Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena

Una verdad absoluta, es reconocer que los pueblos originarios, siempre han sido los mejores protectores de la Pachamama. Los recursos naturales de la Madre Tierra siempre fueron los tesoros más importantes de las comunidades indígenas a escala global, no solo por la cosmovisión de ancestrales culturas aborígenes, sino también porque el indigenismo aprendió a vivir sabiamente con su naturaleza.
 
En las hermosas épocas descalzas del pasado terrenal, cuando los indígenas realmente fueron los mejores mayordomos ecológicos del planeta Tierra, entonces de verdad el cielo era azul cielo, de verdad el sol era amarillo sol, de verdad la nieve era blanca nieve, de verdad la noche era noche de estrellas, de verdad el campo era verde campo, de verdad la arcilla era rojo arcilla, y de verdad la luz del mestizo arcoíris del respeto ambiental, brillaba una y otra vez a la víbora de la mar.
 
Cuando los indígenas navegaban libres por los siete mares de Gaia, cuando los indígenas amaban la belleza de la fauna crepuscular, cuando los indígenas lloraban la muerte al son de alegres tambores, cuando los indígenas inhalaban el aire puro de una mujer desnuda, cuando los indígenas fueron la mejor poesía escrita por el gran poeta africano, entonces realmente la Tierra era el cielo en la Tierra.
 
Pero el extinto tiempo de gracia se quedó sin el marfil de los elefantes, y llegó Satanás, y llegó Eva, y llegó Judas, y llegó Hitler, y llegó Tío Sam, y llegó Shao Kahn, y llegó Bin Laden, y llegó la mala suerte y la fatalidad a un Mundo lleno de pecado, de violencia, de capitalismo, de prostitución y de soledad.
 
Ahora la Tierra es pura contaminación ambiental. Podemos comprar, pero no podemos respirar. Podemos rezar, pero no podemos perdonar. Podemos besar, pero no podemos amar. Podemos comer, pero no podemos dormir. Podemos llorar, pero no podemos sonreír. Podemos escribir, pero no podemos pensar. Podemos tener dinero, pero no podemos tener corazón. Podemos morir, pero no podemos vivir.
 
Todo es tan confuso, todo es tan enredado, todo es tan oscuro. Sin duda, no somos los mismos de ayer, y aunque antes todos fuimos iguales, ahora no hay igualdad.
 
Durante el período de dominación indígena global, el color blanco no era mejor que el color negro, y el color negro no era mejor que el color blanco. A los indígenas no les importaba ni lo blanco ni lo negro, porque para los indígenas solo importaba preservar el color verde del bosque nativo.
 
Pero la resistencia indígena empezó a perder el verde del bosque nativo, porque el color de la igualdad no pudo resistir los ataques de la evolución terrenal, y entonces el blanco empezó a luchar con el negro, el negro empezó a luchar con el blanco, y finalmente perdimos la igualdad.
 
Cuando se perdió la igualdad, nació el ajedrez. Y con la llegada del tablero de ajedrez, llegó el clasismo social, la explotación laboral, la injusticia salarial, la indignidad moral, la depravación sexual, la venganza empresarial, el vicio egocéntrico, la manipulación ambiental y la contaminación del planeta Tierra.
 
Gracias a la evolución, ahora sí importa el color, porque ahora hay universidades solo para estudiantes blancos, porque ahora hay universidades solo para estudiantes negros, y lo más triste, es que las universidades tanto blancas como negras, se siguen construyendo en las ensangrentadas tierras descalzas de los pueblos indígenas, que ahora resisten el dolor de la involución con botas azules y tacones rosas.
 
Las nuevas civilizaciones llaman progreso a la involución. Yo no sabía que el progreso implicaba el genocidio, el etnocidio y el ecocidio. Ahora comprendo que los indígenas fueron Seres Humanos, pero nosotros solo somos Seres Vivos.
 
Los Seres Humanos vivían respetando todos los tesoros naturales de la bella y bendita Tierra, pero los Seres Vivos viven asesinando todos los recursos naturales de la maldita y sucia Tierra.
 
Quisiera ser un Ser Humano, pero por desgracia, solo soy un Ser Vivo.
 
Yo puedo testificar personalmente sobre la terrible contaminación ambiental.
 
