"el capitalismo contiene en sí mismo las semillas de su propia destrucción"
Karl Marx
Los que me han leído alguna vez, conocen mi fuerte aversión por el poder corporativo y mi denuncia constante contra su dictadura global. Para muchos de nosotros la verdadera causa de todos los problemas económicos de nuestro complicado mundo.
Empecemos por reconocer que la "economía de mercado" se ha transformado en el poder ilimitado de unas cuantas mega corporaciones, que van sembrando desigualdad, explotación y miseria, instalando a la vista de todos, pero al parecer, sin que nadie se dé cuenta, gobiernos dictatoriales que poco a poco van apuntalando el régimen corporativo mundial. Indudablemente "El mejor truco del diablo es hacernos creer que no existe".
En este nuevo orden, las corporaciones se van fusionando con los estados, apoderándose de las instituciones que se suponen deberían servir a los y las ciudadanas, manejando a aquellos funcionarios que en teoría son representantes de sus pueblos.
Ya no nos puede caber la menor duda, la ideología detrás del "mercado" tiene sus dueños, escondidos detrás de las cortinas de la tan cacareada "libertad individual" y el secreto corporativo.
Dejémonos de pendejadas, el libre mercado no es la libre asociación y el libre comercio de miles de pequeños y medianos comerciantes sin intervención del estado. Todo lo contrario, las corporaciones son las que controlan el mercado y de paso a los estados, y se han convertido en el peor enemigo de los nuevos emprendedores, y de la pequeña y mediana empresa.
Las finanzas, el sector de seguros y los bienes raíces en general, tanto a niveles locales como internacionales están manejados por mafias cuyos capos son las elites que a su vez poseen la mayoría de las acciones de las más grandes corporaciones.
En el mundo actual el "ascenso y la movilidad social" no dependen del mérito o el trabajo duro, sino que están amañadas en favor de los poderosos y de un sistema de coerción y sometimiento, donde inevitablemente el pez grande se come al chico. La dictadura de las corporaciones tiene que destruir a las pequeñas, medianas e inclusive a algunas grandes empresas, para construir sus inmensos monopolios.
El libre mercado y su "mano invisible" son un mito, y como todo mito, ejercen una singular atracción en la mayoría de las personas. Los intelectuales y economistas y sus escuelas económicas tradicionales nos han vendido al mercado como un dios omnipotente y misterioso, con dogmas y leyes infalibles e inquebrantables que no pueden ser comprendidas por los laicos. Todo aquel que se oponga, será considerado como un hereje y castigado con crueldad.
El poder corporativo impone esta ideología con violencia, explota a los pueblos, saquea sus recursos y envenena impunemente al planeta, amparado en sus leyes, y sus ejércitos de abogados y jueces asalariados. Esto indudablemente no es libertad, ni de mercado ni de nada, es la libertad de unos pocos de hacer los que le venga en gana con los bienes y las vidas de todos los demás, esto es dominación hegemónica y supremacía.
Afortunadamente todo tiene su final, todo debe cambiar, querámoslo o no. Marx previó muy temprano, que el capitalismo algún día agotaría sus potenciales y colapsaría. También entendió claramente que la expansión infinita del capitalismo en un planeta finito era inviable. Nos dijo también que "las tareas (para desarrollar formas superiores de producción) solo se presentan cuando las condiciones materiales necesarias ya existen".
Hoy, en nuestra patria, estas condiciones están más que dadas. El comandante Chávez lo vio con claridad cuando nos ordenó: "comuna o nada!".
En Venezuela es necesario empezar a construir esas nuevas formas de producción, debemos acabar de una vez con los monopolios y oligopolios. La producción debe estar en manos de miles de productores nacionalistas y en manos de las comunas, organizadas alrededor de la solidaridad y el amor al prójimo. Debemos y podemos, construir un país de abundancia donde todos podamos ser felices, sin depender tanto de los grandes capitales, sus venenosos productos y su perversa ideología.
Tenemos que destruir el mito del gran sacrosanto dios mercado que todo lo controla. Una inmensa farsa, y el fraude más grande de la historia. Fraude que hoy trata de hundir a Venezuela por medio de los inclementes ataques a la economía nacional.
Esto no lo lograremos de un día para el otro, sobre todo porque la dictadura corporativa hará todo lo posible por detenernos y destruir nuestros sueños, saben muy bien estos mafiosos, que al triunfar por fin la revolución bolivariana, su gigantesca casa de naipes se derrumbara aparatosamente dando lugar a un mundo nuevo y mejor.
"La pelea es peleando"