"La espontánea inocencia que siempre
convierte en risible lo que no se comprende."
ANA ALEJANDRE
Una mañana; ya estaba en la postrimería de su abnegada vida al servicio de los pobres, y enemigo jurado del imperialismo hasta la tumba, quien murió, como decimos "con las botas puestas" ¡Trino Meleán! Con quien mantuve comunicación por más de 40 años, todos los días mañana y tarde en la sede del PC en Acarigua, sitio donde viví por más de 18 años. Se me ocurrió decirle con cierta camaradería: "Trino, ese sobrino suyo, se parece bastante a usted" me respondió con una mirada muy seria en medio del silencio, que descubre mil verdades a través del tiempo.
Muere Trino Meleán, el médico psiquiatra, quien llegó a secretario del PCV, sin dar marcha atrás, con la firmeza de un auténtico revolucionario. A los pocos años triunfa el Comandante Chávez, y empezó el proceso bolivariano, saliendo electo Rafael Simón Jiménez Meleán, en las planchas del MAS para integrar la Asamblea Nacional en apoyo al líder de Sabaneta de Barinas, y el mismo año es nombrado primer vicepresidente de dicho organismo. Después de ese paso tan importante vinieron las divergencias y empezó a ir de allá para acá, como un balón de fútbol para terminar acompañando al "filosofo" del Zulia, Manuel Rosales, al disputarle la presidencia a Hugo Chávez, y todos sabemos el resultado.
En el 2008, presenta su candidatura a la gobernación del estado Barinas, totalmente enfrentado al proyecto liderizado por el Comandante Chávez, y saca el 5 % de los votos, para quedar relegado al tercer lugar. Desde aquel momento parecía que se lo había tragado la tierra; creo que, en la única parte donde podían darle alguna razón de su persona, era precisamente en su residencia; no se asomaba ni siquiera para ver pasar las marchas de chavistas o de los opositores en plena efervescencia política.
De repente, para sorpresa de muchos y entre ellos me incluyo, es elegido y juramentado por el TSJ, nada más y nada menos, como rector principal y vicepresidente del Consejo Nacional Electoral; al momento se presentó con su corazoncito en la mano y por poco juramenta a " mi presidente Juan Guaidó" tan parecido a Manuel Rosales, con la salvedad, que el autoproclamado se entregó en cuerpo y alma al imperialismo, vendiéndole el alma al diablo, por una inesperada montaña de dólares; de ahí en adelante se incrementaron los sufrimientos del pueblo venezolano por la cantidad de medidas coercitivas, y un bloqueo criminal por parte de su padrino – Trump– el cual no respeta ni siquiera el momento de emergencia sanitaria por el aumento de la pandemia en el mundo.
El 6 de agosto se presentó lo que estaba cantado, la renuncia de un rector y vicepresidente del CNE, escogido con la buena intención de abrir espacios al marco democrático en un organismo tan vital en un país, como el nuestro, pero sus argumentos justificativos dejaban una ambigüedad para que cada quien le diera la interpretación de acuerdo a su ubicación política: "La razón fundamental es que sentí que la polarización y la situación del país chocaba con mis posiciones tan claras. Eso me creaba sin duda un problema. Yo he tenido definiciones muy claras, he sido un militante democrático, aunque tenga mucho tiempo sin estar en un partido político. Y esas opiniones mías contravienen la posición ecuánime que se exige" Más claro no canta un gallo, la orden es sabotear las elecciones y por algo se empieza.
Pasado ese pequeño accidente, el cual no incide para nada en el camino hacia el 6 de diciembre, fecha establecida para realizarse las elecciones parlamentarias, me vino nuevamente a la memoria la respuesta de Trino Meleán; porque ese silencio de un veterano de mil batallas, y además estudioso del comportamiento del ser humano me pareció algo extraño. Una persona curtida en la lucha, que sufrió cárcel y persecución por nada del mundo aceptaba, que lo compararan ni siquiera con un familiar, pero más resbaloso que una guabina; aún, cuando el parecido físico es innegable, y se viene haciendo más evidente con el paso de los años. Lamentablemente en política la inocencia se hace presente; en algunas casos aflora una realidad y no se puede ocultar, en otras porque ven la oportunidad de sacarle algún provecho. Nadie me hace creer que, Rafael Simón Jiménez Meleán, no sabía la responsabilidad que asumía, y el berenjenal en el cual se metía.