Aprendizaje de la Historia Regional. A las regiones, como el imperialismo, les jode el excesivo centralismo

Bolívar, no sin razón, se manifestó contra el federalismo en "El manifiesto de Cartagena", por considerarlo una causa, de las 12 que enuncia, como muy importante en la pérdida de la Primera República. Lo que no le impide a uno, repetir lo que antes hemos dicho en repetidas oportunidades, en ese documento no se aborda con pertinencia el asunto, dado que se hace mención a asuntos trascendentes que, hicieron o dejaron de hacer los constitucionalistas de 1811, en buena medida respondiendo a los intereses mantuanos, dejaron intacta una estructura que se contradecía con los intereses de las multitudes y generaron más descontento y fenómenos como el de Boves.

Hay quienes al analizar esos hechos, por su formación romántica, que les lleva a mirar a un Bolívar inmaculado, ignoran o pasan eso por alto y al mismo tiempo, por apoyar irrestricta y mecánicamente su proclama federalista, omiten o ignoran que, en 1811, apenas se empieza a intentar a unir a unas provincias que habían vivido durante más de 200 años totalmente separadas y como pequeños países diferentes, producto incluso de una España también dividida. Esto les lleva, no sólo a admirar con veneración más allá de lo que el caraqueño inmortal se merece, sino a juzgar indebidamente y hasta injustamente a los patriotas regionales, sobre todo a los orientales, quienes de hecho, se mostraron contrarios, en los primeros años, al centralismo. Y lo hicieron por las razones antes dadas, quizás también, por la fundamentada y nada difícil de entender, desconfianza y carecer de la perspicacia y visión invalorable de El Libertador.

Pero es curioso que, quienes condenan a los patriotas orientales por resistirse a aceptar de inmediato a Bolívar, un extraño y hasta como "extranjero" para ellos, como Jefe Supremo, lo que les llevó a incurrir en actos muy naturales, como defensivos, celosos y cuidadosos, que los románticos fácilmente califican de conspiración y les dan otros epítetos irrespetuosos, se muestran luego partidarios del Federalismo contenido en la guerra comandada por el general Ezequiel Zamora, la llamada Federal.

Y no mucho tiempo después, volveremos al centralismo que priva hasta hoy y frente al cual nadie ha protestado; al contrario, pareciera que todo el mundo, con ese modelo o forma de organización de la república se ha sentido satisfecho. Y ha sido así, porque el centralismo, sirvió como anillo al dedo, al modelo económico que se impuso entre nuestras naciones con la expansión del capitalismo. Unas clases salieron fortalecidas y dominantes y generaron un estado de conformidad.

Para Bolívar, el centralismo tuvo un valor táctico. Era la forma de unificar nuestras fuerzas, dirección y hasta orden, para enfrentar a los enemigos de la independencia. Por eso dijo, "El sistema federal, bien sea el más perfecto y más capaz de proporcionar la felicidad humana en sociedad, es no obstante, el más opuesto a los intereses de nuestros nacientes Estados".

El centralismo que, pese pocos años atrás nos permitió elegir a nuestros gobernadores, lo que avizoramos como un cambio que estimularía a las clases locales a tomar conciencia para reclamar por un crecimiento armónico y acabar con aquello injusto, que la renta se produce en un sitio, como en los campos petroleros orientales, occidentales y se invierte primordialmente en en el centro, volvió por sus fueros en los últimos 20 años. Pues, si bien es cierto, elegimos autoridades, ahora el centralismo no sólo decide quienes serán los candidatos a gobernadores sino hasta alcaldes y concejales, sino que hasta los manda desde su guarida. Eso que antes, en la jerga política se llamó el "paracaidismo", ahora se ejerce sin ninguna discreción.

