Se les fue por el abismo el golpe militar, el petrolero, y en quedando en pelotas, sin marchas, descacerolados, sin trancazos, referendos o firmazos, pues a chillarles a las dueñas del burdel de Bush, Aznar y Uribe. Con el atentado al consulado de Colombia y a la Embajada de España, los cuatro canales del Apocalipsis tenían servida la mesa de la mariquera diaria contra el gobierno. Qué bella “acción” del gobierno, practicando terrorismo para darle cancha ancha amplia a sus detractores. Practicando terrorismo contra las hijas predilectas del Rambo Bush, y cogiendo palco Globovisión con su musiquita draculiana a todo dar, y a cada segundo. ¡Que bello que sea el gobierno, quien le haga, le aderece y le mantenga la programación a los tres o cuatro cerditos (o cerdotes) de estos canales, que cuando hay calma, serenidad y control del caos social, andan en ascuas, enervados y parapléjicos. Bello gobierno este que les pone en bandeja de plata un buen par de bombazos.
Con este par de bombazos ya pueden otra vez ponerles a mover el culo a los sábadosensacionalistas de Altamira, con bailoterapia, ciclomamoneo y camping-barboqueo, que ya andaban retirados, cogitabundos y enconchados.
Lo del Golpe internacional lo habían metido en el anaquel de las recetas tardías, cuando se desveló toda la tramoya del caso Montesinos, y Washington no se caló más la cadena de llamados al golpe que venía pidiendo a grito la oposición. Demasiados feos habían quedado ante la comunidad internacional, la trimaldita internacional que celebró a todo pulmón la caída de Chávez en abril, y que luego tuvieron el tupé de decir que se habían equivocado (pero se mantuvieron a la sombra, esperando mejores tiempos). Estuvieron atentos al tambor durante los meses siguientes, porque el Departamento de Estado había recibido fidedignos informes de los agentes de la CIA, en consonancia con los perturbadores de la Coordinadora Democrática, de que se estaba urdiendo un plan mortal del que será imposible que el gobierno de Chávez saldría vivo. El Departamento de Estado le dio luz verde al sabotaje petrolero, y muchos de sus agentes contribuyeron de manera eficaz para llevar a feliz término en lo que se denominó la destrucción del cerebro informático de Pdvsa, en todo un acuerdo con la empresa Intensa. Se pusieron pues manos a la obra, las empresas petroleras gringas, y las transnacionales, de la manera muy activa, fueron las primeras en contribuir al paro total, y la orden la recibieron desde Washington. Pocos días antes, varios agentes de la CIA tuvieron una larga reunión con los Carlos, Ortega y Fernández. El plan contemplaba, como en todos los que desde hace varios años organiza el Departamento de Estado para invadir países, una buena dosis de campaña mediática internacional, haciendo ver que el régimen de Chávez “no es civilizado”, “viola los tratados internacionales”, “desconoce las leyes de la República”, “secuestra el poder judicial y el legislativo”. Lo más expedito era aplicación de la Carta interamericana, y se metió de quinta columna a César Gaviria, nefasto colombiano, entregado a la oligarquía más rancia del continente.
Inmediatamente después de las declaraciones de Chávez; el gobierno colombiano le reclamó a Venezuela una reclamación contra el terrorismo, ¿qué tal si la reciproca, nuestro país le exige a Colombia que califique de terrorista a la Coordinadora Democrática, y le solicita que expulse de su Nación al capo mayor de la conspiración, Pedro Carmona Estanga, quien reside a cuerpo de rey en Bogotá?
Las tres Marías del Crimen organizado contra Chávez: EE UU, España y Colombia, en medio de la gran conmoción del largo invierno del golpe petrolero, se movilizaron para confeccionar un club de amigos al gusto de Washington. Este proyecto que fue asomado por Chávez y Lula, pronto de inmediato lo asumieron los agentes de la CIA, y de manera torcida a favor de la Coordinadora, quien incluyó de ipso facto a EE UU y a España, dos países que no podían ser un coño amigos nuestros, por cuanto fueron de los protagonistas del Carmonazo. Este grupo de amigos, estaba envenenado por una fuerte dosis de golpistas, que en lugar de tratar de mejorar la crisis, la iban a animar, pediéndole al gobierno, que pusiera de su parte para proceder a una enmienda de la Constitución, y llamar a unas elecciones generales, tal cual como lo estaba solicitando la misma Coordinadora.
