La calidad de un país tiene relación estrecha con la calidad de su dirigencia política, y esa dirigencia se expresa de manera rotunda en el parlamento. De allí se deduce: la calidad del parlamento será reflejo directo de la calidad del país. Además, es evidente que la conducta de la dirigencia política impacta de manera directa en la conducta de la sociedad, la dirigencia es un modelo para grandes sectores. Por lo tanto, si analizamos los parlamentos en Venezuela tendremos una buena aproximación a las condiciones actuales de esta sociedad. Veamos.
Por un lado tenemos a ese parapeto que es la constituyente de maduro y de diosdado, un parlamento de momias, donde no se discute, no se habla, sólo sirve de verdugo y de aprobación de cualquier disparate que se decide en la cúpula de los tres. En realidad, es un mercado donde se reparten las prebendas de la dictadura.
Enfrente encontramos el parlamento tradicional, la Asamblea, coliseo donde la mediocridad de una dirigencia desgastada pone en escena sus sainetes periódicos. Primero el bando del gobierno la declara en desacato, sin importarle lesionar la majestad del tribunal supremo con sentencias desvergonzadas de acuerdo a los intereses de los tres gallos. Los diputados maduristas se retiran de lo que ellos califican una asamblea en desacato. Luego, sin que nada cambie, regresan, y ahora tienen doble personalidad, son constituyentes y son diputados.
El bando de la oposición gringa, los guaidoses, los antipatrias, no son mejores. El último espectáculo es el trasvase de sus diputados hacia el mejor postor, los forcejeos por el nombramiento de la junta directiva de la asamblea, y el deprimente espectáculo de diputados en subasta pegando carreritas. Ahora, parece que hay dos directivas en la asamblea, nada es seguro entre pillos, lo que sí es seguro es la brutal pérdida de prestigio, de autoridad moral de ese parlamento.
Qué lejos estamos de aquellos Congresos de Fabricio, José Vicente, Domingo Alberto, Rafael Caldera, Jovito Villalba, Andrés Eloy. Aquel era un país de ciudadanos, la lucha política era fuerte, digna y siempre inteligente.
Lo anterior nos indica de manera clara que el país vive una emergencia social, va al garete sin dirigentes, meros payasos de la comedia del deterioro nacional. El país se diluye en la mediocridad, en el pragmatismo de sus falsos dirigentes. Vivimos una crisis que amenaza la propia existencia de la Patria, sus hijos huyen por millones, los que se quedan se desentienden de lo social. Es necesario un gran esfuerzo para restituir la conciencia de pertenencia a la sociedad, sin ella no hay Patria posible.
Es así, el capitalismo rentista deterioró de tal manera la conciencia de sociedad, prestigió de tal forma el egoísmo, el individualismo, la mezquindad, instauró con tal fuerza la guerra de todos contra todos que pulverizó el sentido de pertenencia al colectivo social. El capitalismo necesitaba asesinar a Chávez para truncar el proceso de sanación social, y así lo hizo, y la nación cayó en el abismo. Hoy la sociedad carece del espíritu que la funde, que la una. Ahora la dirigencia es una banda guiada por el interés individual, la mezquindad. No hay otra vía para recomponernos como país que regresar al camino de Socialismo, que es otra manera de decir Cristianismo. No puede existir la Sociedad sin Conciencia Social. Hoy, más que nunca es vital regresar a la senda de Chávez, sólo así rescataremos la Patria.