Trump y Hitler de la mano

“El liberalismo económico es,

 la libertad del zorro libre en el gallinero libre”

Rosa Luxemburgo

 

El catire, como han dado en llamarlo y la expresión se ha venido popularizando tanto, que ya se parece a esos personajes del llano venezolano, el cual adquieren tanta notoriedad, que, después terminan por exaltarlos, con un refrán muy conocido ¡Crea fama y échate a dormir! De Trump, se viene escribiendo largo y tendido, ya que, el mandatario parece revivir las pretensiones de un estrafalario y sanguinario, como fue Adolfo Hitler, quien cargaba en la mente, un solo objetivo: apoderarse del mundo por la vía de las armas, sin importarle los millones de muertos y solamente en la antigua URSS, murieron 20 millones de combatientes en defensa de la patria.

En el poco tiempo en el poder, Trump, está creando la sensación de tener toda una vida en la Casa Blanca, porque son incalculables las arbitrariedades y atropellos, a través del poder económico en contra de los demás países, que solamente los verdaderos arrastrados, como Javier Miley, se han quedado callados y por supuesto los opositores venezolanos, empezando por la María Corina, quien aprueba cualquier medida  que sale de la Casa Blanca, ya que, abriga sus esperanzas en una locura militar –invasión– porque en lo demás está actuando, como si fuera el dueño del mundo.

El todopoderoso Trump, nos está diciendo con sus bravuconadas, el simplemente hecho de estar actuando en defensa del capitalismo salvaje y eso lo tienen en la agenda las grandes corporaciones, el sostén y alma del imperialismo. Y ahí precisamente radica el peligro, ya que, para variar ha dado demostraciones de ser un racista, comparable a Hitler, y a su edad, poco le importa la vida, a pesar de su incalculable fortuna, porque a última instancia puede tomar una decisión muy triste y dolorosa para la humanidad, como es una guerra mundial pensando en la única vía para subsistir dentro del capitalismo.

La aplicación de los aranceles a más de un centenar de países, incluso la mayoría entran en las reglas del juego capitalista, pero a la hora de sacar los números en el intercambio comercial, entiende perfectamente, que no les cuadran y lo más preocupante para los capitalistas arrastrados frente a la Casa Blanca, es que están siendo superados tanto cualitativa, como cuantitativa, pero además tienen un problema internamente sumamente grave, el cual produce tempestades, como es la descomposición social, que parece creada para una exhibición  en medio de los rascacielos de luces multicolores  e hipnotizantes, destacando: droga, prostitución y la pobreza en las calles y avenidas, que, hasta en sueños espanta.

Los migrantes lo han convertido en un pretexto para desatar todo el odio racista y de clase, semejante a la locura de Hitler, cuando agarró el incendio del Reichstag, totalmente premeditado para culpar a los comunistas y de esa manera echarse encima poderes extraordinarios para actuar a sus anchas. Los últimos movimientos en materia económica dirigidos a sus vecinos mexicanos, han recibido respuesta por parte de la presidente Claudia Sheinbaum Pardo, quien, con la dignidad de una verdadera combatiente apoyada por su pueblo les ha cantado y no son rancheras, diciéndole de manera clara ¡Nuestro pueblo se respeta! En la misma tónica se ha mantenido el presidente Nicolás Maduro, quien, recientemente expresó ¡Hace rato dejamos de recibir y aceptar órdenes en ingles!

Hasta hace poco, el calificativo más utilizado en contra del presidente Maduro, era el de dictador. La María Corina, se enjuagaba la boca, con esa expresión y muchos se creyeron semejante mentira, porque el poder mediático se encargó de difundirlo a través de las redes, así, como riegan escándalos y crean matrices de opinión, que al final se caen, como las frutas maduras. El verdadero dictador de estos momentos, está representado en Donald Trump, ayudado con un séquito de aduladores, empezando por el presidente del Salvador, quien se pasó de servir, como un perfecto idiota, al ofrecer la cárcel –CEFOT– para albergar a los migrantes, como si todos fueran unos criminales pandilleros. Entre está cárcel de Trump y Bukele y los campos de concentración nazis de Hitler, solo existe una gran diferencia: el tiempo, porque en lo demás van de la mano, como unos mediocres.

 


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Narciso Torrealba


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