Durante todo el proceso del sabotaje petrolero, los noticieros internacionales, como CNN, la RAI, TV-Española, daba informes escalofriantes de la situación venezolana, y si se reunían cuatro pelagatos en la Avenida Francisco Fajardo, ellos decían que eran millones y así tal cual las difundía Globovisión y Venevisión. Las versiones que hicieron correr sobre la detención de Carlos Fernández fueron de pánico, titulando al unísono, por una orden especial del Departamento de Estado: “Conmoción en Venezuela”, “Secuestrado por el gobierno venezolano alto empresario”. En realidad, Venezuela jamás había vivido días más serenos y tranquilos desde el 11-A, que los tres que siguieron a la detención de Carlos Fernández. Más aún, el día 21 de febrero, la Coordinadora llamó desde varios puntos del Este para una manifestación que se dirigiría la Fiscalía, y tuvo que suspenderla porque no asistió casi nadie. En Washington y Madrid comenzaron a correr las consabidas “preocupaciones” que jamás se manifestaron cuando el pueblo venezolano sufría la escasez de gas y de gasolina, bajo la permanente tensión de los cuatro canales del horror que no cesaban de anunciar catástrofes de explosiones de los barcos fondeados en el Lago de Maracaibo, tomados por actos de piratería internacional, y que decían estos medios en partes de guerra minuto a minuto, que estaban a punto de estallar, acciones que aborrece y sanciona EE UU por terroristas de manera implacable.
Este paso, de detener a uno de los prominentes terroristas del golpe petrolero era a la vez un desafío a los otros truhanes internacionales que lo habían aupado y defendido con grandes aportes financieros. Fue meter en prisión al títere mayor de Bush y Aznar, y este par de canallas no podían permitirlo tan tranquilamente, y de allí la tesis de la “preocupación”.
El día lunes fue de gran ajetreo para los internacionalistas por las declaraciones de Chávez en “Aló Presidente”, porque los medios se estaban frotando las manos por lo que debía decir el portavoz de Bush en Washington, los narcos-manipuladores neogranadinos y el godo-lacayo de Aznar. Y venga, el día amaneció encendido en los canales del horror, y sacaron de los anaqueles hasta a Alfredito Coronil Hartmann, que muchos había asegurado que se había muerto hace año medio. En verdad estaba muerto, pero resucitó allí, al mediodía del lunes 24 de febrero en el programa de Makys Arenas, llamando a Chávez “inmundo energúmeno”. Tamaño enano profiriendo toda clase de ofensas al señor Presidente. Había que echarle carbón a la caldera para que estallara, y ya para esa hora, los comando de la CIA, tenía todo su plan armado, aupado a millón por los malditos canales de los Cisneros.
Claro, de la tesis de la “preocupación” iba a surgir la reacción de Presidente, que la CIA la esperaba. Ya, a las cuatro de la tarde del día domingo, luego que Chávez terminó su “Aló Presidente”, los terroristas se pusieron manos a la obra, y los puntos a atacar, debían ser algunas de las sedes diplomáticas de Colombia y España. Y las tenían de perlas, en la zona de Leopoldo López en el exclusivo sector de La Castellana y en Chacaito.
