Con las tablas en la cabeza

Salieron publicadas las supuestas tablas salariales de los docentes universitarios y que para muchos, es el rasero con que están elaboradas también las pertenecientes a otros gremios. Son tablas hechas con escuadras, con las medidas tomadas con un escalímetro, por ser las tablas donde están las escalas salariales. Y viéndolas así, estas tablas fueron elaboradas en verdad por un carpintero en vez de un erudito en nóminas que haya estado informado de la crisis y los sobreprecios acordados, porque este ebanista las cortó por todos lados, no le dejó ninguna arista y las lijó bien lijaditas.

No se porque se me ocurre abrir este tema con una guasa, porque en verdad es un tema muy serio. Había una gran expectativa desde que se anunció el "digno" salario mínimo, basado en medio petro (moneda que está resultando tan imaginaria como el anunciado estipendio salarial) que auguraba un devenir, aunque no muy próspero, si algo tranquilizador entre tanta angustia que ha sufrido la clase trabajadora sin distingo de la labor que realicen. Pero, como lo comenté en anterior oportunidad, el tan renombrado salario mínimo soberano se lo "jarto" de una soberana mordida la LTSA o Lista Tareck de Sobreprecios Acordados. Aparte de esta renombrada lista, hay que sumarle lo de siempre: precios abusivos controlados por el acaparamiento y diferencia de precios en efectivo o por tarjeta. Nos despedazaron el salario sin haberlo tenido ni un minuto en nuestras cuentas y mucho menos sin un billetito de los nuevos en el bolsillo. Pero aun más, nos despedazaron la sonrisa, el respirito que habíamos tomado y ese halito de ilusión de tener un final de año un poquito esperanzador. Puta madre, nos llevan a rejo, revolcados cerro abajo y sin una ramita para agarrarnos.

Hay una vieja conseja que reza "De ilusión también se vive" para denotar las esperanzas que se mantienen de lo que siempre esperamos, pero que no siempre se cumplen. Se trata de una frase consolatoria empleada cuando la realidad no nos ha proporcionado lo que anhelamos, pero, como dirían mis adoptados paisanos zulianos "ya ni esa verga nos han dejado". Y eso pasa porque nuestra realidad es una puesta en escena donde no somos protagonistas, sino extras de un guión donde no nos han dado ninguna línea para decir y hacer, mas allá de pasar desapercibidos como relleno. Nos imponen todo en esta película, cuyo título "La democracia socialista participativa y protagónica" que debería ser una trama optimista, la han convertido en un drama sin fin.

Ojala el gobierno rectifique, ojala sea producto de una estupidez individual de algún funcionario que calculo mal y que tanto los profesores universitarios como todos los docentes, profesionales y la clase obrera en general se le dignifique en verdad y no en base a supuestos logros sociales mediáticos, que al final son sinónimos de engaños. Que esa lucha gremial amparada en la ley, en su contratación colectiva y que es un logro de la verdadera lucha socialista de la clase trabajadora, como son sus beneficios socioeconómicos, sean respetados por consenso de la masa laboral, no por imposiciones del patrono que lo gobierna. Se critica a las empresas capitalistas, a la Argentina de ese inhumano gobierno de derecha de Macri, pero aquí que balbuceamos a cada momento el talante socialista de este proceso, se hace lo mismo pero con pintura roja.

¡Basta ya de sorpresas aciagas para el colectivo nacional! Esto no se trata de chavistas, escuálidos, apátridas, enchufados y de una lucha de clases que le han menguado y distorsionado su naturaleza porque la tarifaron. Se trata de la salud corporal y mental de todo un pueblo desgastado porque lo jode los cortes de luz, de telefonía, de hospitales con dolidos pero sin dolientes, de transporte que emulan jaulas ganaderas, de gente que se sigue yendo, de familias destruidas o desunidas que ya no da para más sacrificios y que esperaban que su quince y último le adecentaran su esfuerzo laboral, pero, al parecer ya no será así. Hay tiempo de enmendar y encaminar, muy pero muy poquito, pero hay tiempo. Coño, hagan algo.



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Carlos Contreras


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