Tareck El Aissami, hermano. No se burle. ¿Dónde está mi "robusto poder adquisitivo"?

Tareck El Aissami, el joven compatriota vicepresidente de la república, me hizo recordar a aquellos bodegueros orientales de los tiempos de mi niñez, que usaban dos pesos, uno para comprar y otro para vender. El de comprar, el resorte era usualmente tan rígido que soportando diez kilos, marcaba cinco o seis.

Con aquel peso, el bodeguero robaba a los campesinos que le surtían sus productos el sesenta por ciento y más del precio de los mismos.

El bodeguero para atender a su clientela, sus compradores, los vecinos del barrio, usaba otro peso que al colocarle encima un kilo marcaba tres, pues el resorte cedía con excesiva velocidad.

El Aissimi acaba de dar unas declaraciones, que me dejaron sorprendido. No sé si usó el de comprar o el de vender, pues las cuentas suyas me dejaron atolondrado, turulato y mucho más. Pues no entiendo ahora lo que acontece con mi "robusto poder adquisitivo".

No sé, pero pareciera que ese cargo de vicepresidente como si vuelve loco o trastoca el juicio a quien allí llega. Recuerdo que el muchacho bueno y sanote que es Arreaza se volvió una tortilla con el asunto de los huevos, de los cuales por cierto, un cartón está llegando a la astronómica cifra de diez mil bolívares y nadie habla de eso. No sé si Arreaza lo sacaron del cargo por culpa de aquella tortilla. De huevos, en las esferas del gobierno, no se acepta comentario alguno, quien lo haga corre el riesgo que lo frían.

Aristóbulo, recién llegado al despacho donde ahora está el ex gobernador de Aragua, donde poco tiempo estuvo y hasta salió como apurado, algo debe haber allí, se largó unas declaraciones como quien ahora anuncia haber descubierto el agua caliente; aquellas fueron……"señores", pues puso tono grave, "debemos salir del modelo rentista", una vaina que se dijo en los tiempos de Alberto Adriani, allá por el año 1938 y causa esencial de nuestras luchas, incluyendo al hijo de Barlovento, desde los tiempos juveniles. Percibí a Aristóbulo, al decir aquello, como alguien que acaba de toparse con un fantasma.

Ha dicho El Aissami que la ocupación hotelera que hubo en Semana Santa, habla del "robusto poder adquisitivo de los venezolanos".

En Semana Santa, soy uno de los pocos que casi nunca "viajó" a lo largo de su vida. Si de playas se trata, siempre he vivido al compás y golpear de las olas. Además, desde siempre, la Semana Santa fue en este país una cuchilla. Los índices de mortalidad, por razones como ahogamiento en playas y ríos, accidentes de tránsito y la violencia que suele generar la aglomeración cuando esta se asocia al alcohol, han sido escandalosos. Por eso, desde hace años no salgo de mis "pagos" durante esas fiestas, como tampoco de mi casa, después de la seis de la tarde 24 y 31 de diciembre. Esto porque a partir de ese momento, los conductores borrachos abundan y apurados andan por "ver a mi mamá".

Pero si fui un viajero, vacacionista empedernido. No había diciembre, en los inicios de vacaciones, o agosto que no tomase mis corotos y con mi compañera y mis hijas nos fuésemos de viaje. Cuando estas tomaron su propio camino, los dos "viejos" seguimos viajando.

En los últimos años, hasta hace unos cuatro, nuestro destino favorito se volvió Margarita. Allá íbamos a vacacionar, primero a descansar del duro trabajo del docente y luego del hastío del jubilado encerrado en su casa. Una pareja de docentes, mi compañera y yo, podíamos hacerlo. Montar el carro en buen estado en el ferry, de ida y de regreso. Estarnos varios días en un hotel, por lo menos de esos que llaman tres estrellas y gozar de las maravillas de la isla. La comida, el paisaje, la exquisita gente ñera y todavía comprar unas pocas cosas en las tiendas exoneradas del impuesto. Eso para era nosotros, tener lo que El Aissami llama, "robusto poder adquisitivo".

