Qué credibilidad puede tener un gobierno como el de Nicolás Maduro, que por un lado denuncia una feroz guerra mediática internacional, pero por el otro, desde hace seis años, realiza grandes esfuerzos para imponer la censura y la autocensura en todos los medios de comunicación públicos y privados del país.

No es mentira que las grandes agencias de información y medios más importantes del mundo, desde la llegada de Chávez al poder, sostienen una estrategia dirigida a manipular a la opinión pública venezolana. Quien suscribe denunció por mucho tiempo esa campaña sistemática enfocada a pinchar el cerebro de los venezolanos a través de mensajes de alto impacto psicológico, mentiras y medias verdades.

Pero para ser coherente, tampoco es falso que por la vía del chantaje, la presión económica y la aplicación a conveniencia de la normativa legal el gobierno de Maduro intenta alcanzar el monopolio y la hegemonía comunicacional para acallar a sus críticos.

Es así como por falta de papel importado han cerrado el ochenta por ciento de los periódicos, las emisoras de radio subsisten amordazadas por Conatel, y las televisoras privadas Globovisión, Televen, Venevisión y otras, evitan transmitir informaciones que afecten la imagen del gobierno, so pena de ser sancionadas o recibir llamadas intimidatorias desde el Ministerio de Comunicación.

Un caso emblemático de ese control ejercido por el estado para limitar la libertad de información, es la poca o ninguna difusión que las televisoras privadas, y no decir las estatales, le han dado a las protestas que desde el 23 de enero pasado ocurren en todas las ciudades del país.

Millones de personas de manera pacífica han salido a las calles a pedir la renuncia de Maduro, y, sin embargo, nada de esto se jerarquiza como noticia. Las que sí tienen amplia cobertura por VTV son las escuálidas concentraciones oficialistas. Es mucho más fácil observar la magnitud y el impacto de las protestas contra Maduro en medios del exterior que en los propios.

Es tanto el cinismo y la doble moral con relación a este y otros temas, que el mismo Presidente, quien no pierde oportunidad para denunciar la campaña mediática internacional en su contra, durante la reciente crisis política que atraviesa su gestión, ha concedido, en los últimos días, sendas entrevistas a televisoras foráneas para intentar recuperar espacio entorno a su pésima imagen. Importancia que no le ha dado, por ejemplo, a la cadena Telesur.

La primera fue concedida a la periodista María Elvira Salazar, en la televisora Fox de los Estados Unidos; y la segunda, al programa Los Salvados de Jordi Évole en la Sexta de España. En ambas salió con las tablas en la cabeza. Seguramente no logró sus objetivos. Por cierto, se dice que la entrevista con María Elvira fue posible gracias a que lo asesores de Maduro la solicitaron con el propósito de que este último enviara un mensaje público al presidente Trump.

Lo cierto es que la gestión de Maduro ha estado sumida en grandes contradicciones tanto en el tema comunicacional como en otros. Por un lado acusa a los medios internacionales de manipular la verdad, pero termina valiéndose de ellos para intentar limpiar su pésima gestión. Mientras que por el otro, aprovechando el caos político, termina legitimando al dólar criminal que hasta hace solo días era el causante, según él, de toda la crisis económica y social que vive el país.

La otra guerra, ante la inminente caída de Maduro, se desarrolla en las redes sociales. Un campo de batalla que resulta atípico en Venezuela, porque debido a la crisis económica, a diferencia de lo que pudiera creerse, un 60 por ciento de la población no cuenta con teléfonos inteligentes o conexión de internet que le permitan seguir los acontecimientos de manera simultánea a través de la llamada plataforma 2.0.

En medio de todas estas contradicciones mediáticas el presidente Maduro parece estar sin aliento ante lo que sería su último raund, no en vano Jordi Ëvole en Los Salvados le dejó colar esta pregunta: ¿Está usted entre las cuerdas?.