Las Farmacias de los Guardianes de la Patria, son bendiciones sociales para el pueblo venezolano, porque dan ganas de enfermarse para comprar sus medicamentos con precios tan solidarios, y seguro que nuestro amado comandante eterno sonríe con beneplácito, porque su obra socialista está comprometida en resguardar la salud del prójimo bolivariano.
Existe una diferencia holística abismal entre la farmacia socialista llamada "Guardianes de la Patria" y la farmacia capitalista llamada "Farmatodo", porque la farmacia socialista respeta los bolsillos del pueblo con sus precios justos, mientras que la farmacia capitalista se roba la plata de los bolsillos del pueblo, con sus precios llenos de corrupción y usura.
El ladrón es Farmatodo, que siempre roba a los hijos de Bolívar, sin miedo de ser atrapado.
Como buen soñador venezolano, yo quisiera entrar con una ametralladora dentro de cualquier maldito Farmatodo, y asesinar hasta la última sangrienta botella de Coca Cola, porque como bien dijo el rey Salomón, todo es vanidad de vanidades y aflicción de espíritu.
Si usted amigo lector no sabe qué es Farmatodo, yo debo informarle que Farmatodo es un laberinto capitalista lleno de enfermiza frivolidad en Venezuela, donde puedes comprar la salud con cien dólares de envidia, y donde puedes vender la vida con un bolívar de miseria.
Farmatodo es el lugar con mayor suciedad espiritual de Venezuela, y considero que un venezolano mentalmente sano, nunca jamás debería entrar dentro de un establecimiento comercial de Farmatodo, pues ese compatriota correrá el riesgo de perder su salud mental.
Como en todo laberinto, puedes entrar a Farmatodo, pero no puedes salir de Farmatodo.
En cualquier Farmatodo venezolano, se encuentran todos los antivalores y todos los pecados que el Ser Humano, es capaz de producir por amor al egocentrismo comercial, por amor al capitalismo farmacéutico, y por amor al sucio consumismo del mundano pueblo.
Hay venezolanos que se han suicidado, después que sus tarjetas fueron rechazadas por los puntos de Farmatodo, y es tanta la vergüenza social que puede sufrir un fracasado consumidor de Farmatodo, que es capaz de quitarse la vida para olvidar su fracaso moral.
Así es Farmatodo, una oda a la salvaje competencia capitalista entre los venezolanos, que aunque entran saludables a Farmatodo, terminan enfermos por tanta perversión capitalista.
Realmente quisiera comprar la ametralladora, pero no sé dónde comprarla.
Cuando usted entra por primera vez a una casa embrujada por Satanás, sientes muchas ganas de vomitar, sientes que no puedes respirar por una sensación de asfixia, te sientes desorientado, empiezas a sentir dolor de cabeza, y sientes la necesidad de huir de esa casa.
Esos terribles síntomas que sentimos dentro de una casa embrujada por Satanás, son los mismos terribles síntomas que sentimos dentro de un establecimiento de Farmatodo, y si usted no ha sentido esos terribles síntomas después de entrar a un Farmatodo, pues se demuestra que usted está poseído por un espíritu inmundo, por lo que te recomendamos ayunar y orar mucho para pedirle a Dios, que el demonio satánico hoy abandone tu cuerpo.
Por desgracia, millones de consumidores venezolanos visitan diariamente los establecimientos de Farmatodo, razón por la cual millones de venezolanos con quienes convivimos a diario, se encuentran poseídos por Satanás, siendo el motivo que justifica la violencia ciudadana en Venezuela, ya que la gente compra mucho pero ora muy poco.
Siendo sincero, la primera vez que escuché hablar de los Guardianes de la Patria, de una vez mi cerebro recordó a los populares Guardianes de la Bahía, que todos los chamos venezolanos vimos en el canal de televisión RCTV, a finales del inolvidable siglo XX.
Aquella famosa serie de televisión gringa llamada "Baywatch", donde se mostraba pornografía a plena luz del sol, y seguro que entre tantos culos, músculos, tetas y bikinis, muchos chamos venezolanos nos contagiamos y sufrimos de Sida y de VIH, mientras vimos el enfermizo sexismo y la transculturación de la serie yanqui Guardianes de la Bahía.
Pero gracias a Dios, los Guardianes de la Patria, son valientes corazones venezolanos que resguardan la salud del pueblo bolivariano, ofreciendo medicinas a un saludable precio de venta al consumidor, que ayudan a curarnos de toda la enfermedad física y mental, que los venezolanos recibimos en el pasado, por culpa de las fechorías de la Cuarta República.
Guardianes de la Bahía, huele a Farmatodo y suena a capitalismo salvaje.
Guardianes de la Patria, huele a Venezuela y suena a socialismo revolucionario.
Recientemente, yo necesitaba comprar unas tabletas de cefadroxilo y amoxicilina, unos comprimidos de aspirinas y unas pastillas de desloratadina.