En tiempos legendarios, el Lago de Maracaibo ubicado en el caluroso occidente de Venezuela, siendo el lago más grande de América del Sur y uno de los lagos más ancestrales del Mundo, siempre fue ecológicamente protegido por los pueblos indígenas venezolanos y colombianos.
 
Como el cordero de Dios que quita el pecado del Mundo, el Lago de Maracaibo era un lago sin mancha de pecado, era un cuerpo lacustre dulcito, limpio, transparente, blanquito azulado, inocente, lleno de colorida vida marina, de amoroso sol caribeño y de alegre esplendor tropical.
 
Pero con la llegada del siglo XX, el Lago de Maracaibo empezó a ser víctima de la revolución industrial a nivel mundial. Una vertiginosa revolución llena de sobrepoblación urbana, llena de capitalismo salvaje, llena de consumismo materialista, llena de ambición corporativa, llena de perversión ambiental, y llena del lucrativo “oro negro” conocido como petróleo.
 
Los indígenas venezolanos siempre supieron del vasto petróleo existente por debajo de sus pies descalzos, y de hecho, los indígenas podían explotar los yacimientos petroleros sin necesidad de usar maquinaria pesada para su extracción, pues la sabia Pachamama no le escondió ningún secreto técnico a su sabio hijo indígena, no obstante, fue por obediencia a su madre que el indígena venezolano evitó explotar comercialmente, el petróleo que yacía bajos sus pies descalzos.
 
No fue por desconocimiento tecnológico que los pueblos originarios venezolanos, no explotaron mercantilmente todo el petróleo que yacía bajo sus pies descalzos.
 
Recordemos que los indígenas no son Seres Vivos como nosotros, que solo queremos ganar mucho dinero a costa de perjudicar los recursos naturales de la Tierra, por el contrario, los indígenas son clarividentes Seres Humanos que gozan de una gran inteligencia holística, y ellos sabían que la explotación del petróleo en sus tierras, ocasionaría un terrible desequilibrio ecológico que enfermaría el corazón de su Madre.
 
Los indígenas siempre han respetado la santidad de los tesoros naturales de su Tierra, y aunque peyorativamente son llamados “indios” por culpa de la ignorante transculturación que impera en América, la verdad, es que los educados indígenas siempre practicaron la Educación Ambiental en sus territorios, mientras que nosotros los ignorantes ciudadanos de la urbe, ni siquiera sabemos qué mata la rabia del perro.
 
Sabemos que los indígenas pueden vivir en completa paz, aún sabiendo que hay trillones de dólares debajo de sus pies descalzos. Ellos no necesitan ensuciarse los pies para ganar plata extrayendo el petróleo de Leviatán, porque los indígenas solo necesitan recoger un poco de agua viva del río de la vida, para vivir completamente felices por amor a su amada y rica Pachamama.
 
Pero desgraciadamente, nosotros no somos Seres Humanos, solo somos Seres Vivos, y por eso la existencia de abundante petróleo en Venezuela, se convirtió en una lucha corporativa internacional llena de envidias, de traiciones, de maletines negros, de corbatas blancas, de mucha riqueza para algunos, de mucha pobreza para otros, y en un abrir y cerrar de ojos, los Seres Vivos se chuparon hasta la última gota de petróleo, que yacía bajo los pies descalzos de los indígenas.
 
No solo despojamos, robamos y nos apoderamos de los territorios naturales de los indígenas, sino que también manchamos sus pies descalzos con crudo petrolero, y ahora como si fueran animales silvestres, los pueblos originarios del Mundo se encuentran en peligro crítico de extinción, mientras Chevron sigue siendo Chevron, mientras Shell sigue siendo Shell, y mientras PDVSA sigue siendo PDVSA.
 
En pleno siglo XXI, el Lago de Maracaibo es el lago más contaminado del planeta Tierra, porque los Seres Vivos venezolanos usan el lago como basurero a cielo abierto, y los pocos indígenas que siguen con vida bajo el cielo cerrado, hoy están llorando con las amargas lágrimas de Abya Yala.
 
Supuestamente, la evolución llegó a Latinoamérica con los barcos colonizadores de España, que nos metieron a punta de espadas el cristianismo católico, y de manera muy amarga, debemos aceptar que las espadas españolas casi derrotaron a las flechas y a las plumas de nuestros ancestros indígenas, por eso la resistencia de los pueblos originarios sucumbió ante los ataques satánicos.
 
