Luis Britto García, Pascualina Cursio y su caprichosa (y positivista) teoría del dato

"Reflexionar para medir y no medir para reflexionar"

Gastón Bachelard, la formación del espíritu científico

Necesito precisar algunas cosas antes de meterme en camisa de once varas. 1) Con alguna frecuencia, Julio Borges utilizaba para producir sus artículos alguna página web que tuviera un dato simpático para él, que dijera algo malo sobre Venezuela. Borges rastreaba estas páginas y cuando lograda ese dato, aparecía la realidad de Venezuela 2) Un intelectual adeco que se proponga demostrar la tesis que con AD se vivía mejor, seguro que encuentra un camión de datos para argumentar su capricho. No le creería, pero seguro que datos encontraría. 3) Resulta ahora, que el asunto o el tema duro de explicar, es que Venezuela produce y produce lo que consumimos, no desde la V, sino desde la propia IV.

Cada uno de estos puntos comenzaron a registrarse en mi memoria al leer el artículo que este domingo (25/03/18) nos ofreció Luis Britto García y que hace uso particular de esa capacidad que tiene Pascualina Cursio para formular su versiones de los bien que vamos, echándole mano un poco al estilo de Julio Borges y que se reduce a homologar un dato con la realidad. La realidad ese simpático dato que Pascualina descubre e incorpora a su base. Es un esfuerzo que se traduce en valiente sacrificio para volver al positivismo, que por supuesto, también se dice que es ciencia.

Sí, así como lo dice Luis Brito García hay toda una tradición intelectual antiquísima de colocarnos como un país inútil, pero vamos a dejar este asunto de país inútil hasta aquí. Pienso, que si algo hay que ajustar desde hace más o menos seis o siete años para acá, es esa condición de país rentista. Los números, si lo usamos no tan apegado a los criterios neopositivista, como estila a veces Pascualina Cursio, no cuadran con este perfil de una Venezuela hoy rentista, en el sentido que veníamos manejándolo.

Así como Julio Borges sacaba sus páginas web, Pascualina Cursio sacó la página del Instituto Nacional de Nutrición y nos ofreció un dato espectacular. ¡Producimos! Lástima, que Pascualina Cursio no abogue porque el BCV y el INE actualicen información, porque esos nos darían más datos para contrastar.

Resulta que ahora, lo esencial es ese ¡producimos! Sin otro adornito. Si la cosa es así, para qué este trama de casi 20 años, si la Polar, ella solita "produce" mucho o produce una gran parte de los alimentos que consumimos. Si el tema es ¡producimos!, nos hubiésemos ahorrados tanto problemas creando varios clones de la polar y nada de esos problemas con la ley de tierra, "la producción social", la EPS, las empresas del Estado quebradas, el nuevo modelo productivo y la soberanía alimentaria.

Ya en 1980, según los datos del Instituto Nacional de Nutrición que rescata Pascualina Cursio, las cosas venían bien. Desde ese momento, no había necesidad de montarnos en otro proyecto societario porque "Venezuela [era capaz de producir] 22.500.000 de Toneladas Métricas de alimentos, e importó unas 4.000.000. En 2013, produjo unos 46.000.000 millones de toneladas métricas, e importó unos 8.000.000. Ello arrojaría los totales de 88% de producción interna, y 12% de importaciones. Para el 2013, nos sigue diciendo Luis Britto García, apoyándose en los datos de Pascualina Cursio, "la disponibilidad de alimentos ascendió a unos 51 millones de toneladas métricas, de las cuales 43 millones fueron producidas en Venezuela y unos 6 millones importadas. Ese mismo año habríamos producido unas 8.100.000 toneladas métricas de cereales, e importado unas 4.800.000 toneladas"[i]. No sabíamos, que en 1980 nos falta un pelito para ser autosuficientes y producir lo que consumimos, porque todo este lió se reduce única y exclusivamente a producir y no cómo producimos, para qué producimos y para quienes producimos.

La única vainita que hace ruido ahora, según el interés de LBG es la distribución de eso que producimos. No es ni siquiera la distribución de la riqueza, sino la producción en términos generales y la distribución de alimentos que está en manos de oligopolios. Preocupa, que la distribución de alimentos esté en manos de oligopolios, pero no se dice nada en manos de quién está la producción. Lo verdaderamente extraordinario es que producimos. No importa cómo, para qué y para quienes.

Es más, hoy no interesa porque ese dato tal vez no esté en el Instituto nacional de Nutrición (Curioso no) cómo comemos y cuántas veces comemos. Esto no lo registra ni Luis Britto García ni Pascualina Cursio lo cual quiere decir, que es un dato irrelevante. Sólo es necesario y fundamental saber, que producimos lo que consumimos. Ni siquiera el dato de quién come más, de eso que producimos desde 1980. Ya desde año éramos, casi autosuficientes y no sé para qué inventamos esto de soberanía alimentaria.

No hay manera de ver, porque es un dato irrelevante en perspectiva con el modelo, cuánto de eso que producimos para comer, se concreta en empresas del Estado, cuánto en Fundos Zamoranos, cuántos en tierras recuperadas y que tenían latifundistas, cuánto en EPS. No se ve; cuánta de esa producción es verdaderamente endógena y en consecuencia, utiliza, insumos (fertilizantes por ejemplo) producidos en el país. No hay manera de saber con este pintoresco dato, cuánta deuda hubo que contraerse para esta producción y cuántos dólares preferenciales se escaparon (fugados), que contribuirían con esta producción para aumentarla, pero que se fueron en empresas de maletín. Sin eso, el dato parece no explicar mucho el modelo que asumimos. Es pintoresco. El dato tampoco se contrasta con la inmensa cantidad de buques que llegan a nuestros puertos. Eso buques eran de utilería.

A leer este artículo, me vi en el segundo semestre de mi carrera en la UCV, cuando se discutía porque estaba de moda, el dato o indicador que puso en vigencia la CEPAL del Ingresos per cápita. Ahí también las cosas iban bien, porque Venezuela tenía un ingreso per cápita de los más altos de América Latina, pero la miseria era muy alta. No importaba que ese dato de ingreso per cápita, no tuviera ninguna relación con el esquema social de distribución de la riqueza o de la renta, que a decir verdad, poco ha cambiado en estos tiempos.

El hecho trascendente según esta "novedosa" teoría del dato, es el hecho que se observa. ¡Producimos lo que nos comemos!


[i] https://www.aporrea.org/actualidad/a261043.html



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Evaristo Marcano Marín


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