Domingo, 02 de marzo de 2025.- Así cantaban hace ya muchos años, si, muchos años, tantos que probablemente son pocos de ustedes lo que los recuerden, así cantaba una voz femenina estelar de un grupo argentino, por allá, por los cincuenta, del siglo pasado, que se llamaban Los Cinco Latinos.
Y me acordé de esa melodía gracias a un vecino o vecina o a ambos, no lo sé, que anoche, de sábado para domingo se dedicó a compartir sus canciones predilectas con todos los vecinos de la comarca.
Compartir es importante, es grato y muestra generosidad de quien lo ejerce, es hermoso compartir.
Pero compartir a todo volumen, a demasiado volumen, como se dice ahora, es excesivo, exagerado y muy desconsiderado y sobretodo violador, no solo de las ordenanzas municipales sobre ruidos molestos, sino, también, de las normas de convivencia mínima entre humanos que ocupan, ocupamos, un territorio común.
Alguien se quejó por las redes, otros respondieron y da la impresión que le tocaron la puerta y bajo el volumen, gracias por entender, vecino, vecina o ambos.
Estaba pensando, imaginando, más bien, que esta persona que nos mantuvo en vela toda la noche, la música estaba muy buena, gran selección, el inconveniente fue lo alto del volumen, muy alto.
Pensaba yo, que tal vez, es el tipo de persona que normalmente, convive sanamente con los demás, trabaja, estudia o está en situación de retiro, pero que, parece que, recuerden que me lo estoy imaginando, parece que, le pasa todos los años, fue poseído por el espíritu bochinchero de El Carnaval y se le desbordó la alegría, que gracias a alguien, volvió a su cauce natural y está, en este momento disfrutando de su música a un volumen, agradable para todos.
Me contó un vecino, con el que me tropecé hace rato, que la cosa no fue tan fácil, tuvo que venir la Policía, la PNB y no quisieron entrar por considerarlo una disputa entre vecinos, será que nos va a hacer falta una policía comunal que ayude a resolver estos percances, será.
Se podría abrir un caso con los recientemente nombrados Jueces de Paz, un caso que sentara un precedente y ayudase a formarnos mejor y a aprender que nuestro derecho, tu derecho, mi derecho, llega hasta donde comienza el derecho del otro, el derecho de los demás.
Nuestros derechos tienen límites.
Me acordé también de mi viejo J.A. Sánchez Molina, de Tovar, estado Mérida, como le gustaba presentarse cuando estaba de buenas y de mi vieja, María Luisa, sobre todo de un día en que, era yo un mozalbete en ese momento y Mita, así le decíamos los muchachos de la casa, Mita, me estaba contando algo, pero lo hacía a muy bajo volumen, estábamos solos y sin embargo susurraba cada palabra, le pregunté por qué hablaba de esa forma y me dijo es que su papá tiene un oído que todo lo registra, oye desde donde esté y me comentó que eso lo descubrió en su luna de miel, cuando le respondía desde otro lugar alejado desde donde ella estaba, respondía a alguna cosa que ella comentaba o a alguna pregunta que estuviese haciendo, tu papá oye muy bien, me dijo.
Oído de tísico, le decimos aquí en Venezuela y resulta que mi hijo predilecto, Daniel E, salió al abuelo y oye el suspirar de un mosquito o el aleteo de una mariposa y me lo imaginé, anoche en la casa, con ese regalito, con semejante concierto inesperado y pensé, te salvaste de eso Llanero.
Demás está decirles que tanto el abuelo, como el nieto fueron y han sido moderados con el volumen de la música que les gusta.
Llegó el Carnaval, por dónde pasarán las carrozas y en que lugar de la ciudad se escuchará el grito, los gritos de Aquí es, Aquí es, los gritos de los muchachos.
Saludos mi querida Venezuela y que pasen bien este domingo de Carnaval.
Por cierto, ¿a dónde irán las disfrazadas de negritas?
P:D: Ah, y a los vecinos de todas partes, modérense un poco, no impongan a los demás un volumen infernal con sus equipos de música, sean respetuosos con sus vecinos, ejerzan su consideración con los otros y traten de llevar la fiesta en paz.
Eso de que estoy en mi casa y hago lo que quiero, lo que me da la gana, como algunos dicen, no es cierto, no señor, no señora, tienes derecho a escuchar la música que te gusta moderadamente, a un volumen razonable, además, el exceso de volumen te puede dejar sordo o contribuir con ello, piénsenlo y actúen en consecuencia.
Salud Venezuela y sigamos adelante, aprendamos a vivir en comunidad.