Cuando figuras públicas o altos ejecutivos, como los del Banco Central de Venezuela (BCV), expresan opiniones personales como verdades absolutas, puede generar desconfianza y polarización. En un contexto institucional, lo ideal sería que cualquier desacuerdo o conflicto se resolviera primero a través de los canales administrativos y legales establecidos. Esto no solo protege la credibilidad de la institución, sino que también refuerza la confianza pública en los procesos internos.
Sin embargo, también es importante considerar que, en algunos casos, las personas en estos cargos pueden sentir la necesidad de hablar públicamente si perciben que los canales internos no son efectivos, o ellos han traicionado la confianza del empleador y ahora sirven a los intereses de otro país o de otra institución, todo lo cual le hace un profundo daño, y esa es la intención, a la institución y al país.
Esto apunta a que se ha difundido ampliamente desde los Estados Unidos que dos altas ejecutivas del Banco Central de Venezuela, BCV, decidieron dejar el banco ante su descontento con los planes de Venezuela de incorporar grandes volúmenes de oro a las reservas internacionales, sin atenerse al «protocolo que regula las llamadas barras de ‘buena entrega’, que cumplen con requisitos específicos de medición para cumplir con estándares internacionales».
Es bueno recordar que lo que se llama buena entrega o Good Delivery, son las normas que sostiene la London Bullion Market Asociación (LBMA), Inglesa para más señas, los mismos que nos robaron nuestras reservas de oro a través de una negociación con María Corina Machado, la mano del mal. Estamos seguros que esas reservas venezolanas de oro fueron incorporadas a los balances de la banca inglesa y nadie le pidió el Good Delivery , ni trazabilidad y mucho menos lo pidieron las dos ejecutivas venezolanas del BCV renunciantes, pero que ahora quieren desconsideradamente hacer daño al país.
Querer generar un debate sobre la incorporación de oro, a las reservas internacionales acusándonos de provenir de minas no reguladas, las cuales tienen su legislación en Venezuela, es un intento de sabotear esa incorporación generando “otro cable pelao" imperialista ya que la potencial inyección de valor a las arcas nacionales mediante la formalización y refinación de este oro podría interpretarse como un "camino dorado" hacia la estabilidad económica.
Al convertir un activo tangible en reservas líquidas y reconocidas internacionalmente, se fortalece la capacidad del Estado para afrontar obligaciones financieras, impulsar la inversión, atender mejor las necesidades populares y generar confianza en la economía y el futuro y presente del país. La refinación, al añadir valor al oro bruto, optimiza su potencial como activo de reserva.
Cuando las funcionarias renunciantes del BCV señalan la procedencia no regulada del oro, están iniciando el plan de ataque imperialista, que cuestionaría su legitimidad, y el no cumplimiento de estándares imperialistas contra el lavado de dinero y el financiamiento ilícito, todo para perpetuar prácticas dañinas en el sector minero y al BCV, y evitar que Venezuela se recupere monetaria y económicamente. Pero no se lo permitiremos.
La clave reside en dos estrategias como son mantener los mecanismos transparentes y rigurosos para la trazabilidad, legalización y refinación del oro extraído y por otra parte lograr el aval internacional sobre ese nuevo oro incorporado a nuestras reservas de países como Turquía, India Rusia, China.
La validación por parte de países como Turquía, India, China y Rusia ciertamente aportaría un grado significativo de confianza a la incorporación de nuevo oro a las reservas internacionales de Venezuela. Estas naciones, con economías relevantes y relaciones políticas con Venezuela, podrían actuar como un contrapeso a las críticas y ataques destructivos imperialistas de Estados Unidos y de otros actores internacionales. La validación por parte de economías importantes como China y Rusia infundirían mayor credibilidad en la calidad y el valor del oro incorporado, lo que podría facilitar su aceptación en transacciones internacionales y también facilitaría los pagos con grandes proveedores internacionales.
Solo a través de una estrategia nacional podremos transformar la incorporación de oro a nuestras reservas en un camino a “El Dorado” moderno, evitando así las trampas y peligros imperialistas que no quiere que Venezuela y su pueblo disfrute pacíficamente de sus riquezas logradas con trabajo e inteligencia.