A pesar del control casi absoluto que el gobierno Maduro-Padrino-Cabello tiene sobre la Asamblea Nacional Constituyente y sobre sus diputados, en la aprobación de la llamada Ley Anti Bloqueo ni siquiera se respetó la formalidad parlamentaria. Se hizo atropelladamente sin que se cumpliera con el requisito fundamental en cualquier parlamento o cuerpo colegiado de que las materias a discutir, y más cuando las mismas sean de máxima importancia, sean conocidas previamente por los que deberán votar a favor o en contra. Son varios los constituyentistas que se pronunciaron en reclamo de que el proyecto definitivo y llevado a discusión el día de su aprobación no fue previamente distribuido, es decir que no tuvieron tiempo de leerlo y mucho menos de analizarlo como es debido, ver los pros y los contras, discutir y tomar una decisión.
En tiempos de Hugo Chávez existía una práctica que fue denominada como "parlamentarismo social de calle", esto es que toda ley, antes de sus discusiones en plenaria de la Asamblea Nacional, debería ser conocida y opinada por gente en todo el país, con previa convocatoria pública, en asambleas abiertas y participativas, las cuales permitirían el mejoramiento sustancial de los proyectos. Esa fue la experiencia, entre otras, del Proyecto de Ley Contra la Corrupción de 2011, aprobado a fines de ese año en Primera Discusión y que lamentablemente fue archivado y probablemente desaparecido posteriormente por la directiva de la Asamblea Nacional en 2012.
En el caso de la ley que acaba de ser aprobada en la ANC sin que su proyecto final fuese conocido, se inauguró formalmente un tipo de procedimiento que la propia Ley pretende instituir: EL SECRETO, que es uno de los elementos más peligrosos de su contenido ya que impide simplemente que funcione la democracia PARTICIPATIVA Y PROTAGÓNICA, establecida en nuestra Constitución: ¿Cómo se puede ejercer la participación y mucho menos el protagonismo cuando se desconoce aquello sobre lo cual se debe ejercer esa participación y ese protagonismo? Y, peor aún, cuando quien aspire ejercerlos puede ser objeto de sanciones incluso penales como acusación del Delito de Traición a la Patria por pretender tener acceso a esa información.
No deja de llamar la atención el hecho de que los grandes intereses financieros de dentro y fuera del país, transnacionalizados todos, poco critican la Ley Anti Bloqueo más allá de los elementos formales. Para nada se refieren a que, a través de ella, se pretende la privatización y traspaso a intereses foráneos de sectores fundamentales para nuestra vida como seres humanos y, por supuesto, para nuestra vida como nación independiente; poco o nada critican el secretismo ni la "desaplicación" discrecional de mandatos fundamentales establecidos en la Constitución incluyendo los referidos al ambiente y los recursos naturales y los derechos de los trabajadores (quizás porque en esos aspectos esa ley inconstitucional los favorece en sus intereses). Tampoco participan de esa crítica sectores políticos de ultraderecha que siguen los dictámenes del gobierno de Donald Trump. Es decir que estamos presenciando una coincidencia, que luciría extraña, si no hubiésemos denunciado desde hace tiempo la deriva neoliberal, anti trabajadores y entreguista de este gobierno hacia el capitalismo salvaje como alguna vez lo calificara el Papa.
El 6 de diciembre se realizarán elecciones pautadas en la Constitución, para elegir la nueva Asamblea Nacional. Todas las encuestas señalan alrededor de un 80% de rechazo tanto al gobierno como a las políticas y prácticas entreguistas de Juan Guaidó. Históricamente ha sido demostrado tanto en Venezuela como en el mundo, que un gobierno arbitrario puede ser derrotado usando el voto masivo como herramienta de demostración, de protesta contra los abusos de poder, de rechazo a la violación de los derechos humanos; usando la participación electoral de ese 80% de pueblo cansado de la arbitrariedad. Si una gran mayoría de nosotros participamos, estaremos apuntando a un doble objetivo: organización popular a través de la participación y rechazo a la indolencia, y la elevación de una gran voz de protesta de enormes dimensiones y alcances. ¿Votar por quién?: Votar por quienes no tengan rabo de paja, por quienes hayan demostrado un compromiso con la gente, con su barrio, con su comunidad, con su país, con la democracia participativa y protagónica establecida en la Constitución y, en definitiva, con la soberanía popular y nacional; pero también votar contra quienes promueven el intervencionismo y el bloqueo. No podemos cambiar nuestro voto por la promesa de una bolsa de comida de quienes han reconocido que en sus manos el Estado está quebrado, ni por ofertas electorales de quienes nunca han cumplido. Todos nos conocemos.