"El concepto de Estado es simplemente un "truco legal" que justifica formalmente apetencias, arbitrariedades y demás formas del "me da la gana"
José Ignacio Cabrujas
Hace ya unos días, escribí un artículo (Crisis de pueblo, el culto al 23 de enero y el país portátil)[i] en la cual trataba de refrescar esa angustia que no dejó Mario Briceño Iragorry en su obra: Mensaje sin destino. En esta obra, Mario Briceño dibujó muy bien, un hecho que hoy continúa siendo patético en el devenir del país. Un país a media, cuya dirigencia o una parte de ella se encuentra nacionalmente vacía y preñada de miseria.
Comentaba en esa oportunidad, que Venezuela había contado con importantes historiadores y ensayistas, cuya producción intelectual se enfocó en un esfuerzo por comprendernos como país y como venezolanos.
Así como "Mensaje sin destino" es una importante referencia para comprendernos, lo es también una obra de Augusto Mijares con el título de "Lo Afirmativo Venezolano". En esta obra, Mijares nos dice:
"Desde el propio siglo XVIII venían aquellos ideales, y el deseo de realizarlos fue el núcleo espiritual que dio nacimiento a la Patria; durante la guerra emancipadora se afinaron como justificación moral de la Revolución y de los sacrificios que ésta imponía; en los primeros años de la República de 1830 presidieron la reconstrucción moral y política que Venezuela logró. Y de pronto, todo comenzó a derrumbarse: la anarquía y el despotismo, crueldades, mentiras y previcaciones, ocuparon el primer plano de nuestra vida pública"
En una oportunidad, Arturo Uslar Pietri nos habló de una nación fingida (1990). En este pequeño ensayo en el cual aborda fundamentalmente la dimensión económica, Uslar Pietri nos advierte que esa nación está construida sobre una "mentalidad de campamento minero"[ii] Una frase muy corta, pero cargada de historia. El conflicto actual tiene ese fondo: El campamento.
En 1984, la Profesora Maritza Montero retoma o abre una línea de investigación un poco en ese sentido. Su obra Ideología, Alienación e identidad Nacional contiene una buena base teórica y práctica para imbuirse en ese fenómeno.
En 1995 (creo), José Ignacio Cabrujas nos colocó frente a este vació de nacionalidad que destacados "venezolanos" lucen hoy. En una entrevista y luego también en una conferencia, Cabrujas no dijo:
"El concepto de Estado es simplemente un "truco legal" que justifica formalmente apetencias, arbitrariedades y demás formas del "me da la gana" (….) Venezuela es un país provisional (….) Han pasado siglos y todavía me parece vivir en un campamento. Quién sabe si al campamento le sucedió lo que suele ocurrirle a los campamentos: se transformó en un hotel. Esa es la mejor noción de progreso que hemos tenido: convertirnos en un gigantesco hotel donde apenas somos huéspedes (…) Vivir, es decir, asumir la vida, pretender que mis acciones se traducen en algo, moverme en un tiempo histórico hacia un objetivo, es algo que choca con el reglamento del hotel, puesto que cuando me alojo en un hotel no pretendo transformar sus instalaciones, ni mejorarlas, ni adaptarlas a mis deseos. Simplemente las uso. No vivo en un lugar, me limito a utilizar un lugar (…) Este es su hotel, disfrútelo y trate de echar la menos vaina posible, podría ser la forma más sincera de redactar el primer párrafo de la Constitución Nacional, puesto que por Constitución Nacional" deberíamos entender un documento sincero, capaz de reflejar con cierta exactitud lo que somos, y lo que aspiramos"[iii]. (Subrayado mío)
Muy en el fondo está en juego la angustia de Briceño Iragorry, Mijares y Cabrujas. Tal y como se ven estas lúcidas mentes de destacados venezolanos y venezolanas, que se dan "profundas" explicaciones para justificar (después de llamar a una abstención electoral) la "solución" de una autoproclamación de un presidente en una calle de Caracas. La derecha, así desearían hoy una constitución ligera, ajustada a sus caprichos.
Hoy estamos como en un nuevo momento de expulsar a Bolívar o echarle mano a la visión de una Venezuela como un cuero seco. Independientemente de lo que nos suceda y de la suerte que nos toque vivir a partir de ahora, es miserable la idea y la intención de estar aupando una intervención en Venezuela. Es miserable. Me ha costado leer notas de amigos y familiares, que le buscan una vuelta constitucional a este hecho tan miserable. Explican o justifican una manera de darle sentido a una imposición que tiene la única pretensión de volvernos a la condición de ser un patio trasero de un país, que después de Vietnam no pelea una guerra, pero destruye naciones y luego entra.
Hay analistas expertos que se avergüenzan de la Venezuela de las montoneras. Lo valoran como una situación primitiva y me pregunto: ¿Esa idea de alguien creerse y autoproclamarse presidente en una calle, no es abrir más maquilladamente a esa época? ¿No habrá otra oportunidad para otros si esta autoproclamación termina en una guerra civil? ¿Los que se quejan de este CNE que no es transparente, no son los que disfrutaron más de 40 años con un CNE donde los muertos votaban? ¿No viene por ejemplo, Nito Pérez Osuna de ser una beneficiaria de ese sistema?
En Venezuela hubo organizaciones que lucharon y pelearon electoralmente con ese CNE donde los muertos votaban. Se extinguieron pero lucharon políticamente en esa Venezuela.
Frente a esta miseria de cosas, yo no dudo en solicitarle a la fuerza opositora de la derecha que se decidan a resolver esto a través de una guerra civil entre nosotros. Quiero ver a Julio Borges, Guaidó, Antonio Ledezma, Lepoldo López, Calderon Berti, el Mata Cura, María Corina Machado, Lilian Tintori y a otros más, aquí en el país, fusil en mano dando la cara en cualquier calle, montaña o lugar de Venezuela decidiendo esto a plomo entre nosotros. Volvamos a las montoneras y acabémonos nosotros esto a plomo limpio, sin esa cobarde posición de ser pieza de ningún (ningún) interés bastardo extranjero. Vamos a entrarle a una guerra civil pero entre nosotros. Quiero ver a Julio Borges de comandante y con garrapata en sus testículos peleando su guerra. Quiero ver a Nito Pérez Osuna y Lilian Tintori con garrapatas de monte ahí, justo ahí, cayéndose a plomo con fosforito o la América Ramos de Sierra Maestra en Puerto La Cruz. Aquí en el país y sin usar peones mercenarios para eso.
Cada uno en su frente y con sus respectivos líderes aquí jugándonos la suerte en una guerra civil sin ser pieza de bastardos interés. Juguémonos a Venezuela así. Dos bandos por lo menos. Julio Borges y Guaidó con su propuesta de una Venezuela como franquicia-hotel y otro bando, apostando por resolver la angustia Mario Briceño Iragorry, Mijares y hasta por la que ideo Arturo Uslar Pietri. Una apuesta sin tercero. Borges como comandante peleando su guerra aquí y no salvándose él y su familia desde Colombia. Si sale victorioso, que venda su franquicia Venezuela.
[i] https://www.aporrea.org/actualidad/a275199.html
[ii] USALAR, Pietri Arturo (1990) Cuarenta Ensayos. Monte Ávila Editores
[iii] https://politikaucab.files.wordpress.com/2014/10/cabrujas-1987-el-estado-del-disimulo.pdf