Reconciliación, unión, prosperidad y paz

2022: Año del comienzo del fin

2022 tiene que ser el año del comienzo del fin. Un año para empezar a enrumbar a Venezuela por las sendas de la reconciliación, la unión, la prosperidad y la paz. Año de dar la espalda a los egoístas y violentos, a los que siguen empeñados en mantener el rumbo que ha destruido al país y sólo privilegia a un grupito que se beneficia de la crisis sin importarle el sufrimiento de las mayorías. Es hora de detener esa hemorragia de venezolanos cuyos talentos están al servicio de economías extranjeras y cuyas remesas no sólo mantienen con vida a los familiares que quedaron en Venezuela, sino al propio gobierno pues sus remesas están siendo una de las fuentes más importante de divisas. De allí que los que gobiernan no muestran el menor empeño en reorientar la economía para detener esa sangría de venezolanos, la mayor del mundo después de la de Siria. Dados los niveles de la destrucción y del colapso generalizado de todos los servicios, la reconstrucción va a exigir mucho esfuerzo y va a requerir bastante tiempo. Por ello, hay que empezar ya.

Es evidente que el pueblo está comprendiendo con creciente claridad la falacia y el engaño de tantas promesas sin contenido, de tanta siembra de ilusiones que se tradujeron en miseria. Las pasadas elecciones evidenciaron que hoy son muy pocos los que siguen apoyando este desgobierno y que la inmensa mayoría quiere un cambio. Cuando algunos siguen manteniendo que hay que defender la revolución a cualquier precio, ¿a qué revolución se refieren? ¿Cuáles son los logros de esa revolución, a no ser el que una cuerda de pillos se sigue llenando los bolsillos y por ello se niegan a cambiar? ¿Pueden señalar una sola cosa que funcione, un servicio del que podemos gozar sin sobresaltos ni penurias? ¿Qué revolución es esa que está matando de hambre a los pensionados y a los empleados públicos?

Es evidente que los que disfrutan de este desgobierno y han perdido todo vestigio de vergüenza y de ética, van a hacer lo imposible para que continúe la situación, sin importar que, para ello, haya que pisotear las leyes y violar la Constitución.

¡Basta ya de retórica, de culpar a otros de su fracaso e intentar curar el cáncer del país con el mismo tratamiento que lo causa! ¡La situación es insostenible, no aguantamos tanto sufrimiento y queremos soluciones ya! Si los que nos gobiernan insensibles a la tragedia de las mayorías porque no les tocan los problemas que sufrimos los demás, siguen aferrados al timón y no quieren reconocer –o no les importa-, que siguen llevando al país a un despeñadero, debemos unirnos para cambiarlos. El poder es nuestro, no de los que nos gobiernan y debemos ejercerlo. Por ello, debemos recuperar la confianza en nosotros y la confianza en el voto como mecanismo idóneo para salir de esta ya demasiado larga crisis. Para ganar la batalla de la libertad, debemos estar convencidos de que podemos ganarla y trabajar con tesón por lograrla. Son tiempos para la organización y la acción. Son tiempos para dejar de un lado tentaciones de golpes o invasiones, y volver a las elecciones como medio esencial de recuperar democráticamente al país.

Son tiempos para ejercer los liderazgos de servicio donde las personas más competentes, honestas y serviciales den un paso al frente y se ofrezcan para dirigir el inicio del cambio necesario dispuestos siempre a apoyar propuestas unitarias y a dejar los atajos traicioneros de la ambición. Sólo así las mayorías recuperarán la confianza en la política y volverán a expresar su voluntad de cambio.



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Antonio Pérez Esclarín

Educador. Doctor en Filosofía.

 pesclarin@gmail.com      @pesclarin

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