Por todas estas cosas, quien esto escribe, por lo que suelen llamarme regionalista, insiste en hacer todo lo que esté al alcance para identificar al individuo con su medio y espacio, lo que no significa romper con el todo y la nacionalidad. Como que es necesario mantener sólidos los lazos nacionales, pero que eso no implique que las regiones, aquellas donde sus clases son débiles, desde diferentes puntos de vista y sus políticos suelen dejarse secuestrar por el centralismo y los cogollos, quienes tienen control del poder, no las menosprecien.

Y una de las herramientas para combatir esa desviación y hasta pérdida de la identidad e identificación con el espacio inmediato, sería el estudio de la historia regional. Y esto, todo esto, dicho anteriormente, justifica lo que sigue. Se trata de evitar aquellas cosas que la gaita zuliana canta, de esta manera:

"Maracaibo ha dado tanto

que debería tener,

carreteras a granel

con morocotas canto"

Reclamo este que, no es ajeno a buena parte de las regiones que siguen siendo "monte y culebra".

Por todo eso pues, paso a hablar de la conveniencia de estudiar la historia regional en la escuela. No es la primera vez que lo hago. En eso he sido constante y moriré en lo mismo, pese que se lucha contra un monstruo como el imperialismo mismo.

"¿Cómo puede abordar el docente de la Escuela Básica el problema de la historia regional?"

No me cupo la menor duda que esta interrogante, formulada con angustia por una dama a un hombre preocupado por los temas de historia, como lo es el señor Germán Pérez Jiménez, tiene un valor trascendente y reclama una respuesta seria y profunda inmediatamente. Por eso, cuando la señora planteó una segunda pregunta, "¿qué van a estudiar los muchachos sobre la historia regional si no hay nada?", opté por inmiscuirme en la conversación y prometí que en mis próximos artículos de prensa tocaría el tema.

Hay pues dos angustiadas interrogantes, fuerte y cariñosamente entrelazadas que se refieren al qué y al cómo.

En esta primera entrega procuraré presentar una respuesta y repetiré la proposición que ya hice en las "Jornadas Geo didácticas" de Puerto La Cruz en 1982.

La segunda pregunta de la señora conlleva la idea de vacío. Y es que, en efecto, los estudios de historia de Venezuela a nivel primario y secundario, le dejan a uno la sensación que en la región no sucedió casi nada significativo a lo largo de los períodos pre-hispano, colonial y durante la lucha por la independencia. Nos dejan la sinuosa idea de pueblos con historia a ratos.

Y esto sucede porque, al contrario de lo que algunos piensan, hasta ahora la historia venezolana se ha venido estudiando de manera muy general y con un criterio mesiánico y centralista, siguiendo el accionar de determinados personajes. Guayana, los andes, el llano y oriente tienen presencia histórica, incluso para quienes estudian en cada una de estas regiones, sólo cuando los héroes tuvieron en ellas alguna acción destacada. Por ejemplo, para un hijo de Cariaco, población de la costa sucrense, su pueblo sólo tuvo un momento de vida, el día que se reunió el Congresillo de Cariaco.

No obstante, todos sabemos, independientemente de los cortes del lente con que nos acerquemos al problema, que todo pueblo tiene historia y, felizmente, que todo pueblo deja huella de su presencia. Sea el lector funcionalista, estructuralista o marxista, no tiene dudas que Barcelona y sus alrededores tienen una larga historia, al margen de la vida y acción de los héroes.

Y conocer la historia de Barcelona es fundamental para los jóvenes barceloneses, en la misma medida que lo es el conocimiento de la historia nacional para todos los venezolanos. Ambos conocimientos y el cumplimiento de los objetivos vinculados al aprendizaje de la historia, tanto regional como nacional, sirven para alcanzar eso que se llama la identificación del individuo con su ciudad, su gente, su región y su país.

El problema inicial parece ser la dificultad de acceso del docente y su alumno a las fuentes documentales. Hemos dicho que todo pueblo deja huella de su presencia y no hay duda que cada región de Venezuela, incluyendo la nuestra, posee suficientes fuentes documentales. El qué estudiar, reclamado con vehemencia en la pregunta que motivó estas reflexiones, está bajo la tierra, en monumentos, en los museos, archivos, bibliotecas, hemerotecas, tanto regionales como nacionales; en las fuentes vivas y en ensayos dispersos.