Mi amado y solitario vecino Jorge, es un viejito muy simpático que me alegra el día con sus ojos y sus abrazos, y por la incapacidad física que sufre Jorge, él necesita que un buen samaritano vaya hasta una farmacia cercana, para comprarle mensualmente sus medicinas.
Yo siempre le regalo a mi querido Jorge, todos los medicamentos que él necesita para aliviar sus dolores y mejorar su salud, porque yo nunca le he cobrado ni un centavo a Jorge, por comprarle y darle gratuitamente las medicinas adquiridas en la Farmacia Guardianes de la Patria, que se encuentra muy cerca de mi casa en el estado Zulia.
Jorge es maestro jubilado, sabe más de la Biblia que Lutero, y es un viejito muy chévere, pero recientemente, lo encontré llorando desconsolado en el patio de su casa.
Me sorprendió ver llorar a Jorge con tanta amargura, y cuando le pregunté el motivo de su llanto, entre lágrimas Jorge me dijo textualmente:
"Señor Carlos, me botaron de Farmatodo. Esa gente no tiene corazón".
Muy asombrado por su testimonio, yo repliqué a Jorge con tres preguntas:
¿Por qué fuiste a Farmatodo? ¿No soy yo el que te compra las medicinas? ¿Por qué te metiste en la boca del lobo?
Jorge me dijo que estaba cansado de ser una carga para los demás, por eso decidió ir en silla de ruedas hasta un Farmatodo, ubicado en la zona norte de la ciudad de Maracaibo.
Con los ojos rojos de tanto llorar, Jorge me dijo que fue humillado en Farmatodo, porque no sabía qué era la tasa del día, por eso los insensibles vendedores lo ignoraron, como si fuera un viejo analfabeto sin plata para comprar nada.
Aunque para vender basura se visten con batas de médicos, realmente no son médicos, de hecho, tampoco son enfermeros, los vendedores de Farmatodo son simplemente buhoneros disfrazados de médicos, porque aunque la mona se vista de seda, siempre será una mona.
Mi amigo Jorge también me dijo que un travieso niño malcriado, movía su silla de ruedas como si fuera un juguete por los pasillos de Farmatodo, mientras la mamá del carajito se burlaba de Jorge, grabándolo con la cámara de su teléfono celular para compartir el video en las redes sociales, y finalmente el vigilante de Farmatodo lo echó a la calle sin mediar palabras, porque pensó que Jorge era un pobre indigente de las violentas calles marabinas.
Realmente quisiera comprar la ametralladora, pero no sé dónde comprarla.
Tras escuchar su triste relato, Jorge y yo oramos a Dios para recibir santo consuelo cristiano, y yo le dije a Jorge que en la Nueva Jerusalén donde viviremos eternamente, no habrán tiendas satánicas como Farmatodo, pues en la Nueva Jerusalén, el sistema capitalista farmacéutico del Diablo que gobierna el actual Mundo, no podrá enfermar a la gente con tiendas como Farmatodo, ya que el Diablo se quemará en el eterno fuego del infierno.
No hay duda que la marca de la bestia está presente en cada tienda de Farmatodo, y todos los consumidores venezolanos que compran en satánicos establecimientos comerciales como Farmatodo, están siendo marcados con el sello de la Bestia en sus manos, porque son tan rebeldes que hasta compran el santo Sábado, día de reposo dado por Dios a su pueblo fiel, y porque son tan miserables, que hasta compran el domingo, falso día de reposo dado por Satanás a los venezolanos, que compran en Farmatodo por simple ignorancia bíblica.
Ciertamente, el viejito Jorge fue humillado en una tienda de Farmatodo, y yo sé que en algún momento de su vida, usted también fue humillado en las farmacias capitalistas venezolanas, pero no se preocupe, porque muy pronto Dios separará el buen trigo de la cizaña, y todas las sifrinas y los malandros que compran en Farmatodo, morirán mañana.
Si prestan atención, verán que los consumidores venezolanos que compran en Farmatodo, nunca jamás se agachan o se arrodillan en frente de los estantes comerciales, para visualizar productos y artículos, que se encuentran en las partes más bajas de los anaqueles.
Con frecuencia, los productos secundarios que se venden muy abajo en los anaqueles, y que casi tocan el suelo de Farmatodo, son productos que superan en calidad a los artículos principales que se venden muy arriba en los anaqueles, pero los consumidores evitan visualizarlos, porque sienten vergüenza de agacharse públicamente en Farmatodo.
Pregunta de análisis: ¿Por qué los clientes de Farmatodo no quieren agacharse, para ver los artículos que casi tocan el suelo de Farmatodo?
Podría ser para evitar la suciedad del piso de Farmatodo, o por causa del mugriento polvo del suelo, o por causa de las alérgicas bacterias del suelo, o porque el suelo de Farmatodo es un sucio espejo de las sucias vidas de los consumidores de Farmatodo, y para no ver los sucios reflejos de sus propias vidas, los clientes de Farmatodo evitan agacharse en público.
