(REBELION) (Fecha publicación:24/05/2003)
Información Adicional
Tema: El Ecuador de Lucio Gutiérrez
País/es: Ecuador
Mientras el coronel Lucio Gutiérrez, Presidente del Ecuador, disfrutaba con sus homólogos del Grupo de Río su estancia en la capital del viejo imperio incaico, Cuzco, su base de gobernabilidad se estaba erosionando. 'Lucio Gutiérrez esta fuera de la jugada', comentaba un alto oficial de las Fuerzas Armadas, ante la percepción generalizada en el país de que el Coronel tiene sus días contados en el poder.
Antes de su salida, en una probable premonición de la tormenta que se avecina, el Presidente reunió a seiscientos oficiales y tropas en Quito, para explicar su política o, más bien, los bandazos y fracasos de sus cuatro meses en el gobierno, es decir: las crecientes protestas callejeras de movimientos sociales, como los maestros y los empleados de la salud; con los productores de bananos; con sectores del Movimiento Indígena; por la fracasada y absurda iniciativa de querer mediar en el conflicto colombiano; la servil carta de intención firmada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por su apoyo a la creciente intervención militar estadounidense en Ecuador, a través de la base de Manta y una posible, futura base, en las Islas Galápagos. El ambiente de la reunión fue sumamente frío y Gutiérrez no logró superar el distanciamiento.
La Operación Recambio, de hecho, no es nueva. Desde la misma campaña electoral estaba claro que Lucio Gutiérrez iba a ser el Caballo de Troya de Washington y de la oligarquía ecuatoriana. Cuando visitó el Departamento de Estado en la capital estadounidense, encontró una enorme receptividad entre la burocracia imperial que había entendido muy bien las flaquezas del Coronel y la posibilidad de aprovechar su coyuntura en dos sentidos. De hecho, los burócratas mostraron más confianza en su prospecto presidencial que los círculos financieros de Nueva York que sospechaban de sus discursos inflamatorios de izquierda de la campaña electoral. Pronto, ambas fracciones de la elite estadounidense se unirían, para llevarlo al poder.
La coyuntura que presentaba el Coronel para Washington y el partido oligárquico del Ecuador, el Partido Social Cristiano (PSC), encabezado por el viejo y sangriento cacique León Febres Cordero, era doble: consistía en la posibilidad de desgastar a dos de las principales columnas de resistencia a la política neoliberal: el movimiento indígena y los militares patrióticos del Ejercito Ecuatoriano.
Si se lograra dividir al movimiento indígena entre su brazo político, el partido Pachakutic, y su componente social, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), por una parte; entre los indígenas de la Amazonía, de la Costa y de la Sierra, por otra, y entre los movimientos indígenas católicos y protestantes, la destrucción del movimiento indígena estaba al alcance de la oligarquía. El medio utilizado seria la cooptación mediante puesto lucrativos.
El desgaste de los militares patrióticos a través de un gobierno ineficiente, nepotista y corrupto, de Lucio Gutiérrez, abriría, a su vez, las puertas a la neutralización de la corriente democrática nacionalista en las Fuerzas Armadas y la posibilidad de involucrarlas activamente en la guerra contra las guerrillas colombianas, dentro del Plan Colombia.
El avance hacia ambos objetivos es considerable. Para mayo y junio de este año, las bases indígenas han convocado a congresos nacionales que pueden determinar el retiro de sus ministros, la ruptura con el gobierno de Gutiérrez e, inclusive, un levantamiento indígena para alcanzar un viraje en la política neoliberal del Coronel.
En cuanto a los militares, Gutiérrez se ha rodeado de militares ineficaces y corruptos que no sólo encuentran el rechazo de los mandos medios, sino también, de amplios sectores del generalato. Entre todos, rechazan el servilismo del Coronel ante los designios guerreristas del presidente colombiano Alvaro Uribe y de Washington, de servir como carne de cañón en la guerra de Colombia. Esos oficiales le han hecho saber a Gutiérrez en términos inconfundibles, antes de su salida a Cuzco, que se retracte de su posición sobre el Plan Colombia, o que se vaya. Gutiérrez se retractó.
