No puedo negar que la amistad sigue siendo en mi caso un bien preciado, nunca me retiro de ese sentimiento con silencio, generalmente lo expreso de manera clara y evidente. En estos días, donde el país sufre los desaciertos políticos, económicos, sociales de un gobierno que no da pie con bola, que tiene un récord absoluto en desaciertos y metidas de pata, donde el jefe del jecutivo parece candidato a diputado, donde el hijo del jefe del ejecutivo le rehúye al debate parlamentario o no se atreve a debatir. Sí, en estos días voy viendo el panorama electoral o el no electoral.
Y claro que desearía estar en Venezuela, entrar por alguna frontera sin temor a que algún habitante de Ciudad Tiuna hiciera un festín con mi humanidad, me tomaran por un brazo y me llevaran a algún lugar escondido y entonces, después de algún castigo o una dosis de pentotal sódico, salieran declarando que yo fui quien entregó los clavos para que Jesús fuera crucificado. En fin, dejemos esas cosas a Laura Franco y a Miguel Baloa, quienes hoy parecen ser personajes de algún cuento policíaco de Earl Norman o Frederick Forsyth o de Graham Greene. Claro, también de una película, La Vida de Otros. Pasemos al tema que ocurre, o a la coyuntura.
A Melvis y a Edgar los conozco desde hace muchos años, a Melvis por mi padre y es una amistad heredada y a Edgar, en mis años de estudiante de educación media. Melvis siempre tuvo un discurso propio. Edgar uno prestado, era un gritador de slogans de la Liga Socialista, la organización política de Maduro y admirador sin cortapisas del padre de los hermanos Rodríguez, poco o nada aporta o aportó a la política de la región, algún documental en los años de la IV República y ex/trabajador de la Universidad de Carabobo, a la cual en los hechos la declaró su enemiga. No es un impresentable, pero para mí no es un hombre bueno, y es que Edgar al defender a los enemigos de la Universidad de Carabobo, no puede ser amigo de un Estado que le debe tanto a su Universidad.
Los últimos debates me vienen demostrando estar muy cerca del MAS, sus discursos, sus razones, su oposición inteligente, su dirigencia asumiendo sus fallas y sus errores y hoy, a mi parecer, la organización política más cercana a lo que esperamos los venezolanos. Amnistía general para los presos políticos, recuperación de la economía nacional, recuperación del tejido social y Melvis en Carabobo es el adalid de esa propuesta, de esa alternativa. Somos habitantes de un país que, a pesar de los esfuerzos de los maduristas por desaparecerlo, todavía existe y existirá.
Espero estar en Colombia a final de este mes y si abren la frontera podría trasladarme a territorio patrio y ejercer mi -aún no violentado por el PSUV- derecho al sufragio, mi derecho al voto. La batalla, la lucha por la recuperación democrática en Venezuela es diaria, es constante y es permanente y aun en democracia debemos luchar por mantenerla y profundizarla. La nación tuvo un accidente de tránsito complicado, llegaron unos fiscales, o sea el PSUV, PPT, TUPAMARO… que profundizaron el problema e inclusive, desvalijaron el vehículo y casi acaban con todo el automóvil, pero no lo lograron y ahora debemos buscar latoneros, pintores, mecánicos, electro mecánicos que nos ayuden a reparar y a poner en marcha al país, o sea, al vehículo que no podemos cambiar, Venezuela. Yo en verdad en Carabobo votaría por Melvis Humbría. No solo por ser amigo, también lo haría por ser parte de un proyecto, de una salida, de una alternativa. De los otros mejor callar, no por miedo y sí por vergüenza.
Notas a pie de página: Con esto de los debates parlamentarios estoy esperando el de los jóvenes. Imagino que como ya soltaron los pesos pesados del madurismo, Escarra y la Medina, que fueron vapuleados o anulados por Maria Verdeal, candidata a diputada por el MAS, ahora vendrán los jóvenes. Creo que Nicolás Maduro (hijo) podría ser un buen candidato para el debate televisado. ¿A ver a quien pone la oposición a debatir con el junior del madurismo?