Pedro Zaraza, cuéntales a estos muchachos, que ante las dificultades sólo piensan en dejar el patio, como a ustedes les amarró este llano. Diles José Tadeo, que pese el asedio de dificultades inimaginables y vuestras vidas pendiendo de un hilo, nunca pensaron en irse a otras provincias, dejar estas llanuras, donde amenazados vivieron por sanguinarios enemigos, fieras salvajes, enfermedades contumaces, ríos indomables y otros tantos peligros.
Habla tú también Francisco Carvajal, conocido en el llano y entre los bravos guerreros como "El tigre encaramado", el de una lanza en cada mano y las riendas entre los dientes, mientras te lanzabas al galope y al ataque, como entregaste tu vida en la batalla de Aragua de Barcelona, luchando por lo que creíste a bien defender, tu patria, tu llano y tus derechos y jamás pensaste dejar nada por detrás. Y tú Pedro Camejo, a quien todos conocen como "Negro Primero", enséñales como estuviste antes con los ejércitos de generales españoles porque creíste ver en ellos los defensores de tus derechos y los de los tuyos, atropellados por la oligarquía colonial, pero tan pronto te percataste que podrías defenderlos y ayudar a construir la patria, te incorporaste a las huestes del general Páez y moriste en Carabobo hecho todo un héroe popular que nunca pensó en dar la espalda a los suyos. Siempre fuiste coherente y estuviste donde correspondía sin sacar el cuerpo o escurrir el bulto.
Zuazola, Morales, Morales, Boves más sanguinario que los dos primeros juntos y cuantos ahora se escapan a la memoria, repasaron y desolaron el llano y nuestras ciudades. En Santa Ana, Maturín y otras poblaciones cometieron fechorías inenarrables; degollaron, castraron y hasta desorejaron miles de habitantes de esta tierra bajo la simple sospecha que fuesen adeptos a la independencia.
Nárrales Juan Sotillo, como fusilaron y les arrancaron las orejas a unos cuantos en tu pueblo a cambio de dos pesos, mientras tú, tus hermanos y amigos, dormían "enmontados", para no ser sorprendidos por quienes con frecuencia asaltaban Santa Ana, buscando jóvenes patriotas. Diles como a tu propia madre, Bárbara Pérez, la atropellaron tantas veces las huestes comandadas por generales españoles.
José Tadeo, no olvides mencionarles cuando reuniste la Asamblea de San Diego de Cabrutica, con un puñado de hombres, que días atrás andaban dispersos por los montes, con la idea de crear un pequeño ejército con lo único que quedaba por estos lares, mientras el enemigo recorría el llano, de aquí para allá, con fuerzas gigantescas. Porque ninguno de ustedes pensó abandonar la lucha y "contimás" salir corriendo a resguardar el pellejo.
Eran ustedes jóvenes ambiciosos en el mejor sentido de la palabra, preparados según los retos que el proceso histórico les planteaba y entendieron, y siempre será, que como se tiene obligaciones con la familia, también se tiene con la patria, tierra y gente que de uno necesita. Conocían cada palmo de terreno, cuanto escondite existiese y las trampas que tendía la sabana, las frutas comestibles y venenosas, plantas curativas y querencias de la cacería. Y desde pequeños habían aprendido las artes para la supervivencia. Se sabían fuertes y, en la lucha por sobrevivir, los hombres como ustedes estaban destinados a ser vencedores. Aprendieron a esconderse en los vericuetos de la sabana, que se corre para eludir al enemigo, cuando en un momento dado puede derrotarlos, para reponerse y volver llenos de brío y cuando lo demandaran las circunstancias.
Santiago Mariño, no olvides comentarles como los pocos como tú, José Francisco Bermúdez, Manuel Piar Gómez, obligados a salir, se reunieron en Trinidad, al poco retornaron a la patria y emprendieron la heroica "Campaña Admirable de Oriente", que les puso en posesión de un enorme territorio hasta más allá de Maturín, donde Piar detuvo los intentos realistas de retomar la plaza. Sólo salieron por un instante a organizar sus fuerzas, pensar sus planes y volver atendiendo al llamado de la patria, tal como tantas veces lo hizo Bolívar. Háblales de como de la asolada y martirizada Cumaná, muchos de ustedes salieron para volver pronto con energía y disposición a liberar la ciudad del Manzanares.
¡Sí Sedeño!, si ustedes hubiesen corrido sin regreso a las primeras de cambio, sus familiares, amigos, ancianas y ancianos, niñas y niños, toda la gente nuestra, hubiese quedado totalmente indefensa. Y no habría patria, ni aquí ni allá lejos, donde se levanta la montaña andina y más allá hasta donde el sueño y la audacia llevaron a Bolívar y Sucre. Porque aquella terquedad de ustedes no dejarle este llano y todo el territorio nacional al enemigo, en gran medida contribuyó con aquel glorioso parto.
Era fácil para ustedes, Sucre, Sedeño, José Tadeo, Mariño, Piar, Sotillo haberse refugiado en cualquier parte, lejos del brazo español, pero por la grandeza no lo hicieron.
Ezequiel Zamora, General de "Hombres Libres", ven aquí y recuérdale a estos muchachos asustadizos y desesperanzados, como habiendo salido del país, expulsado por el gobierno de la oligarquía, al estallar en Coro la Guerra Federal, acudiste presuroso al llamado de la patria, solamente al escuchar, desde lejos, el clarín a tomar el mando de los revolucionarios.
Porque para todos ustedes, cuéntenles, la patria fue y es un amor profundo, hermoso, como el que se siente por la madre, todos los ancestros, lo grande y lo pequeño que invitan a quienes le siente, hacer grandes proezas, como las hicieron ustedes.