La operación de recambio de Gutiérrez esta planeada como una operación quirúrgica a nivel político: un recambio institucional, sin mucha violencia. Su remoción se operaria por 'incapacidad' mediante su destitución por el Congreso, encabezado por Febres Cordero. Constitucionalmente asumiría el poder el vicepresidente Alfredo Palacios, que esta cercano al bloque más compacto y poderoso de la política ecuatoriana, el Partido Social Cristiano (PSC). Palacio fue Ministro de Salud del presidente Sixto Durán Ballen, a su vez, del ámbito de la oligarquía empresarial del PSC.
El nuevo vicepresidente seria elegido desde las filas del Congreso y probablemente sería la Diputada Ximena Bórquez, la ex-esposa del Coronel. Ambos fundarían su partido o movimiento propio, el 'Partido Blanco', pero, de hecho, serían testaferros del PSC, bajo la férrea tutela del cacique Febres Cordero.
Las conversaciones entre los diversos sectores descontentos con Gutiérrez se encuentran en una fase avanzada. Se realizan, entre otros lugares, en Quito, Guayaquil y Salinas, y en la medida en que la propia torpeza de Gutiérrez aumenta su aislamiento de los movimientos sociales, de las bases indígenas y de las Fuerzas Armadas, se acerca el momento de su sustitución.
A última hora, Gutiérrez se ha dado cuenta que la pinza se está cerrando, pero no quiso cancelar su viaje al Grupo de Río. Su popularidad ha caído en picada, de un 60 por ciento al 28 por ciento, y es posible que caiga dentro de tres a seis semanas, según la coyuntura que escoja su verdugo Febres Cordero.
Los votos necesarios para destituir a Gutiérrez están al alcance de los arquitectos del cambio. Entre los partidos PRIAN, del magnate Alvaro Noboa; la Izquierda Democrática (ID) de Rodrigo Borja y el PSC de Febres Cordero, se acercan a las dos terceras partes del Congreso que tienen que votar por la remoción de Gutiérrez: de hecho, solo les faltan seis votos. Esos votos pueden obtenerse del partido PRE de Abdalá Bucarám, refugiado en Panamá, quien ha calificado a Gutiérrez como 'perro faldero de la oligarquía' y traidor a las esperanzas del pueblo.
De hecho, la imagen de 'traidor' es quizás la mas dañina que tiene el Coronel entre las Fuerzas Armadas, las clases medias y los sectores políticos. Esa imagen esta bien ganada por las claudicaciones que ha mostrado a lo largo de su carrera política. El primer levantamiento indígena-popular-militar del ano 2000, estaba programado para el lunes 15 de enero, precedido por una proclama televisiva de los mandos medios el domingo 14. El capitán Cesar Díaz iba a leer esta proclama de desconocimiento al gobierno neoliberal de Yamil Mahuad.
El sábado 13 de enero, en una reunión en la casa de Gilmar Gutiérrez, hermano del Presidente y actual diputado nacional, Lucio Gutiérrez desconoció el levantamiento, argumentando que la parte indígena no había creado las condiciones necesarias para la insurrección, dejando la responsabilidad de los acontecimientos en el capitán Díaz, quien decidió seguir con el plan.
Sin embargo, en la noche del 20 de enero, Cesar Díaz cometió el error de comunicarle a Gutiérrez, que al día siguiente, los mandos medios se unirían al movimiento insurreccional popular y que le daba 'otra oportunidad' al coronel a participar. De este contexto nació la participación de Lucio Gutiérrez en el 21 de enero.
