"Y los zapatos de Manacho
Son de cartón, son de cartón, de cartón.
Son de cartón, de cartón."
Años atrás, el "Gran Combo de Puerto Rico", cantó y puso a bailar a medio mundo, sobre todo a nosotros los caribeños con esa pieza musical, cuyo género no califico por falta de cultura musical, en cuyo caso habría que consultar por lo menos a Lyl Rodríguez. Me causaba mucha gracia, porque tuve unos zapatos de cartón que se me disolvieron en una pertinaz y abundante lluvia siendo niño y eran los únicos que tenía.
También, hace poco, en plena calle y bajo una copiosa lluvia, mientras hacía una urgente diligencia buscando algo necesario en un país donde esto se ha vuelto un drama, unos de mis zapatos botó la suela, justo al pisar en punto donde se cumulaba una pequeña cantidad de agua muy contaminada lo que me provocó que dos tres días después se me desatase una seria infección. Porque mis zapatos, de los tres pares que tengo, por los años y la imposibilidad de sustituirles, se cansaron, como yo se enfermaron y rasgaron. Aunque debo reconocer que estos no son de cartón como aquellos.
Ahora la política venezolana, no sé si muy creativa, pero si contaminada de todo lo que sea banal, porque los banales se apoderaron de la política, por lo que en ella hay de negocio, se está centrando en los zapatos de Jorge Rodríguez. Meses atrás, los opositores pusieron su atención en los zapatos de su hermana y dijeron entonces casi lo mismo.
Esos zapatos, según esos empeñados en mirar hacia abajo, "mira hacia abajo cuando camines", decía un viejo vecino nuestro allá por mi infancia, "porque es en el suelo donde se encuentran cosas", él no entendía que nosotros buscásemos arriba, por jóvenes y porque arriba y adelante es donde se halla el futuro, motivan todo el interés opositor de ahora.
Y justo esos zapatos, que cuestan según dicen, mucho más que el carro que mi amigo y compañero de la izquierda desde los años juveniles, sin enchuche ni compromisos agobiantes, quiere vender por no poder mantenerle y necesitar unos reales para poder subsistir, definen la política y los políticos de hoy. Porque Jorge Rodríguez, ministro de información del gobierno, hermano y tutor de la vicepresidente, con un poder inmenso, tanto como que también jefatura en el gobierno, dueño de los zapatos rojos, para más señas, y los políticos que miran hacia el suelo recabando argumentos que les faltan, ahora misma forman el centro de atención de los medios informativos. Ahora más, siendo Jorge el hermano mayor de Delcy.
Los zapatos, por lo caro y el cargo que desempeña quien los compró y porta, es poco probable pisen donde posaron los míos, aquel de cartón de cuando mi niñez y este de ahora que usaba por mi pobreza, pero lo contaminante uno puede hallarlo donde menos se espera. En algún quirófano, así sea de la clínica más chic y cara de una ciudad pretenciosa y sólo accesible a quienes no les afecta esta crisis global, material y moralmente hablando, se puede contaminar al enfermo. Algo de eso acaba de pasar en Caracas y casi nadie se ha enterado; la prensa carroñera, eso ha ignorado, porque es malo, según sus dueños, meterse con las catedrales. Es decir, esos zapatos de Rodríguez que en nada se parecen a los de Manacho y menos a los míos, puede que no se deshagan con la lluvia, sobre todo si se tiene tantos y cómo sustituirlos fácilmente y hasta puedan servir para que, con razón o sin ella, quienes miran hacia abajo buscando argumentos en la basura, pozos de agua contaminada, hallen lo que buscan.
Y es extraño, pudiera ser la misma persona, por lo menos es el mismo estilo, de vida y hacer política, que se busque la debilidad "del proceso", como les gusta decir a quienes ven en Maduro la continuación de Chávez y no se percatan de los cambios habidos, que cierta oposición pone empeño en buscar la debilidad del gobierno en los pies de los Rodríguez y sobre todo en sus zapatos. Es como aquello de "buscar bajo las alfombras", una expresión que invita a indagar sobre lo nauseabundo, lo sucio y es también práctica usual de ciertos políticos sin talento ni cultura y aficionados en jorungar en la basura.
Habiendo tanta cosa vital, trascendente de qué hablar, como para ganarse a la gente y al mismo tiempo enseñarla a leer lo mejor de su tiempo, sobra gente que se comporta como si fuesen zamuros, buscan solo la carroña.
Lo que no significa que uno excuse ni apruebe a alguien que siendo, según su propia definición, "revolucionario" y hasta funcionario del gobierno, dando muestras de ese "mal gusto", porque esto es relativo, adquieran de esos zapatos o los reciban como regalos, lo que es todavía peor, mientras la determinante mayoría de los venezolanos, incluyendo quienes aquél apoyan, no sólo pasan hambre, sino que ya andamos como "Manacho".