Hay instituciones que tienen rostro cuya sonrisa se le va dibujando con la brisa de los tiempos; también tienen voces, cuyos ecos se proyectan en la dirección precisa de la planificación asertiva de los sueños y los proyectos. Así nació la Escuela Latinoamericana de Gobierno (ESCOLAG), montada sobre los proyectos, sobre los métodos y sobre los diseños de gobierno, para que su ejercicio se desarrolle bajo la visión y dirección del Buen Gobierno.
En América Latina, las democracias que han gobernado desde la década de los ochenta del Siglo XX, lo han hecho arrastrando un déficit de legitimidad y con muchos señalamientos de violación de los derechos humanos. Y sobre esas bases, las democracias se abrieron camino para construir sus propios muros y, allí encerradas, se fueron apartando del pueblo y de la gente, gobernando sólo para las pequeñas élites.
Además de rostro, algunas instituciones también tienen voces, cuyos ecos van señalando las sendas del devenir institucional de la idea proyectada. En el caso que nos ocupa, Hugo Moyer es la voz de la ESCOLAG. Fue él quien sembró las semillas, las regó pacientemente para que naciera el proyecto y, hoy veinte años después, no ha dejado de regarlas. Se convirtió en el jardinero de su propia planta para que creciera y diera sus frutos, como en efecto los ha dado, que no es otro que ir sembrando la conciencia de gobernar eficientemente para darle el mayor bienestar a la gente; porque no se trata solo de gobernar y terminar un periodo de gobierno y ni siquiera haber cumplido ni un cuarto del programa de gobierno, por el cual la gente respaldó con su voto.
Sin descansar en estos veinte años, Hugo Moyer ha sido un peregrino incesante y que arrastra gente para el Proyecto de la ESCOLAG; quien además, ha ido dejando sus propias huellas. Muchos nos hemos ido sumando a ese proyecto, porque al final de cuentas, también somos partidarios del buen gobierno, del gobierno que planifica y cuyos resultados son en base a objetivos claros y definidos, como tiene que ser.
Y como parte de ese empeño, Hugo Moyer, motor y fuerza de la ESCOLAG, ha hecho varias publicaciones, donde expone de manera amplia su pensamiento y sus ideales de la Escuela Latinoamericana de Gobierno. En lo personal, siento el placer de haber prologado una de sus publicaciones: Los Cinco Combustibles de la Revolución, donde de manera precisa Moyer expone que para alcanzar los niveles del desarrollo revolucionario, es necesario acelerar los motores del proceso, fundamentalmente lo que tiene que ver con la explosión del poder popular, para consolidar el papel protagónico, revolucionario y socialista.
Recordemos que Hugo Moyer viene de ser discípulo de Carlos Matus, quien fue ministro del Presidente Salvador Allende; por lo tanto Moyer es un Maltusiano consciente y amante de sus ideas, que son las ideas de quienes creemos que la Revolución no es improvisación, sino una revolución con una metodología científica de gobierno, que apunte hacia los objetivos históricos del Proyecto Nacional. Y Chávez sintetizó en el Plan de la Patria doscientos años de lucha y de sueños de un pueblo. Allí está la grandeza de un pensamiento, de tener una carta de navegación para soltar amarras y recorrer los océanos de la vida y luego echar anclas en el puerto de la grandeza de nuestro pueblo.
Decimos entonces, que hablar de la ESCOLAG es hablar de Hugo Moyer, porque él es el motor y la fuerza que empuja ese barco para llevarlo a puerto seguro, como tan seguro estamos que lo hará, con la ayuda de ¡Qué así sea!