Fracasada la consolidación del exitoso copamiento del Congreso ----a raíz de lo que el entonces Jefe de Operaciones del Ejército, el Coronel Jorge Brito, llamó en la televisión ecuatoriana 'una traición del Coronel Lucio Gutiérrez' en contubernio con los generales Sandoval y Mendoza--- los movimientos sociales y militares patrióticos planearon un nuevo levantamiento contra el gobierno de Gustavo Noboa, quien seguía la política neoliberal de Yamil Mahuad.
La fecha acordada fue el Primero de Mayo del 2000. Los 130 mil manifestantes del Primero de Mayo, reunidos en el centro de Quito, iban a tomar el Palacio de gobierno de Carondelet, mientras que unidades militares del Fuerte Atahualpa asegurarían el control de ese cuartel y conseguirían la adhesión de las demás unidades militares del país. Gutiérrez, en la cárcel, pero con contacto hacia el exterior por teléfonos celulares, fue el elemento que debía comunicar al Fuerte Atahualpa el inicio de la operación militar.
Cuando una pareja, que era el enlace con los movimientos sociales, logró entrar en la cárcel para informarle a Gutiérrez que todo estaba preparado y que diera la orden para iniciar la operación, el coronel 'perdió' oportunamente la comunicación y el nuevo levantamiento se frustró.
La información aquí revelada por primera vez nunca se ha hecho accesible al pueblo ecuatoriano, haciéndole creer que Lucio Gutiérrez fue el gran héroe del levantamiento indígena- popular-militar del 21 de enero y que iba a ser un presidente patriótico y popular para el país. Todos aquellos lideres que sabían quien era y, pese a saberlo, hicieron alianza electoral con él, cargan con una enorme responsabilidad histórica, por ese silencio cómplice de la mentira.
Hoy se presenta la oportunidad histórica para estos líderes de reivindicarse ante el país y el pueblo ecuatoriano. El escenario del cambio por un golpe 'constitucional' de los socialcristianos puede complicarse y volverse violento. A la oligarquía de la costa le interesa la privatización del petróleo y de la electricidad y Lucio Gutiérrez podría tratar de salvar su malograda Presidencia ofreciéndole a la oligarquía ambos botines, a cambio de su permanencia en el poder.
Tal operación, que sería una nueva traición a la gente que creyó en el, llevaría inmediatamente al enfrentamiento callejero con los movimientos sociales e indígenas, que podría ser aprovechado por el régimen para llevar a cabo una sangrienta represión.
La promoción de los oficiales mas reaccionarios de la policía en todo el país; el nombramiento de un general torturador y asesino como Comandante de la Policía Nacional, el General Vaca, por Lucio Gutiérrez; las amenazas de muerte a militares patrióticos como el Coronel Jorge Brito o luchadores por los derechos humanos, como Alexis Ponce, desde la Inteligencia Militar, disfrazada de escuadrón de la muerte llamado 'Legión Blanca'; la modernización de la Inteligencia Militar, ubicada en el Instituto de Geografía Militar (IGM), con la ayuda de la Central de Inteligencia (CIA) estadounidense; los atentados con bombas de la Inteligencia Militar en Guayaquil y Quito, todos esos indicadores apuntan hacia una posible salida represiva a la operación de sustitución de Gutiérrez.
Ante tal panorama es necesario formar un amplio bloque democrático nacional en el país, que impida el éxito de la nueva conspiración de la oligarquía. Este bloque democrático necesita una identidad propia que lo distinga de la podrida política nacional, en cuyos liderazgos impera el más descarado clientelismo y una ausencia total de la ética y de los principios.
Esa identidad propia sólo puede nacer de una propuesta nacional-regional de desarrollismo democrático, es decir, la integración inmediata del Ecuador en el Bloque Regional de Poder (BRP) del Mercosur, y la renegociación de la deuda externa, fuga de capitales, etc., con los centros de poder mundial en Europa y Estados Unidos.
Sólo un programa de esta naturaleza puede romper el ciclo de triunfo callejero y derrota superestructural de los movimientos sociales. Queda poco tiempo para construir esa alternativa para el Ecuador.
http://www.argenpress.info/nota.asp?num=003193
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