Lo que sucede es que para respaldar el trabajo docente y satisfacer la inquietud estudiantil, es necesario que esa rica fuente documental se recoja, ordene y se le dé vida.

Por esto mismo propuse en 1982, en una ponencia presentada en las "Jornadas Geo didácticas" que el "Ministerio de Educación y los organismos oficiales interesados constituyan a nivel regional comisiones de investigación histórica que se encarguen de recopilar y difundir entre los docentes la documentación necesaria para el diseño y desarrollo de los objetivos específicos de historia regional". También propuse que dichas comisiones se integraran mediante concursos.

II

Es evidente que los pueblos de cada región del país, pese a haber hecho historia, se nos presentan, según el enfoque escolar, como con pasado de vida latente; como sometidos a congelamientos periódicos. Y cualquiera llega a creer que nuestros antecesores sólo vivieron a ratos o que, como los gitanos, llevaron una permanente vida deambulante, trashumante, detrás de los héroes; y la región era entonces, sólo un espacio que tomaba vida cuando aquellos lo invadían. Felizmente, las ruinas de la Casa Fuerte y toda la arquitectura colonial permanecen con obstinación allí, empecinadas en decirnos lo contrario.

Las organizaciones sociales indígenas prehispánicas y las formas coloniales no se estudian en nuestra escuela de manera específica, solamente de forma general, haciendo referencia a las más conocidas que son las del centro del país.

El desconocimiento público de la historia regional se debe a que ésta , salvo pocas excepciones, aún está por ordenarse y escribirse. Varias razones han influido para esta postración. La primera de ellas, según nuestro primer y empírico intento de explicar la cuestión, es que en el período republicano inicial, se impuso un criterio de dominio de la capital sobre el resto del país, se fortaleció con Gómez y todavía permanece vigente, pese a que nuestros indígenas no formaron nación y la organización colonial subsistió hasta 1777, cuando se creó la Capitanía General de Venezuela, bajo la forma de provincias dispersas y, aún después, cada una de ellas mantuvo una relativa independencia con respecto a las otras y, obviamente, el enlace con la Capitanía no fue muy cálido.

¡Venezuela es Caracas, lo demás es monte y culebra!, dicen aún jocosamente los habitantes de la capital del país. Y lo que es peor, el "provinciano", en gran medida, ha creído que eso es así.

También se explica el desdén por la historia regional porque, no obstante los avances de los estudios históricos y las saludables influencias de nuevas y modernas corrientes del pensamiento, en los programas de enseñanza de los primeros años de la escuela primaria o media pervive una pesada y viscosa influencia del romanticismo del siglo XIX. Y entonces, historia es lo relacionado con los grandes hombres. Por eso, la historia que predominantemente hacemos o enseñamos, es la relacionada con Bolívar, Sucre, Páez, etc.

El crecimiento macrocefálico del país, con un centro fuerte, poblado, industrializado, culto y unas poblaciones interioranas débiles e incultas, favoreció las tendencias al centralismo y al desprecio por lo regional. Por eso hemos propuesto, a las entidades oficiales, clubes de servicio, asociaciones culturales, etc., de la región, formar un frente que tenga como meta la promoción de la investigación y estudio de la historia regional. Y más recientemente, sin éxito alguno, he planteado introducir por la vía no formal, los estudios de historia regional y que se solicite al Ministerio de Educación, previo decreto gubernamental, la incorporación de objetivos específicos de esta disciplina en los programas del sistema escolar .

Ahora, cuando celebramos un nuevo año del nacimiento del prócer barcelonés José Antonio Anzoátegui, es oportuno reiterar estas proposiciones. Sería una bella y auténtica forma de homenajear a quienes forjaron la nacionalidad e identifican la región. Los discursos, la palabrería formal es insuficiente.

 

 

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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