El alivio de sanciones por parte de EEUU y la Unión Europea repercutió de manera positiva en el ámbito nacional e internacional. En el país, se han generado amplias expectativas de crecimiento económico para el año 2024. Las perspectivas lucen confusas al estar condicionadas por negociaciones políticas vinculadas a las elecciones presidenciales. El pueblo trabajador asume el 2024, como un año de grandes expectativas de transformación social y económica aunque entiende que las perspectivas no están muy claras.
Los organismos internacionales, agencias calificadas y economistas coinciden en que, durante el año 2024, la economía venezolana experimentará un crecimiento económico que ronda el 10% del PIB. La desarticulación y desmontaje de las sanciones económicas es un factor determinante y la ventaja para el país está en la negociación directa con EEUU porque le permite eliminar el descuento al precio del petróleo impuesto por negociadores indirectos o terceros que actúan como intermediarios. Se espera un incremento en la producción de 250.000 B/D que permitirá acelerar la reinserción en mercado internacional y la firma de alianzas estratégicas que pudieran coadyuvar a la recuperación de PDVSA.
Las variables macroeconómicas denotan una desaceleración de la inflación aunque se mantiene en 3 dígitos y la perspectiva para el 2024 es que permanezca en ese nivel por el juego perverso de la doble moneda, entre otros factores. El suministro de gasolina tiende a mejorar y garantizar el abastecimiento del mercado nacional con una marcada tendencia a desaparecer el subsidio y mantener el precio por razones electorales.
El análisis de estas y otras variables indica que, el alivio de las sanciones permite detener la contracción económica y abrir canales para la recuperación del aparato productivo. El avance de ese proceso de recuperación depende, en gran medida, de la eficiencia y eficacia de las instituciones públicas y el compromiso del capital privado con el país. El insostenible deterioro del "capital físico" de las empresas públicas sea por desidia, depreciación, amortización o negligencia administrativa se presenta como un factor limitante de la producción y convierte a las empresas públicas en presa fácil de la voracidad del capital privado nacional y/o transnacional. Por esa razón, el costo de la recuperación económica puede ser un desventajoso proceso de privatización.
El sector privado, en toda su dimensión, es el más favorecido por el alivio o flexibilización de las sanciones porque la recuperación económica creará, en 2024, un marco favorable para los inversionistas y garantiza condiciones para la producción y comercialización de bienes y servicios. Mientras tanto, el pueblo trabajador no termina de percibir los beneficios por el alivio de las medidas coercitivas unilaterales. La capacidad de consumo de la mayoría del pueblo trabajador está reducida a su mínima expresión y el Estado de Bienestar Social sigue en franco deterioro por la imposición de una política salarial que desconoce los contratos colectivos y minimizó los beneficios laborales para sustituirlos por una improductiva bonificación del salario.
Aunque las perspectivas económicas se presentan muy positivas y alimentan amplias expectativas en la población, el Presupuesto Nacional para el año 2024 no refleja una clara política institucional para atender la urgente necesidad de recuperar el Estado de Bienestar Social. No contempla una orientación programática para la recuperación y protección del ingreso familiar.
En el caso de Guayana, las perspectivas y expectativas de recuperación económica pasa por la reactivación plena de las Empresas Básicas. Resulta urgente e impostergable repensar el proyecto de la "alternativa no petrolera" con la redefinición de sus objetivos de producción. La dinámica de las Empresas Básicas marca el rumbo de Guayana y su gente. Cualquier ensayo de "alianzas estratégicas", "concesión de explotación" o "contrato de operación" como estrategia para inyectarle capital y recuperar las plantas exige la participación y consideración de los trabajadores como factor determinante de la producción. Capital sin fuerza de trabajo no produce y fuerza de trabajo sin capital tampoco.
En definitiva, el año 2024 viene con una carga de expectativas positivas para la población. Las perspectivas y el aprovechamiento de las posibilidades debemos construirlas entre todos abriendo brecha a un nuevo consenso social como soporte de un renovado proceso de transformación económico y social.