Trump: "máxima presión o pragmatismo asfixiante"

Ya Donald Trump no se deleita anunciando que “todas las opciones están sobre la mesa”, eso no impresiona ni asusta. La relación política, económica y diplomática entre Venezuela y EEUU sigue siendo incierta y cambiante, no hay una definición precisa. El gobierno estadounidense se debate en el dilema de aplicar políticas de “máxima presión” o imponer una relación bilateral marcada por el “pragmatismo asfixiante”. Dos alternativas que lucen diferentes, pero terminan siendo complementarias, ambas buscan el control político y económico del país.

En estos tiempos la relación entre EEUU y Venezuela se definirá alrededor de dos puntos esenciales: la política migratoria y el petróleo. A partir de estos grandes temas se determinará las características y condiciones de la relación bilateral. En torno al primer tema, la administración de Donald Trump cerró todas las vías legales para la regulación migratoria, eliminó el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) y el Parole Humanitario que brindaba protección a miles de venezolanos e inmediatamente inició una deportación masiva en las peores condiciones humanas. Este tratamiento migratorio inhumano y abusivo demuestra una política de “máxima presión” hacía Venezuela. 

En lo relativo al tema petrolero, hay una amalgama de contradicciones porque EEUU si necesita el petróleo venezolano, sobre todo el crudo pesado que garantiza el funcionamiento de refinerías que fueron diseñadas para el tratamiento de este tipo de crudo, aunque Trump y sus voceros se empeñen en divulgar lo contrario. La renovación de las Licencias a las Empresas Petroleras para operar en Venezuela tanto en la explotación como en la comercialización se ha tratado bajo el mecanismo del “pragmatismo asfixiante”.

El pragmatismo se puede definir, en términos generales, como una corriente de pensamiento clásico que otorga prevalencia la utilidad práctica de cada acción donde todo se valora a partir de resultados. En política se puede interpretar como una experiencia utilitaria de la realidad social y económica. En la geopolítica, el pragmatismo abre caminos muy peligrosos donde predomina la versatilidad de lo practico siempre direccionado hacia la utilidad material. Cuando se utiliza en las relaciones diplomáticas o económicas se convierte en un mecanismo asfixiante que favorece al factor con más fuerza. 

La Orden Ejecutiva de suspender las Licencias que permiten a las empresas transnacionales la explotación petrolera en Venezuela, le causa un gran daño a la economía nacional, ralentiza las posibilidades de recuperación económica y perjudica al pueblo en general. Crea un ambiente de inseguridad jurídica entre los inversionistas nacionales y extranjeros. La sorpresiva negativa de extender por 6 meses de la Licencia a la Corporación Chevron, genuinamente estadounidense, solo sirve para comprender que se están cerrando las posibilidades de negociaciones con ofertas y contraofertas donde Venezuela se encuentra bajo una delirante presión asfixiante tanto para la economía como para las relaciones internacionales. El tratamiento que se dio a la Licencia 41 no constituyente una victoria para Trump ni una derrota para Maduro, es un mecanismo del “pragmatismo asfixiante” que se pretende imponer como imperativo de unas relaciones bilaterales en condiciones favorables a EEUU. 

Las últimas decisiones del Gobierno de EEUU hacia Venezuela vislumbran un tiempo difícil que requiere la Unidad nacional y la construcción de un nuevo “Consenso Social” porque las sociedades modernas y sus relaciones internacionales no se fundamentan en una sola visión del mundo. Este momento histórico sugiere una diversidad de interpretaciones y respuestas a la realidad para consolidarnos una nación libre e independiente.

Ante la amenaza de un trastornado pragmatismo con pretensiones hegemónicas que busca asfixiar el país, no podemos responder con un raído y deshilachado antimperialismo que solo sirve para repetir desgastadas consignas y consagrar burócratas incompetentes. El imperialismo es como el “monstruo amable” y como tal debemos enfrentarlo.

 


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Darío Morandy


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