Pero eso no dice nada. A Margarita o a los Andes nos íbamos los de no tanta de esa cosa que habló el vicepresidente, pues quienes si de ella tenían en exceso, se iban al exterior apenas se presentase un puente. Para quienes leen fuera de Venezuela, "un puente" hace referencia en nuestro lenguaje coloquial a un fin de semana largo, cuando el sábado y domingo empatan con un viernes o lunes festivos.

Pero la cosa se nos vino de recorte, como los huevos de Arreaza que no sólo cayeron en la barrena inflacionaria, sino que se nos fueron de las manos. Muchos de quienes antes en manadas viajaban al exterior, se quedan en Venezuela y hacen lo que antes los balurdos como nosotros, hacíamos. Es decir, se van a la Gran Sabana, Margarita o las playas sucrenses de los límites con Anzoátegui; optaron como por descubrir a Venezuela, obligados por las circunstancias. Pero en esto de los viajes, que mucho tiene que ver con "el robusto poder adquisitivo", hay que destacar a los políticos. Nunca antes, en la historia nacional, la clase política había viajado tanto. Pareciera que la casa del partido o el alto dirigente que traza la línea y reparte los cargos se hallan fuera del país. Hay lideresas que más parecen azafatas de lo tanto que viajan y para eso se requiere un muy "alto poder adquisitivo". Sin olvidar quienes van a Cuba, con la misma frecuencia que un maestro, tal cual el suscrito, va a la panadería de la esquina, no a comprar pan porque no halla, sino cachito.

Porque nosotros, la mayoría, la aplastante mayoría, en donde se encuentran los docentes, entre tantos trabajadores, ya no podemos hacer lo de antes. Si uno piensa en su idealismo, en los tiempos de ayer y como quien se ha caído de la mata, en tomar el ferry con el carrito, no puede hacerlo por diferentes cosas que tiene que ver con eso del "robusto poder adquisitivo". Lo primero es que el carro ya no sirve ni para ese pequeño trote que significa ir de aquí a allá por varios días y, hasta muy pocos en Margarita. Sólo en cambiarle el aceite y alguno que otro pequeño ajuste, para que cumpla la exigencia, se lleva los pocos reales con que uno cuenta, así le hayan pagado el mísero bono vacacional. Entonces quedamos atrapados en el dilema ¿arreglo el carro o voy a Margarita sin él? Si esto último hago, sólo los pasajes del ferry y lo que debo pagar en carreras para desplazarme en Margarita me dejan sin hotel y comida.

Cuando saco mis cuentas, contabilizo mis gastos en elementos esenciales, y esta categoría se ha vuelto bien cortita, concluyo que para la próxima debo hacer nuevos ajustes, pues cada día mi "robusto poder adquisitivo" no permite tantos lujos. ¿Y qué decir de las medicinas? No se encuentran, porque el jefe del motor respectico, Elías Jaua, ni siquiera se acuerda que esa responsabilidad tiene. Su permanente cavilar sobre el destino de la revolución que contribuye a conducir, no le deja tiempo para pensar en pequeñeces. Si las medicinas hallo, debo reducir más mis simples y ya reducidos gastos cotidianos. ¡Son vainas de mi "robusto poder adquisitivo"!

De manera que en viajar ya en eso ni pienso. Visitar Caracas, sólo por la necesidad de encontrarme con viejos amigos, un asunto hasta de supervivencia, pues los costos no están acordes con "enorme capacidad adquisitiva", se me volvió un imposible.

Sólo porque un bloque social, de los de arriba, se vio obligado a "rebajar sus gustos", pues al no tener dólares, decidió tomar los hoteles del país, El Aissami concluye que tenemos un "robusto poder adquisitivo".

Para el vicepresidente nosotros no contamos y pensar que fui, soy, sigo y seguiré siendo revolucionario, pues ni siquiera puedo ni debo pensar, como el ex gobernador de Aragua Rafael Isea, en saltar la talanquera, cogerme una buena paca de dólares e irme a EEUU como perseguido político.

¡Por favor amigo mío! Sea comedido, no se burle tan cruelmente de los pobres, sobre todo de unos docentes y para más vainas ya viejos, que deberían tener el derecho prioritario de vacacionar.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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