Los medios, en la actual fase de muerte lenta que sobrellevan, echan mano de múltiples trácalas e inventos para procurar coger aire, y levantarle el ánimo al cautivo público de sus monsergas. Ese público sometido a sus dicterios, sin personalidad, sin criterio propio, que tiene una mente maleable, frágil, débil. El público sábadosensacionalero de sus marchas y vigilias, de sus bailoterapias y ciclomarchas, de sus Firmazos, Exitazos y Trancazos. Nada en las molleras, nada en las gónadas, nada de propio, genuino o humano: Pura sensibilidad de plástico, pura anodinez como la de mascar chicle, puro reflejo condicionado como el de los perros de Pavlov. Es lo más fácil, no te compromete contigo mismo, no te exige salidas complejas, no requieres hacer sacrificios, y es por ello por lo que casi todos los profesionales, los intelectuales, los llamados científicos e investigadores de nuestras universidades, por muy cobardes, por muy débiles, pequeño burgueses y cómodos, optan por escoger el bello sendero de la escualidez. Llevan en el alma el fenotipo de escualidez. Por cierto, un gran sector de la escualidez nacional provino de los intelectuales y profesionales de la llamada “izquierda revolucionaria” que lo fue hasta que la cosa con Chávez se tornó seria. Del tipo de los Luis Miquilena, que cuando vio que el gobierno iba en serio con lo de las Leyes Habilitantes, se les enfrió el guarapo. Por allí ve uno bandadas de “revolucionarios” de los años sesenta que ahora todo les huele mal, todo les maltrata y sienten pánico por el Mar de la Felicidad de Cuba, y que por otra parte, toman a pecho la posición de la vieja Acción Democrática, y se sienten identificadas con sus ideales de Pan, Tierra y Trabajo. Ahora para ellos los medios de comunicación son excelentes y ejemplares; sus telenovelas necesarias, sus series americanas imprescindibles, sus abominaciones sexuales en horas estelares básicas para el progreso; sus artistas bellos, graciosos, heroicos y patriotas. Gustavo Cisneros y Marcel Granier, Marta Colomina y Napoleón Bravo, todos unos señores de la más altísima calidad humana. Lástima que no hubiesen caído antes en la cuenta de que estos señores representan la esencia de lo que somos y de lo que tenemos. Nada malo, absolutamente nada malo se puede ver en lo que hacen los señores rectores de las universidades, en sus derroches, en sus perversas y burdas manipulaciones. Nada malo hicieron los saboteadores petroleros de los meses de diciembre, enero y febrero. Nada malo ha hecho Estados Unidos (¡cómo!, ¡esa cuna del progreso y de la industrialización!) en su intento por derrocar el gobierno; nada malo ha hecho el embajador Shapiro. Nada malo los que incitan al crimen en las marchas, y los que propagan mentiras y procuran crear un estado de pánico y de terror por los medios. Está muy bien que condenen a Venezuela la OIT, la CIA, la SIP, el Departamento de Estado americano, y que incluso manden marines para sacar al “loco de atar” que nos “desgobierna”. Eso sería “terrific”, bello, chévere, de primera.
Y como ya se les ha ido acabando la pólvora de sus mentiras, de sus miserables inventos y tramas, entonces, en acuerdo también con la CIA, inventan horribles mariqueras, como esa última, siempre al estilo gringo, “la Conquista del Oeste”, una vaina financiada, maquillada, montada y cuadrada por equipos cubanos en Miami. Y venga, a regar que la conquista va, que no la para nadie, que estarán veintiocho negros de Curiepe y treinta de mulatos de Vargas, trece indiecitos, doce saltoatrás, quince mandingas y ocho “huevos de burro”. Y salen estos negros con boinas y franelas blancas. Morcilla con monserga, digo. Monserga con bananas. Y Cisneros que puja para que los pobres y los niños de la calle se cuadren con sus poses y proyectos, con sus negocios y mafias. ¡Cuánto vale, Dios mío, un negro en estos tiempos! Un negro conquistando sus propios predios, el Oeste, porque nadie de la clase media o alta osará inmiscuirse en los inmaculados antros del Este. Un negro que no esté con el proyecto. Que ya los adecos han tenido que importarlos de Bonaire. Negros que saben decir: “Oh, yes”, “Oh, yes”. Y que se despepitan diciendo que se están muriendo de hambre. La última orden que le dio Cisneros a los adecos fue: “Recluten a todos los negros que puedan y métanlos en Venevisión a hablar mal del comemierda. En estos momentos prefiero a un negro que a mil sociedades civiles, que a mil veedores, que a mil generales arrechos, que a mil mesas de negociaciones, que a mil ONG´s defensoras de los derechos humanos”. Y cómo entonces, se han puesto a sabanear negros (y éstos que gozan una y parte de otra), contratándolos en dólares, poniéndolos a berrear en los programas del Napo-super-pepa de que la vaina está que arde. Y como viven tratando de entrevistar a mulatos o mulatas que puedan decir que ya ellos no están con el gobierno. Ahora no importan los bien trajeados que se expresen mal de Chávez, ¡NO, ni por el carajo: la nota es que se vea hablando a una mujer humilde, con un trapo en la cabeza, o a un tipo sucio y sin trabajo que pueda echar pestes sobre la “crítica situación actual”. Y uno ve ese mar de bobitos periodistas de los cuatro canales del infierno, que hacen que se meten por los ranchos, y hurgan por debajo de los puentes, tratando de entrevistar a indios o mendigos, a buhoneros (falsos) o chicheros, a desempleados o pulperos. Cómo puyan con sus preguntas y con sus micrófonos tratando de sacarles sapos y culebras contra el régimen. Con sus mochilas de preguntas harto pre-elaboradas y escuálidas, que de veinte que hacen apenas si dos o una les sirve para sus fines. Por eso, lo de la Conquista del Oeste fue uno de los chistes más malos de Cisneros, porque en verdad los adecos se han caracterizado más por el uso de la cabilla, de la cachiporra y de los palos, que por el de los fusiles y las pistolas. Pero, bueno.