Llevo días analizando los sucesos en Venezuela, pero llevo años analizando los acontecimientos en el mundo. Cuando hace ya casi 5 décadas, junto a kasino (ex baterista de la Misma Gente) y un grupo de amigos, andábamos haciendo rock psicodélico en un país portátil de mises y novelas, en la banda, como en cualquier familia, equipo de futbol o universidad, había diferentes tipos de forma de pensar, diferentes formas de ver el mundo, algunas más políticas y más radicales que otras, pero siempre existió un sentido de amistad y de unión sobre algo en especial, la necesidad de cambiar un mundo injusto, autocrático y con una perversa manía de resolverlo todo con bombas, balas e invasiones. Eran tiempos de guerras infames y revoluciones utópicas, que a veces triunfaban.
Pasaron los años y esos hippies peludos que fuimos alguna vez tomamos diferentes rumbos y cambiamos muchísimo. Lo que al parecer no ha cambiado, es esa adicción maléfica de inventar sangrientas guerras por motivos económicos disfrazados con los más "sublimes" ideales.
Religión, libertad, raza, territorios, derechos humanos cualquier excusa es buena para iniciar conflictos de toda índole. Conflictos donde lamentablemente sufren las grandes mayorías y solo se benefician los grandes fabricantes y traficantes de armas, los eternos destructores de sueños, vidas y porvenir.
Me sentí obligado a escribir estas palabras, dirigidas a todos esos locos y locas, músicos, poetas, bailarines y bailarinas, escritores y escritoras, artistas todos, que decidimos tomar el difícil y complicado camino del arte y la creación cultural como forma de vida. Tómenlas, por favor, como si fueran ese mensaje en la botella que un mar desesperado trajo a sus manos justo antes de una gran tormenta.
Los acontecimientos se mueven deprisa, la violencia y el caos una vez desatados se convierten en una avalancha que crece exponencialmente volviéndose muy difícil de controlar.
Dejemos de lado, por un momento, nuestras ideas políticas del color que sean, nuestras creencias religiosas, nuestros gustos musicales y literarios y con cabeza fría pensemos un poco en lo que ya indudablemente se está fraguando contra Venezuela y contra todos los venezolanos.
Aquí ya no se trata de odiar o amar a Maduro, de respaldarlo o no, de ser opositor o chavista, punketo, heavymetalero o salsero, se trata en verdad de detener el baño de sangre y la violencia que inevitablemente ocasionaría un enfrentamiento entre hermanos o una intervención extranjera en nuestro país, así traiga el bonito nombre de "intervención Humanitaria" o venga acompañada de una supuesta "responsabilidad de proteger".
Recuerdo con tristeza y un poco de aprensión, como hace años observe de lejos los acontecimientos que precedieron a la inútil invasión a Irak, invasión que creo un conflicto regional que aún perdura, y que ya ha causado muchos más muertos y violaciones de los derechos humanos que lo que el dictador Saddam, (previamente uno de los favoritos de las potencias occidentales), pudo ni siquiera haberse imaginado. Recuerdo las mentiras y las excusas de los mismos que hoy amenazan a Venezuela, recuerdo también las protestas de los cientos de miles que marcharon y levantaron sus voces en contra de esa guerra, al igual que lo hicieron por millones antes de la destrucción de Libia, fueron más de un millón los que marcharon en Londres pero los señores de la guerra igual siguieron con sus planes sumiendo a un país con los niveles de vida más altos del África y quizás del mundo, en la miseria y la violencia. Libia hoy está dividida en tres republíquetas, con tres gobiernos diferentes, donde los que mandan en verdad son fuerzas paramilitares asesinas, mientras las grandes transnacionales gringas y europeas despojan al pueblo Libio de sus recursos y extraen sus riquezas a precio de golilla. De paso cientos de miles de millones de dólares de las reservas internacionales de libia desaparecieron sin dejar rastro.
Las intervenciones "humanitarias" en Irak, libia y siria solo han traído violencia, muerte, miseria y millones de desplazados, que hoy mueren por miles tratando de llegar a Europa huyendo del desastre de la guerra.
Pensemos… que música, que belleza creativa podríamos producir en medio de un conflicto violento. Como sentarnos a componer en medio de las bombas y las balas.
Los artistas somos seres afortunados, se nos han otorgado talentos especiales para crear belleza, para recrear y cambiar el mundo, convirtiéndolo en algo más hermoso, talentos especiales, con los que podemos revolucionar y cambiar para mejor los conceptos culturales que hoy rigen nuestra injusta y confundida sociedad.
Todos aquellos que podemos conmovernos con el sonido de la música, con los sentimientos expresados en un lienzo o las palabras de un poema, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para detener esta locura. Solo en paz podemos salir adelante. La guerra no es, nunca ha sido y nunca será una solución para nada ni para nadie.
Detengamos el avance fascista y guerrerista que los enemigos de la vida quieren desatar hoy en Venezuela y en NuestraAmérica.
Urge hoy que nuestras canciones alerten sobre la guerra en Venezuela, urge que nuestros poemas sean escudos ante la oscuridad que nos acecha ¡Hagamos oír nuestras voces para detener la barbarie!
Para finalizar, rememoro el coro de una canción poco conocida de la Seguridad Nacional, "las bombas matan las balas duelen, la guerra no es como la pintan en la tele". Y podría agregar… ni en las películas de Hollywood ni en los juegos de video. La guerra es solo muerte, destrucción y definitivamente no vale la pena.