Muchos han dicho que la pandemia necesariamente traerá grandes cambios "a nivel global", sin darse cuenta que estos cambios ya están ocurriendo pero en un orden de cosas distintas a los que todos prevén. Porque a menos que la burguesía, los empresarios, la aristocracia o la oligarquía abandonen el poder, nada ocurrirá, seguirá imperando la explotación del hombre sobre el hombre.
Continuará la pobreza, la exclusión y el racismo. Nada de eso cambiará. Después de la pandemia los "hombres no volverán a ser hermanos", no se amaran los unos a los otros mientras exista el capitalismo y este siga inventando nuevas formas de perversión y distorsión de la persona humana.
Y después de la pandemia la necesidad de una lucha liberadora mundial seguirá incólume. La necesidad de unirse todas las mujeres y hombres de buena voluntad será mayor. ¡Uníos pobres de la Tierra por la lucha final! UNÍOS POBRES DE LA TIERRA EN LA LUCHA FINAL.
Pero la pandemia si está cambiando, digamos lenta pero dolorosamente la configuración social, las estructuras familiares, las tradiciones cercanas, los cumpleaños y aniversarios, en la cual hemos vivido y que preveíamos su desarrollo, pues vamos perdiendo casi sin darnos cuenta las dulces mejillas donde besar, las manos suaves que nos abrazaran, los cuentos e historias que ya no oiremos, los recuerdos familiares que nadie más sabe, las anécdotas de un ayer que perdemos irremediablemente. La vida de ayer. Se van los abuelos antes de tiempo.
Los abuelos ya no estarán. Los nietos, bisnietos, hijos ya no encontraran la piel arrugada desde donde los miraban. Sus manías, rabietas, ya no molestarán. Solo tendrán un adiós. Es el triste cambio que nos está dejando la pandemia.