Avilio Peñaloza

Domingo, 13 de junio de 2021.- Tovar en el estado Mérida, La Sultana del Mocotíes, está ubicada si usted va desde la ciudad de Mérida, vía el páramo de la Negra hacia La Grita, justo entre Santa Cruz de Mora y Bailadores.

Para el viajero que va de paso es una ciudad andina con mucho movimiento, sobre todo en el centro, de gente trabajadora y muy activa que hace rato dejó de ser un pueblo, pero para los que de alguna forma estamos relacionados con ella, dentro de los cuales me cuento, tiene una significación especial, es la tierra de nuestros antepasados, allí nació y se crió mi viejo, mis tíos: Juan, Lucila y Daniel y su papá también era de allí, así como la abuela, todos de la línea paterna, línea patrilineal como diría mi profesora de sociología de la familia.

Tovar ha nutrido a la familia venezolana con gente muy valiosa, comerciantes, profesionales, científicos, profesores, políticos y militares, un vivero de talento.

Avilio Peñaloza a quien dedico estas líneas fue un vivo ejemplo del tovareño caballeroso, responsable, estudioso y cultivado.

Le conocí hace muchos años cuando la prima Marlene, su compañera de toda la vida, lo llevó a la casa de los viejos que en ese entonces vivían en El Playón, Macuto.

La primera impresión que me causó fue el gran parecido que le encontré con don Quijote de La Mancha, no le dije nada porque mi vieja que tenia mucho tacto me lo pidió, éramos jóvenes y el era delgado y algo callado, aunque le gustaba contar chistes de una forma seria, es lo que recuerdo de aquellos años.

Duramos años sin vernos y en uno de los viajes que hice a Mérida para visitar a mis viejos instalados en Tovar, me lo reencontré, ya estaba casado y con hijos.

Avilio fue buen profesional, estudió Geografía, la cual amaba apasionadamente, estaba jubilado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, la UPEL de Maracay donde dictó clases muchos años, fue un buen padre, buen esposo de Marlene, quien es la cronista de la familia en Tovar, buen compañero y un muy buen abuelo.

Nunca lo vi molesto o de mal humor, siempre tenía un chiste o un cuento que compartir, fue hasta donde le conocí, un hombre apaciguado pero activo, un caballero tovareño a carta cabal.

Esta semana se lo llevó el Covit 19, fue rápido, reportan las nietas que hasta no hace mucho jugaba y bromeaba con ellas.

Aún en su lecho de enfermo seguía bromeando.

Te extrañaremos Avilio y gracias por habernos brindado tu casa y tu amistad.

Buen viaje camarada.



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Luis Enrique Sánchez P.


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