Me he dado cuenta que los consumidores venezolanos de Farmatodo, solo compran los productos que se encuentran visualmente en el mismo nivel que sus ojos, demostrando el egocentrismo, la soberbia y el orgullo de los compradores venezolanos, pero realmente ellos no son culpables de tanta vanidad y arrogancia, el problema radica en el sistema capitalista de tiendas como Farmatodo, porque luego de entrar por la anchísima puerta eléctrica, sabes que perderás la humildad, perderás la dignidad, y perderás el dinero dentro de un sucio laberinto, donde todo se quiere comprar pero nada se quiere compartir.
La mayoría de los productos que se venden en los estantes comerciales de Farmatodo, y que se encuentran visualmente por debajo de la cintura de los consumidores venezolanos, son productos que caducan sin pena ni gloria, y son productos que Farmatodo bota a la basura, porque como dice la máxima capitalista, lo que no se vende se bota, pero nunca se regala.
Usted siempre compra el famoso champú Head & Shoulders en Farmatodo, porque lo tienes frente a tus ojos, por lo que tu egocentrismo te obliga a comprarlo, ya que vanidosamente piensas que mereces comprar el mejor champú; pero si te hubieras humillado un poquito, si te hubieras agachado un poquito, y si hubieras visto el champú con Aceite de Enebro, que estaba en el polvoriento anaquel inferior del estante de Farmatodo, pues usted hubiera comprado un champú anticaspa de mayor calidad y más barato que el Head & Shoulders.
Pero por culpa del sistema capitalista que impera en Venezuela, el consumidor venezolano siempre compra lo más popular, lo de arriba, lo más tocado, lo que todo el Mundo compra, aunque no sea la compra más inteligente, ni para el cuerpo humano ni para el bolsillo.
Como periodista cristiano, yo puedo tirar la piedra sin esconder la mano.
Si los consumidores venezolanos que compran en Farmatodo, no son capaces de doblar sus peludas piernas, y no son capaces de arrodillarse por una cuestión de egocentrismo social, pues esos millones de petulantes consumidores venezolanos, también son incapaces de arrodillarse en una Iglesia cristiana, y aunque esos millones de consumidores venezolanos que visitan diariamente Farmatodo, siempre juran y aseguran ser cristianos practicantes, realmente, son demonios capitalistas incapaces de practicar ni el altruismo ni la filantropía.
Y es que las infernales puertas eléctricas de Farmatodo, son tan anchas y tan espaciosas, como el pecado del pueblo venezolano es tan ancho y tan espacioso.
Bien lo dijo Nuestro Señor Jesucristo, en el Evangelio de Mateo capítulo 7 versículos del 13 al 14, cuya cita bíblica afirma lo siguiente:
"Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan".
Oh mi Dios ¡Qué anchas y espaciosas son las infernales puertas de Farmatodo!
Yo creo que deberíamos cambiarle el nombre a las tiendas Farmatodo.
En vez de Farmatodo, se debería llamar Eclesiastés 1:14
"Mira papi, voy a pasar por Eclesiastés 1:14 y te compro el omeprazol"
"Gordo, ayer pasé por Eclesiastés 1:14 y compré los pañales para nuestra hija"
"No te preocupes mi amor, más tarde vamos a Eclesiastés 1:14 y compramos la Pepsi"
Porque cuando uno hace la cola para pagar en Farmatodo, entiendes que Satanás es el príncipe de este Mundo, porque cuando te pasan la tarjeta venezolana o te rechazan los billetes americanos, entiendes que el rey Salomón siempre tuvo la razón, porque todo es vanidad y aflicción de espíritu, pero cuando finalmente caigas en desgracia dentro de Farmatodo, entonces comprenderás que Jesucristo es el camino, es la verdad y es la vida.
Yo sé que Juan 14:6 es más poderoso que Eclesiastés 1:14.
Pero lamentablemente, en Venezuela la vida seguirá siendo la misma vida, la muerte seguirá siendo la misma muerte, y Farmatodo seguirá siendo eternamente Farmatodo.
Lo más reprochable y preocupante es la doble moral del sifrino venezolano, que no soporta al régimen socialista y sigue maldiciendo la tumba de nuestro comandante eterno, pero paradójicamente, el típico sifrino "cara de Farmatodo" se está aprovechando de las Farmacias de los Guardianes de la Patria, porque aunque el sifrino no se atreve a criticar a Hugo en frente de los guardianes, el sifrino "cara de Farmatodo" hoy sí se atreve a comprar los medicamentos, que ayer nacieron por obra y gracia de la revolución socialista de Hugo.
De hecho, muchos opositores al socialismo y muchos sifrinos de la derecha venezolana, compran los medicamentos en las Farmacias Guardianes de la Patria, y después los revenden a mayor precio en portales cibernéticos venezolanos, como MercadoLibre.com.ve
El sifrino "cara de Farmatodo", es un parásito capitalista que pone sus huevos en Venezuela.
De verdad quisiera comprar la ametralladora, pero no sé dónde comprarla.
Tal vez en un futuro cercano, venderán ametralladoras en Farmatodo.
Cuando llegue ese futuro, yo entraré dentro del laberinto, y solo un comprador saldrá vivo.