Domingo, 14 de noviembre de 2021.- El próximo domingo 21 de noviembre se efectuará en todo el territorio nacional una elección que por su extensión y trascendencia han denominado como la mega elección.
Se escogerán los miembros de los Consejos Municipales, de las Asambleas Legislativas estadales y a los gobernadores de estado.
Todo ello en un ambiente rocambolesco donde la intención de votar y no votar se mezcla en una proporción cuyos resultados veremos próximamente.
Los que fomentan la abstención sostienen y cantan anticipadamente una supuesta manipulación de los resultados electorales por parte del gobierno, sin tomar en cuenta las diferentes auditorias a las que está sometido el sistema electoral, auditorias previas, durante el proceso de votación y posteriores, sin tomar en consideración a la observación internacional y sobre todo al hecho de que la oposición en Venezuela va a estas elecciones de forma dividida, con varios candidatos en algunos lugares del país, que refleja su incapacidad de ponerse de acuerdo para enfrentar electoralmente a las fuerzas oficiales, que han logrado presentar un frente unido, aparentemente sólido y unificado.
Por otra parte esos mismos abstencionistas han olvidado considerar la inutilidad que esta práctica de no votar ha tenido en el pasado, donde le han entregado en bandeja de plata a las fuerzas gubernamentales la posesión y ejercicio de cargos por los cuales se han negado luchar, sin considerar que una votación masiva y arrolladora sería imposible de ocultar.
Si arrollasen en las votaciones, como ellos creen que lo pueden hacer, no habría forma de ocultarlo.
Todo ello bajo la sombra sonriente de los líderes del PSUV quienes desde sus sitios de observación ven a los opositores pelear entre si y desgarrase las vestiduras acusándose de los peores vicios.
Los simpatizantes de la oposición, con dos dedos de frente, no pueden dejar de ver esta pérdida de oportunidad con cierta tristeza y desengaño, mientras que los afectos al gobierno madurista sonríen ante la ocasión de permanecer en el poder y consolidar su victoria.
La intención de votar por parte de los miembros del PSUV y los simpatizantes del gobierno son la piedra fundamental de su estrategia política, el llamado voto duro garantiza que una minoría convencida y militante permita ganar las elecciones que se presentan, muy interesantes por las características de esta ocasión política, donde se puede dar de nuevo la paradoja democrática que una minoría ejerza el voto y obtenga la mayoría del caudal necesario para permanecer en el poder, ya que no hay forma conocida, hasta este momento, que contabilice la abstención como una victoria en el caso de que ganase esa tendencia.
Muy bien.
Pero ustedes se preguntaran ¿qué tiene que ver todo eso con la autocompasión exacerbada?
Tiene que ver y mucho.
Si vas a una batalla, a cualquier batalla que esta vida nos plantee, si vas y por tu conducta derrotista e irresponsable armas tu propia derrota, como ya lo han hecho en el pasado, lo más común que sucede y que ha sucedido es romper el record Güines de quejadera colectiva y lamento sostenido.
Se quejarán de una derrota que ellos mismos han construido.
No digan que no es así, porque sobran las evidencias que lo sostienen.
Si la actitud general de la oposición es del franco derrotismo ante las fuerzas del partido gobernante este se consolidará en el poder y permanecerá en él a pesar de los errores que pueda cometer en su ejercicio gubernamental.
Por otra parte el partido gobernante aclamará a los cuatro vientos una victoria donde se obtendrá la mayoría, que no es tal, pero que desde el punto de vista formal y numérico puede ser válida, aunque esa mayoría sea una minoría.
Con la autocompasión no se han construido a través de la historia cambios significativos en los pueblos.
La autocompasión es la medicina contraindicada para esta ocasión donde los resultados hablarán por si mismos.