Los colonizadores españoles se robaron todas las piedras preciosas de nuestra geografía caribeña, pero nos dejaron un conocimiento que no tiene precio: el respeto bíblico por Dios Yahvé, siendo el Padre Creador que adoran los cristianos católicos.
 
Pero aunque un recurso natural como el Lago de Maracaibo, fue creado por el respetado Yahvé, y aunque millones de venezolanos dicen ser cristianos católicos, la triste realidad, es que los millones de venezolanos han contaminado profundamente las aguas del Lago de Maracaibo, demostrando un total irrespeto a su Dios Yahvé.
 
La Biblia de los cristianos españoles decía que robar era muy malo, pero los colonizadores cristianos españoles se robaron todos los tesoros naturales de los pueblos originarios, mientras evangelizaban a los indígenas diciéndoles que para Dios robar era muy malo, y por culpa de esa doble moral hispana, es que ahora nosotros matamos a la bestia el sábado y adoramos a Dios el domingo.
 
Tal vez los indígenas eran académicamente analfabetos, pero naturalmente respetaban los recursos naturales de su Madre Tierra, y no necesitaban aprender a leer y a escribir, para practicar voluntariamente la responsabilidad ambiental.
 
Lo más preocupante, es saber que en las escuelas y colegios donde asisten los niños y adolescentes hispanos, no se enfatiza la Educación Ambiental como prioridad de estudio teórico y de aprendizaje práctico, y no se recuerda a diario el gran legado cultural de nuestros pueblos originarios, por eso nuestros jovencitos siguen creciendo pensando que Cristóbal Colón, es el mejor amigo de América, y siguen creciendo pensando que Tarzán, es el superhéroe indígena más chévere y más guay.
 
Es cierto que los indígenas no son santos inmaculados del Vaticano, porque solo Nuestro Señor Jesucristo es digno de alabanza y adoración, pero en términos ecológicos y ambientales, los pueblos indígenas cuidaban perfectamente los recursos naturales de la Pachamama, y debemos aprender de sus espíritus conservacionistas.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría tanta basura tirada en las calles de todas nuestras ciudades americanas, donde las ratas y las cucarachas no reciclan nada de lo que se comen.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existirían los criminales derrames petroleros cometidos por las malditas transnacionales, que destruyen los océanos celestiales del Universo.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría el terrible Efecto Invernadero lleno de dióxido de carbono y metano, que asfixia y bloquea la respiración de las criaturas de Dios.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría tanta gente gorda llena de diabetes y de úlceras gástricas, por comer tanta hamburguesa de McDonald's y por beber tanto refresco de Coca-Cola.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría ni el cáncer ni la quimioterapia, porque los peligrosos laboratorios farmacéuticos han convertido a la enfermedad, en un poderoso negocio químico capitalista.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existirían las redes sociales llenas de egocentrismo virtual, donde la gente miserable deseosa de más popularidad, es capaz de morir en directo por un nuevo pulgar levantado.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existirían los androides telefónicos llenos de tontas aplicaciones, que queman las retinas de los ojos descerebrados.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existirían los multimillonarios contratos firmados por las estrellas del fútbol, que con sus firmas dejan sin pan, sin agua, sin comida, y sin balones de fútbol a los pobres niños hambrientos africanos.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existirían los aviones que siguen incendiando el recuerdo de las torres gemelas, y que siguen cayendo como una gran bolsa bursátil de estiércol.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría una sucia bandera estadounidense enterrada en la sucia superficie de una Luna, que sin saberlo es la sucia esclava política de las barras y las estrellas.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría un programa espacial para colonizar Marte, pero sí existiría un programa terrenal para salvar a la Amazonía.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existiría la agresiva deforestación de los ecosistemas del orbe, donde la madera de un árbol se convierte en la madera del próximo suicidio.
 
Si la Tierra otra vez fuera tierra indígena, no existirían las cosas malas de la vida moderna.
 
Pero por desgracia, cada 40 segundos se suicida una persona en el planeta Tierra, y cada año más de 800.000 personas se suicidan en el mismo planeta Tierra.
 
¿Por qué se suicidan tantos Seres Vivos?
 
Porque la maldita Tierra donde hoy vivimos los Seres Vivos, nunca jamás volverá a ser la bendita tierra indígena de los Seres Humanos.


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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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