El mundo está conmovido con el asalto al Capitolio Nacional Estadounidense por hordas fascistas de extrema derecha. Los guarimberos de Donald Trump coronaron una estruendosa victoria en su primera batalla por la destrucción del megaloimperio norteamericano. Tal fue el presente que los Reyes Magos trajeron el 6 de enero a los legisladores gringos, con motivo del nacimiento de una nueva era para el Imperialismo. Lo novedoso de esta insurrección, es la naturaleza endógena del asalto: promotores intelectuales y asaltantes son compatriotas de Abraham Lincoln. ¡Qué raro! Un caso raro, distinto a lo que acostumbra el Imperio fuera de sus fronteras, los golpes de Estado, las insurrecciones fascista para desestabilizar, derrocar gobiernos e imponer su hegemonía.
Fuera de sus fronteras, en su periferia, quién piensa, financia y ordena los golpes de Estado es el imperialismo Norteamericano, sus aliados, mercenarios, cipayo y serviles forman la coreografía del guion, jamás semejante afrenta de inusitado terrorismo había ocurrido dentro de sus fronteras.
La perversidad del imperialismo Norteamericano no tiene límites. Para el Imperialismo no existe principios, ni leyes, ni Constitución: Los “honorables” parlamentarios estadounidenses, con raras excepciones, son perritos falderos de sus financistas y obedientes guardianes de sus intereses. Para esos parlamentarios lo que cuenta es la seguridad y estabilidad de su curul en el Congreso, con esta dádiva que reciben de las grandes corporaciones del Imperio están bien remunerados para ser fieles al cumplimiento de sus vilezas.
Para estos traficantes de influencias lo que menos importa es la dignidad de su cargo, los compromisos adquiridos con sus electores y con la majestad institucional que representan. Ellos son gestores de cuello blanco al servicio del gran capital corporativo, con astucias para el cabildeo y patrañas para lograr objetivos de poder en espacios del alto gobierno y altas esferas de Estado.
En Estados Unidos a estos personajes se les conoce con el sofisma de Lobistas y con este apelativo los congregantes del Capitolio Nacional tienen una red de lobbies para gestionar casos de especial interés para las grandes corporaciones económica: Lobby del petróleo, del hierro, del transporte aéreo, todos en Washington, capital del Estado Imperial. Los Legisladores estadounidenses son ampliamente reconocidos por su incondicional apoyo al Ejecutivo Nacional.
Los Estados Unidos de América se cree dueño del mundo, con derecho a imponer su voluntad, violando todos los derechos y todas las dignidades. Los Presidentes estadounidenses, con el poder financiero del dólar, el poder militar del pentágono y la mentira sofisticada por la ciencia y medios de comunicación han llevado al mundo a un caos infernal que puede terminar con el fin de su existencia. ¿A dónde ha llegado el poder devastador del sistema capitalista-imperialista norteamericano? Ha convertido la sociedad mundial en un infierno de contradicciones.
Con la explotación del hombre por el hombre, la sociedad se dividió en una minoría excepcionalmente rica y una mayoría pobre y miserable, imponiéndole a la humanidad el lastre de una insoportable desigualdad social y una supremacía de todo género. La lucha por la Paz entre la justicia y la barbarie, es la lucha entre el explotador y el explotado.
La lucha de clases. Esta lucha está llegando a límites insostenible por la infame explotación y saqueo con que Los Estados Unidos pretenden imponer su “Quinta Libertad” como lo dice Joan Chomsky en su excepcional obra. El Departamento de Estado y la Reserva Federal unilateralmente decretan leyes y normas para imponer sanciones, invadir y destruir países, y declarar guerras no convencionales a cualquier nación del mundo. Todo en nombre de la democracia y de su quinta libertad: Saquear y explotar. ¡¡El mundo al revés!! La Ley del Embudo y del doble rasero para ver, juzgar y sancionar al más débil.
La moralidad del legislador gringo es infame y criminal al apoyar y propiciarla política neocolonialista del imperialismo yanqui que pretende imponer al mundo su Doctrina de Sumisión que consiste en argumentar con pretextos sus intenciones e imponer por la fuerzas sus mentiras. Con elocuencia hablan sus víctimas de lo que fueron antes de las invasiones, el estado de destrucción de ciudades y campos y el abatimiento moral de su pobladores.
Libia, Irak, Siria y Bolivia, entre otros países, dan cuenta de los crímenes de lesa humanidad al asesinar a mansalva, destruir ciudades y civilizaciones, únicamente por su voraz apetito de robar y explotar la riqueza ajena.
Los Presidentes, Cancilleres y la diplomacia del supuesto mundo libre, se deshicieron en manifestaciones de indignación y reproches por el bochornoso atentado terrorista contra la Democracia del país más poderoso del planeta. En cambio ese clamor de rechazo, protesta e indignación nunca se manifiesta cuando es el Imperio Norteamericano el país agresor, el Estado forajido, el más criminal y bárbaro contra los derechos humanos, civiles y económicos de los pueblos indefensos y débiles de su periferia.
Entonces ¿dónde está la conciencia crítica de la humanidad? ¿O es que cien años de llevar verrrrrr..g,,üenzas.. no bastan para coger filo contra el enemigo más peligroso de la especie humana y del planeta.
Unidad-lucha-batalla y victoria
Socialismo o nada
godoyvillasmil@gmail.com
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