A mí me vino toda una serie de recuerdos de tal Alfredito, mientras le veía anunciar con la flema negra de su estupidez, cuanta mierda le venía a la cabeza, que era celebrada por la roedora blanca de la entrevistadora. ¿Que quién es este Alfredito para los que no lo saben?, pues el hijastro de Rómulo Betancourt, hijo de Renée Hartmann de Coronil. En 1967, fue Cónsul General en México, por la mano bienhechora de su madre. Luego de un plumazo fue nombrado Segundo Secretario en la Embajada de Berna. Cuenta doña Renée: "alquilaron (él y esposa Mercedes) un buen apartamento no muy lejos de nuestra casa". Y el embajador en Suiza, Francisco Martínez y Alfredo se entendieron muy bien. Alfredito fue educado con esa vacuidad artificial que se estila en la clase emergente de un país petrolero, minero como el nuestro. Luego se hizo, o lo hicieron concejal y “poeta”. Un 13 de marzo, día infausto, Betancourt, por "error" le dio un tiro en la rodilla a Alfredo. Alfredo sufrió mucho, y su madre angustiada movió al mundo de los mejores traumatólogos nacionales. La democracia entonces no enfrentaba los problemas sociales de hoy (los escondía), y Betancourt y doña Renee estaban convertidos en consumados gourmets y gozaban a todo dar de las atenciones de Gustavo Cisneros, de los Di Mase y otros prósperos empresarios a los que luego se le habría de condonar las multimillonarias deudas en dólares que habían adquirido en el extranjero. Alfredito, ahora convertido en analista Internacional, en los años setenta ganó el “Premio Municipal de Poesía”. Para el acto de celebración, ofreció un exquisito cóctel a la plana mayor de la intelectualidad caraqueña como lo eran (y algunos lo siguen siendo todavía): Félix Guzmán, José Benavides, Ida Gramcko, Vicente Gerbasi, los Gottberg, Alirio Palacios y señora, Alejandro Otero y Mercedes Pardo, Mateo Manaure, Elisa Lerner, los Zitman, Arturo e Isabel Uslar Pietri, Carlos Canache Mata, los Hernández Grisanti, Cristóbal Hernández, Guillermo Yépez Boscán y Elizabeth Schon, entre muchos otros.
El 2 de octubre de 1980, Betancourt y doña Renée Hartmann, hicieron otro largo periplo por EE UU y Europa; en Nueva York almorzaron en la Cremallére, salieron de compras, recorrieron restaurantes recomendados por Valentín Hernández; escogieron tortillas de las más raras clases, un plato predilecto de Rómulo; en otra ocasión almorzaron en el pabellón Irlandés, volvieron hacer compras,... almorzaron en Manny Wolf, donde Rómulo como de costumbre pidió rost beef. Pero repentinamente el "15 tuve una llamada de Alfredo, que me dejó un tanto desconcertada, porque me decía que no estaba bien de salud, que había tenido una subida de tensión arterial... llamé al Dr. López Gómez para que me diera una versión exacta de lo que le pasaba a mi hijo. El doctor me explicó que había tenido una hipertensión emocional... Esta situación de Alfredo me intranquilizó, sobre todo porque mi viaje apenas comenzaba, nos íbamos para España y no sabíamos exactamente cuando regresaríamos". Alfredo sí era inoportuno y débil; con la edad que tenía, más de cuarenta años, casado y con una hija, y se dedicaba a llamar a su madre en los momentos más inefables y a distancias tan grandes (que movilizarse le costaban un ojo de la cara a la democracia), para contarle que se sentía mal y para que corriera a su lado, como lo había hecho en otras ocasiones encontrándose ella en Europa. ¿Por qué Alfredo, fuiste tan inoportuno con tu madre? ¿Tendría esto algo que ver con lo del balazo que a Alfredo (por malcriado y llorón) le metió Betancourt? Otra grave calamidad ocurriría a Alfredo: su perro Puguy se había perdido de la casa de la playa; "de inmediato-cuenta doña Renée en sus memorias- me puse en contacto de Radio Rumbos, Radio Continente y el canal 4 y aun cuando no teníamos muchas esperanzas, el perrito apareció el 27. Enseguida escribí dando las gracias a las estaciones de radio y a Venevisión por la ayuda que nos habían prestado. Rómulo decidió que Poguy no podía quedarse en la casa de la playa y el 28 dio orden para que lo trajeran a Paicarigua. De inmediato comenzó una relación muy especial entre Rómulo y el perrito, quien lo prefería abiertamente. Rómulo lo tenía siempre en sus rodillas", lo que provocó inocentes celos, "tremenda inquietud" en Alfredo, "pues adoraba a su perro. Pensé por consiguiente que la presencia de otro perro definiría la situación para Alfredo"; y fue así como entró a Paicarigua una perrita, vivaz, ágil y cariñosa, que Betancourt bautizó con el nombre de Tutú. "Alfredo había recuperado su perro".
Ese es uno de los grandes amanerados que hoy llama “energúmeno” a Chávez, y clama porque la Carta interamericana le sea aplicada a su gobierno.