que nuestra "Capitanía General" estaba sembrada con sus siete provincias en las siete áreas del poblamiento indígena ancestral como país simultáneamente caribeño, andino, llanero, amazónico y guayanés, con un Padre Orinoco en las bocas del Caribe y del Atlántico. Tampoco era extraño ese brazo alzado de la península de La Guajira a pocos pasos de Panamá para encumbrar los sueños de La Gran Colombia y mirando hacia el Sur El incanato, con una síntesis constitucional de lo indígena, lo afro y lo europeo. En 1781 se celebraba en nuestros llanos de Casanare el alzamiento del Rey de América. Se trataba de Túpac Amaru que estremeció de nuevo toda la cordillera andina como El Hijo del Sol en diálogo con Los Hijos del Cielo, que el 16 de noviembre de 1780, 9 años antes de la Revolución Francesa había decretado la abolición de la esclavitud de los negros (verdadero inicio de un diálogo de civilizaciones). Que luego vino la República de Haití a partir de 1804., tejida en las fibras de apretados músculos de aquel esclavismo brutal que al romper las cadenas, iluminó el semillero del despoblamiento de Las Antillas y desbordó también –por el mundo- su herencia libertaria. Sangre india y negra, en múltiples diásporas marcaban las huellas ancestrales de aquellas islas. Y las imprimieron para siempre con hierro candente con el sello de una liberación en marcha. Se equivocó el colonialismo francés cuando Miranda que ya traía en su aura las glorias de la Revolución Francesa, lo quisieron usar para sofocar rebeliones de esclavos en el Caribe, especialmente en Haití.(Yo no vine aquí para sofocar rebeliones de esclavos sino para la independencia de América). Los ejércitos de Miranda, de Bolívar, de Sucre, de Urdaneta y de Piar, no nacieron para ser napoleones, ni para fundar imperios. Nacieron para la libertad. Y la independencia absoluta.
Los mantuanos caraqueños sentían la amenaza india por el Sur, el fantasma del incanato, teñido luego con la sangre de la rebelión de los comuneros. Es el fantasma de El Hijo del Sol. Por el Caribe Haití, con su Libertador, Jean Jacques Dessalines. Por las islas de más allá, la memoria guanche-canaria-guanche bereber como si en el inconsciente de la memoria colectiva sobreviviera un encuentro inter-civilizatorio entre la resistencia indígena, afroamericana y canaria. Era un torbellino de luces entre sombras contra el Estado patriarcal, colonial y de castas: siempre hubo como un llamado interno, inconsciente a la alianza entre los pueblos originarios, la indodescendencia menos aculturada por la ideología mestiza, la afrodescendencia, las mujeres y los blancos de orilla, los teólogos de la liberación como Montesinos y Las Casas, avanzados del pensamiento crítico europeo pasando por Marx. Si bien la revolución francesa influyó sobre Nuestra América, la Revolución norteamericana, influyó muy poco. La revolución de Túpac Amaru, influyó a Miranda, participante de la independencia de EEUU y de la Revolución Francesa. A lo externo, Miranda hizo alianza, con la Inglaterra protestante, contra la inquisición y la Corona Española. Con Rusia y con USA, en cuya independencia también participó. Como hoy hacemos alianza con China, Rusia, Irán, con África y el Medio Oriente frente a USA.
Todo colonizado y oprimido social es por lo general un resentido. Se comienza en muchos casos, por un resentimiento. Pero una revolución o un revolucionario se sobreponen a sus propios resentimientos o quedamos en lo mismo: el círculo vicioso de la dominación. Los mantuanos eran resentidos frente a sus padres –y abuelos- de origen peninsular. Los peninsulares europeos radicados aquí en Las Indias, llamados indianos por los europeos, eran resentidos frente a la Metrópoli. Todos, de una o de otra manera eran oprimidos y tenían limitados sus derechos humanos, mientras que los pueblos originarios eran socialmente los des-castados, los que ocupaban el último escalón de la dominación cultural y educativa, eran los expulsados de hecho, y de derecho (aunque no en el formalismo-jurídico) de la sociedad colonial. En algunos casos, estaban por debajo de los esclavizados africanos. Pero racialmente, los africanos ocupaban el último piso de la pirámide de la sociedad de castas. Los blancos de orilla, de quienes descendía el General Francisco de Miranda, estaban en la pirámide por debajo de peninsulares y de mantuanos o blancos criollos. Los blancos criollos alarmados primero por las insurrecciones de Los Andes con Túpac Amaru (1780) y luego con Haití (1804) y las revueltas de negros en el Caribe, chocaban con la metrópoli, con los pardos y los blancos de orilla, como aspirantes al poder total.(1) Después de Miranda, Bolívar se sigue encontrando con el problema en el año 1814 y en todo el proceso. Es a partir del año 15 en que desembarca el ejército español con 15.000 hombres con el Mariscal de campo Pablo Morillo, en que el proceso de independencia, toma el rostro de independentista para dejar un poco atrás –aunque sin resolver de fondo- el fantasma de la guerra social. Después del triunfo de la Batalla de Chirica en San Felix, con Piar y La Indiada frente a La Torre, el Libertador de Guayana se convertirá en el centro de las intrigas mantuanas que sobresaturaron los oídos del Libertador Simón Bolívar, hasta que consiguieron su fusilamiento en el mismo año 17. Pero allí quedaron las bases más sólidas para que el Libertador sudaca Simón Bolívar fundara desde Angostura el proyecto y la concresión política de La Gran Colombia(1819-1830).
