Hace más de un semestre que Rusia se decidió develar el fondo del problema entre Ucrania y las Repúblicas populares de Donetsk y Lugans en las fronteras del Donbas ruso. Con la incursión militar, que Putin llama operación militar especial, los rusos encienden la mecha de la que será la guerra histórica del siglo XXI. Con el grito de guerra para acabar con la militarización y nazificación en Ucrania, Putin simboliza las Armas del enemigo a vencer: el Imperialismo norteamericano y el colonialismo caduco europeo colegiado en la Unión Europea.
Este acontecimiento bélico era esperado por la alianza del capitalismo occidental, encabezado por los Estados Unidos y también por el mundo en desarrollo de Asía, África, y América latina, dentro de una perspectiva de cambios hacia una nueva era cronológica, cambios radicales de paradigmas del sistemas capitalista y modos de vida más justos en la diversidad social del planeta. Ya en 1952 el viejo Stalin adelantaba un acuerdo entre Oriente y Occidente, de respeto y no agresión entre los bloques de poder encabezados por URSS Y USA, Reino Unido y Francia por occidente, propuesta que fue negada por los occidentales, que ya tenían el plan para acabar con la URSS y el comunismo.
Después de la muerte de Iósif Stalin, el más brillante organizador y Jefe político de la revolución soviética, proceso que después de haber alcanzado los niveles de una potencia económica agrícola, industrial y militar, y haber destruido la amenaza que representaba la Alemania nazi, rodó por el despeñadero de la corrupción y los vicios en manos de oportunistas, traficantes de influencia, quinta columnas como Nikita Jrushchov, y finalmente el Don nadie, Mijaíl Gorbachov, comprado por el Imperialismo, quien promovió la disolución de la URSS, sellando con broche de indignidad el compromiso con el Pentágono y la OTAN, el 25 de diciembre de 1991, fecha en la que se firmó el acta de defunción de ese histórico proceso.
Con el derrumbe de la URSS, el Imperialismo norteamericano entró a saco roto por Ucrania, el país estratégico para controlar la euro Asia, tanto por su posición geoestratégica como por sus inmensas riquezas naturales. Con el derrumbe de URSS, y el sometimiento de Ucrania a su dominación hegemónica, el Imperialismo Norteamericano se creyó confirmar su ancestral doctrina del Destino Manifiesto. Quedaba continuar con la Guerra Fría para someter y destrozar completamente a Rusia y hacer de Ucrania su cabeza de playa, para imponer su hegemonía en los países ex soviéticos del Medio Oriente. Con una Rusia debilitada, desprestigiada, bajo sus designios político-imperiales y una Unión Europea servil a sus intereses, no hay poder humano ni celestial que pueda frenar a Estados Unidos, en su sueño de ser el único polo de poder imperial en el planeta, bajo el sistema capitalista. Seguido servilmente, por supuesto, de los regímenes colonialistas de Europa. El fin de la historia.
La evidencia de la razón histórica y el ajuste a la realidad en los procesos de desarrollo de la sociedad son dialécticos. Lo que nació para morir, no puede ser eterno y lo que existe para cambiar y transformarse, se desarrolla indefinidamente por la acción de la naturaleza física, o por la acción creadora y transformadora del ser humano. El tiempo, la lucha y la constancia dan cuenta del porvenir y sus evidencias. Treinta años después del derrumbe de URSS, los tiempos cambiaron y el sistema capitalista-financiero maduró exponencialmente sus contradicciones, dando lugar al desarrollo de áreas geográficas bajo condiciones especiales de desarrollo humano, económico y con un estatus sociopolítico avanzado, consustancial con los principios de dignificación humana, libertad, soberanía y liberación nacional.
Hoy vivimos conscientes que una guerra atómica acabaría el planeta.¿Quién se atreve? La economía y el comercio han crecido tanto, con tal nivel de desarrollo tecnológico en sus servicio de intercambio, que el sistema monetario fundamentado en garantías reales y aval oficial del Estado emisor, pasó a la historia: el dólar, el euro y la libra esterlina perdieron su esplendor con el derrumbe del sistema capitalista. Sin el poder militar y el poder del Mercado fundamentado en el dólar, al Imperialismo sólo le queda el poder mediático y la mentira, instrumento de alienación con el que mantiene su poder virtual de gran potencia hegemónica.
El tiempo se encargó de probar que el Imperialismo es un tigre de papel, pero es hoy, aquí y ahora, es después de setenta años de premonizarlo Mao Tse Tun. La historia se encargará de poner al Imperialismo norteamericano en el sitial que le corresponda, como la institución más perversa que haya tenido la humanidad de todos los tiempos. Ya las venideras generaciones conocerán su horrendo legado de crímenes y latrocinios a la humanidad. El problema está en que su reinado no acaba por morir y la sociedad sin clases, justicia y paz no termina de nacer.
Unidad, Lucha, Batalla y Victoria.