La constitución que nos dimos soberanamente en diciembre de 1999 declara entre sus artículos que los venezolanos tenemos no solo el derecho sino también el deber de participar en la construcción y defensa de la patria. También declara que la nación se rige por los principios de la cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad.
Debo admitir lo difícil que es hacer cumplir estos preceptos en un país acostumbrado a casi un siglo de democracias representativas, o lo que es peor, a dictaduras disfrazadas de democracias, regidas por unas elites que siempre utilizaron el estado para hacer con él lo que más conviniera a sus intereses, tomando decisiones que casi siempre iban en su beneficio y en detrimento del interés de las mayorías.
Durante años dominaron al pueblo manteniéndolo en la ignorancia más oscura y degradante, convenciéndolo de que los ciudadanos de a pie eran demasiado brutos para tomar decisiones importantes, excelsa labor que solo le correspondía a los notables apellidotes de siempre.
La participación de los pocos que tenían el derecho al voto, se limitaba al acto de votar en elecciones amañadas, todo lo demás era discutido y decidido a puertas cerradas por los políticos de turno, todos sin excepción al servicio de las oligarquías locales que a su vez estaban siempre al servicio de intereses extranjeros.
En 20 años de revolución, se han ido lentamente creando las instancias de participación necesarias para cumplir con el mandato constitucional, pero debemos admitir que las trabas impuestas por las fuerzas contra revolucionarias incluso muchas veces desde adentro del estado y la falta de una verdadera y efectiva organización popular, sobre todo en las grandes ciudades han hecho difícil la tarea.
Es sin duda en el área cultural, donde se hace sumamente difícil la misión de Inculcar en el pueblo el deseo de participar activa y protagónicamente, de ser corresponsables en la construcción del país y solidarios con sus compatriotas, sobre todo con los más necesitados.
50 años de falsas democracias "representativas" acostumbraron a muchos a dejar todo en las manos de los gobiernos de turno. La propaganda capitalista nos va volviendo egoístas y apáticos con los procesos políticos y organizativos. La televisión, el cine y los juegos de videos, y las redes sociales, todos conspiran para que nuestros jóvenes, que nunca conocieron los corruptos y represivos gobiernos adeco/copeyanos se encandilen con la farsa de la cultura imperialista y su sueño americano o europeo que es casi la misma vaina y que muy rápido se está convirtiendo en una pesadilla fascista
Este 9 de diciembre se nos presenta otra oportunidad de ejercer nuestro derecho al voto, esta vez para elegir a las autoridades más cercanas a nosotros. Los concejales tienen la facultad de dictar leyes y normas para regular en materia de servicios público, electricidad, agua potable, gas, alcantarillado y canalización, el control, vigilancia y fiscalización de ingresos, gastos y bienes municipales, la organización y administración de los municipios, vialidad y transporte urbano de pasajeros y pasajeras, espectáculos públicos, publicidad comercial, turismo, protección del ambiente y muchas otras cosas que nos atañen a todos muy significativamente.
Aunque casi siempre ignorada, una de las más importantes facultades del gobierno municipal y sus concejales es legislar para promover y facilitar las iniciativas vecinales y comunales con el objeto de promover la descentralización de la administración del municipio y la participación ciudadana para una mejor prestación de los servicios públicos, el capítulo cuarto en su artículo 168-3 nos dice: "las actuaciones del municipio en el ámbito de sus competencias se cumplirán incorporando la participación ciudadana al proceso de definición y ejecución de la gestión pública y al control y evaluación de sus resultados y en forma efectiva y oportuna conforme a la ley". En pocas palabras poder popular.
Podemos ver la gran importancia del próximo proceso electoral, no sirve de nada quejarse y quejarse de lo malo de este o aquel servicio, de la corrupción y la burocracia, si no hacemos nada por cambiar las cosas y un primer paso es elegir a personas que nos ofrezcan cumplir con ese mandato constitucional, que pateen las calles junto a nosotros y nos ayuden a organizarnos y sacar adelante nuestros proyectos. Y un segundo paso es controlar y exigirles a estas autoridades que cumplan con sus tareas de forma honesta y eficiente.
Da vergüenza escuchar, como lamentablemente me ha tocado ya demasiadas veces, a jóvenes decir cosas, como "en esas elecciones nadie vota" o "yo no voto ni en las presidenciales, mucho menos en estas". Esta actitud nos muestra el tremendo daño causado en nuestros jóvenes por esa apatía inducida producto de la propaganda y de la mala cultura hegemónica dominante.
Si queremos que las cosas sigan como están, entonces no salgamos a votar. Pero si de verdad queremos construir un país mejor, es nuestro deber este 9 de diciembre salir a votar por aquellos que nos ofrezcan la posibilidad de ser corresponsables en las tomas de decisiones a nivel municipal, aquellos que nos ayuden a organizarnos para luchar unidos y con fuerza. Y después es nuestro deber y nuestra responsabilidad hacerles seguimiento y control para que cumplan los deseos del pueblo y su mandato constitucional.