La lucha social y de clases hipotecada

Tengo la costumbre de cuando estoy en la cola de un banco, abasto o en algún otro comercio donde sea obligado captar el sentir de las personas (clases Sociales) sobre la situación venezolana, oigo y tengo la manía de registrar ciertas expresiones, que van cargadas consciente o inconscientemente de un significado. Hago el registro de las expresiones con las cuales, las personas resumen sus visiones y me fijo en la persona que lo hace. Me fijo en la condición de clase de la persona.

Me enfoco en la mayoría de los casos, a meterle el oído a las personas que asumo viven de un salario o su apariencia es la de un trabajador o trabajadora. En la mayoría de las veces, capto que estas personas de orígenes humildes y pobres, asumen, no dejando de ser justificado, una esa posición contra Maduro y el gobierno.

Puede entenderse esto, porque es los más superficial, más visibles y vivible. Es lo más fácil de observar y sentir. Cuando una persona pobre va a comprar su comida, no tiene que ser un sociólogo o economista para explicarse que no puede comprar lo que necesita.

Lo que verdaderamente incomoda, es que el nivel de conclusión alcance para dar una voltereta social y “guindarse" del discurso de las clases dominantes y dentro de ese discurso, hay rendido en su espíritu de lucha.

Este viernes 25 de noviembre debía acudir a una clínica veterinaria porque tengo una mascota, que ya es parte de mi familia y la sentía malita. Ya es viejita y me fui a la clínica que vi más cercas de mis posibilidades y la que he utilizado en otras ocasiones. Llegue en el momento de reposo del personal que administra la clínica y los trabajadores. Esperaban tres señoras y un señor por la atención a sus mascotas. Yo era el quinto en la cola y en total, con el personal administrativo de la clínica, incluidos tres obreras, éramos como 12 personas

El tema de conversa era la tarjeta “mi patria”. Comprobé que el personal administrativo y obrero tenía su tarjeta. Vi también que los clientes la tenían porque la mostraban y hablan del código que tienen sus tarjetas. El Tema de discusión era quiénes de los que estaban ahí habían recibido sus bonos o acreditación de la ayuda y cómo cada uno había realizado su inclusión. Me sorprendió, que todos los que estaban como en la salita de esperan, habían logrado su bono, con excepción de una señora y de mí. Todos los habían hecho con ayuda en centros de conexión o con ayuda de terceros.

Yo dije me dije muy calladamente: Así, así, así es como se gobierna”. No es fácil entender la regaladera de dinero del gobierno, pero partamos que es una política de compensación. Si así lo fuera, debería ser una política socialmente direccionada a los segmentos más vulnerables de la población venezolana: D y E.

Pero este no es el punto de esta nota. El punto responde a que en esa conversa, una de las obreras que hace el trabajo de bañar y limpiar a las mascotas, fue la que sostuvo un “discurso” más desclasado. Supo decir muy abiertamente, “Yo he recibido mi bono y doy la puñalada trapera”. Entendí perfectamente el sentido de esa frase, pero ella tuvo la oportunidad de explicarlo. Dijo algo más o menos así: Recibo mi ayuda y al momento de votar, doy el voto a los amarillos. Entiendo que los amarillos son los de Primero Justicia.

No espero ni reclamo que voten por el PSUV. Lo que tiene sentido para mí es la expresión y la realidad de una persona que teniendo socialmente una identificación, se “guinde” muy fácil de una propuesta política desconocida, que no la salvara de cosas peores a la que vivimos. Esa expresión, “puñalada trapera”, es simbólicamente una forma o manera de vivir políticamente hipotecada.

La otra expresión que tengo registrada entre muchas de las que oigo y registro y que vienen de boca de personas con apariencia de trabajadora, es la de “este país se acabó”. Esta es mucho peor que la otra, porque lleva la muerte del sentido de lucha. Son personas políticamente desmovilizada y entregadas.

La política de la derecha ya liquido políticamente a una parte importante del pueblo. No espero que sean madurista o del PSUV, pero desde el punto de vista político e ideológico, ya tienen su fuerza hipotecada. No son estas, dos expresiones de dos personas. No es un hecho fortuito. Es lo se oye en las colas y se le oye a personas que tienen todo el derecho y razón de estar muy molestos, pero no deberían estar “guindado” del discurso dominante.

Esta no es la única cara de la moneda que se lamenta, de este lado, se cuenta también con un “movimiento” de trabajadores adormecido y desmovilizado por un discurso clientelista.

Marcano.evaristo@gmail.com

@evaromar


 



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Evaristo Marcano Marín


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