Pude haber titulado "Escandaloso show mediático de la Fiscal" y hubiese dicho parte, sólo parte de la verdad. Pero en este como melodrama, no exclusivamente, ni siquiera como primerísima figura, actúa la señora jefa del Ministerio Público, todo parece compartido con otros. Es como un guión donde su autor hubiese tenido el cuidado que cada personaje y por ende actor tuviese un rol igualmente destacado.
Todos los directamente envueltos en el asunto, sobre todo cuando la Fiscal, toda enrojecida, no por chavista sino quizás por males del cuerpo y la conciencia, hace acto de presencia en el escenario de la Asamblea Nacional y otros como el Defensor del Pueblo, el Contralor General de la República, el acusador Pedro Carreño y hasta el titubeante Defensor Público, quien no por titubeante deja de desempeñar casi magistralmente su papel, en el amplio teatro del TSJ, desempeñaron sus roles con esmero y hasta demasiados destellos de grandeza actoral y en cuanto al manejo de los principios jurídicos, la maledicencia y lo anecdótico. Al margen de quien tenga o no la razón, quedó demostrado que cada quien actuó por todo lo alto, hasta quien enrojeció, quizás para fingir la incomodidad propia del "atropellado" y el titubeante, puesto allí a cumplir un rol formal sin los elementos a manos que pudiera haberle dado su defendido, quien no se los dio por razones obvias.
La Fiscal, en su nuevo espacio, donde es recibida como estrella caída del cielo, justo en un momento que falta estaba haciendo en aquél porque no había mucha estaca de la cual colgarse, hizo gala de conocimientos jurídicos y acusó al gobierno y los otros miembros del Poder Moral de incurrir en violaciones. Hasta aseguró no haber firmado las actas donde se preseleccionaron los aspirantes a integrar al TSJ ahora en funciones y por ello, según su opinión, esos cargos eran usurpados. Para ella, les pusieron allí tal como se escogen candidatos a diputados en el bando de donde se fue y también en el cual fue a caer tras su salto descomunal e inesperado.
Mientras tanto, en el elegante espacio del TSJ, con la adusta presencia de los Magistrados de ese alto tribunal, Pedro Carreño, Tareck Willian Saab y Enrique Galindo Ballesteros, igualmente esgrimían razones jurídicas y documentos que presuntamente desmienten lo sostenido "ahora" por la Fiscal.
La indigesta argumentación jurídica que sirve usualmente para una u otra cosa, llenó los espacios de la Asamblea Nacional y del TSJ y tanto en un sitio u otro, los oradores juraron tener la razón y los escuchas haberse apoderado de la verdad pura del asunto.
El show, en un escenario y otro, fue como exitoso, convincente y hasta "gustoso", para usar un calificativo empalagoso; porque si algo lograron guionistas y actores fue eso, empalagar al público.
Pero aquello no pasó de ser un espectáculo mediático para las galerías. La Fiscal no ha logrado explicarle a la inteligencia nacional muchas cosas. Es su derecho pensar lo que le venga en gana, desacordarse con el gobierno de Maduro, lo que no parece nada difícil, pero para no dejar la desagradable impresión del jugar al oportunismo, huella de falsedad y hasta de cálculo contrario a la moral, debería dar razones estratégico y hasta lo táctico para explicar su conducta de ahora.
Los miembros del Poder Moral y su acusador, el diputado Carreño, presuntamente han presentado pruebas contra su argumentación, como su firma avalando lo que ella alegó no haber avalado. Pero otorguémosle a la Fiscal el margen pertinente de la duda. Supongamos como cierto que ella no firmó aquellas actas, pero cabe preguntarse ¿si eso fue cierto, acaso su silencio no se convirtió en una suerte de aval de aquello? No vale, moral y políticamente hablando, argumente como importante que no firmó y actuaron sin su consentimiento. Pues al haber callado se convirtió en otorgante de lo que hicieron los otros miembros del Poder Moral; solemos darle un valor y peso enorme a aquello de quien calla otorga.
Además, ¿quién en este país desde la escogencia de aquellos magistrados hasta el día que Luisa Ortega optó cuestionar al TSJ por aquella decisión relativa a la suspensión de la inmunidad de los parlamentarios, tuvo noticias contundentes de sus discrepancias con el gobierno? Es posible las haya tenido, eso no es extraño, pero estuvo avalando todo lo que el gobierno hizo y hasta dejó de hacer por años. Eso parece como demasiado cómodo y hasta deplorable.
Pero aparte de las desavenencias de carácter jurídico antes comentadas, que muchos compartimos, todavía no hemos conocido una razón de fondo que justifique su rompimiento con el gobierno que debería ir más allá de esas cosas que ella ha ventilado. No hemos sabido de ella, alta funcionaria del gobierno por años, procedente de la izquierda, de unos de esos tantos grupos de la década del ochenta en adelante que tantas muestras de incoherencia han dado, una razón convincente para separarse del gobierno, salvo asuntos relativos a la interpretación de aspectos legales, simples formalismo. No ha dicho qué proyecto de país tiene o ha asumido en los últimos años, distinto al que venía gozosa compartiendo con quienes gobiernan. Simplemente actuó de hecho como quien no tiene nada que decir o le avergüenza confesarlo. Porque, repito, esos asuntos legales, no son suficientes ni sirven para adecentar el alma.
Quisiéramos explicaciones convincentes, coherentes y sensatas, pues aunque no lo crea, está obligada a dárnoslas por habernos representado durante años en ese alto cargo de la magistratura y hasta en los mandos del gobierno, cosa que no puede eludir fácilmente, cómo de repente optó, no distanciarse del gobierno simplemente, sino pasarse al bando contrario que dijo combatir.
¿Cómo queda la Fiscal en uno, crítico severo del gobierno por años, ignorado por este por ese motivo, cuando ella, solidaria acrítica por años del mismo, beneficiada de las ventajas que depara el poder, exhibida como proveniente de una izquierda que se solazaba diciendo que no daba treguas al enemigo, jurada defensora del interés nacional y quien acusaba al bando opositor de representar lo contrario, de repente, sin dar argumentos convincentes, solo amparada en leguleyismos y argumentos como que no firmó un acta, que parece haber firmado, amanece del otro lado y, como diría un gaucho, en los pagos contrarios?
Esto último es lo que la Fiscal debe explicar a venezolanos, pues no convencen los vericuetos legales que aluden a formalidades pero no a los principios que dan soporte al concepto de país y la acción política. Muchos discrepamos del gobierno en cuestiones puntuales, hondas, estratégicas y tácticas, pero eso no lo induce a uno a embarcase en la nave que lleva rumbo contrario.
Lo otro, no es más que un melodrama, una mala actuación para las graderías, pese se ponga roja, cosa frecuente en los catires y catiras, cuando pasan por el trago amargo de no saber explicar, porque no hay forma de hacerlo, conductas vergonzosas.