Piar, con supuestos orígenes "oscuros" o "poco claros", era sospechoso de encubrir una guerra de castas. De algún modo cercano a indios, negros y pardos. A Miranda lo derrota más la cuestión social interna y las intrigas de los mantuanos y del alto clero reaccionario, que el propio Monteverde. Monteverde estuvo a punto de capitular. Pero su capellán le pide esperar una nueva señal del cielo y por un traidor, cae Puerto Cabello y deja a Bolívar con los crespos hechos. ¿Qué iba hacer Miranda ¿le iba a echar plomo a los negros de Barlovento que avanzaban hacia Caracas contra la República? Miranda capitula. Hay la gran confusión. Se va a la Guaira y le da prioridad a sus archivos más que a su propia vida. Y como sabemos, cae en manos de Monteverde.
Después de "Esa espiga sembrada en Carabobo" (1821), de Ayacucho(1824) y la disolución de La Gran Colombia(1830), con las traiciones de Páez y Santander y el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, el General Antonio José de Sucre; del destierro del propio Libertador de Bogotá y de Caracas por ambas oligarquías y con la mano peluda del imperio inglés y del naciente imperialismo americano, nuestra Venezuela fue un volcán de caudillos y de guerras civiles. Contra el caudillismo aparece la espada redentora y libertaria del General Zamora en la Guerra Federal, sin desconocer sus antecedentes y sus repercusiones posteriores hasta Cipriano Castro y el bloqueo a las costas venezolanas por potencias europeas en 1902, con el silencio y el aval de la llamada doctrina Monroe, abierta nuevamente a las bondades de "La Santa Alianza" de 1815. ¡La planta insolente del extranjero ha profanado el suelo sagrado de la patria!
Pero también hubo en muchos casos la sobrevivencia del resentimiento social sobre el proyecto de liberación y de largo alcance histórico. La corona y la iglesia opio del pueblo y el mantuanaje, supieron manejar la violencia horizontal, -de pueblo contra pueblo- para perpetuar el coloniaje, aunque muchas veces los Boves acabaron con buena parte de los blancos criollos o mantuanos, que buscaban sustituir a los padres y abuelos peninsulares para ellos ejercer el poder como nueva casta dominante, dejando intacto el viejo orden colonial.
El mantuanaje caraqueño siempre tuvo sospechas sobre "el hijo de la panadera", de padres de "oficios viles", de origen isleño, no peninsular. Sin embargo, hoy estamos en condiciones de afirmar que el pueblo venezolano es fundamentalmente un pueblo de origen indígena en lo constante de su poblamiento y más canario que español en las fundaciones de pueblos y ciudades, recordando que Canarias es África del Norte y lo cual tampoco niega el aporte del África negra, hermanado con los pueblos indígenas en las relaciones de producción esclavócratas. Las primeras modalidades esclavistas las ensaya España en Canarias y en el Ándalus, para luego traerlas a nuestra Abya Yala por Quisqueya(hoy Haití y Santo Domingo) y aquí por Cubagua: esto puede ayudar a entender el estatus de los llamados blancos de orilla o canarios y la situación planteada entre el padre de Miranda y la godarria caraqueña.(2)
Los conflictos del padre de Miranda con los mantuanos caraqueños,están en el origen de la salida prematura de Miranda de nuestra patria, construyéndose un exilio lleno de intrigas y persecuciones por parte de la corona y la inquisición. Quien no logra graduarse de bachiller en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, como lo constataron Mariano Picón Salas e Ildefonso Leal. Miranda lejos de ser un resentido social, fue un revolucionario pleno.
(1) Muchos investigadores, distinguían entre blancos peninsulares, blancos criollos y canarios o blancos de orilla. Españoles y canarios decía Bolívar en el Decreto de Guerra a Muerte, sin confundir a los isleños con los españoles peninsulares. De paso es importante señalar el intenso mestizaje de pueblos indígenas con la diáspora esclavizada del África negra y las alianzas con indígenas en los levantamientos de negros. El propio José Leonardo Chirino es un zambo (hijo de madre india y padre afrodescendiente).
(2) La participación de los Canarios con Monteverde tal vez tenga que ver más con la guerra social, con el resentimiento canario con los mantuanos que con su "espíritu monárquico" o con solidaridad con la corona. Sin entender la sociedad de castas de la época no es posible entender el comportamiento de los blancos de orilla. De paso, la oligarquía caraqueña fue siempre más brutal y reaccionaria que la misma oligarquía de los Virreynatos, como lo planteara el investigador Ildefonso Leal. Por otra parte, nada hay más terrible que el colonizado vuelto conquistador: se vuelve más violento y criminal que el mismo conquistador, como lo vio Bertold Brecht en "Hombre por Hombre" (o como lo presenta César Rengifo en algunas de sus obras de teatro. Algo parecido pasa con el "mestizo" o "criollo" (anti-indígena, llamado por el propio Carrera Damas como "el dominador/cautivo).- Es el alijuna, para los wayuu, el choto para los cariña, el tató para los e"ñapa.