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Santiago Alberione (1884/1971) el beato de la cuestión social y los mass media

En abril se celebraron los 140 años del natalicio de Don Santiago Alberione (Alba, Italia, 1884/Roma, 1970). El beato de la cuestión social de la Iglesia y de los medios de comunicación como instrumentos de la evangelización y la promoción humana mediante la educación y el trabajo, se podría decir también que ofreció una iniciativa organizacional en el campo de "La buena prensa", así llamada; por lo que se le conoce como "el profeta" de la sociedad de masas y los mass media en el siglo XX, según se puede leer en una obrita biográfica a la que se tuvo accedo, hace ya unos cuarenta años, escrita por el sacerdote chileno Benito D. Spoletini: "Santiago Alberione. En las huellas de san Pablo" que leyéramos en la década de 1980 y que nos fuera obsequiada por un joven sacerdote venezolano entonces encargado de la pastoral vocacional y que hoy, cuarenta años después ya será obispo o, perdón, si no recuerdo mal se secularizó (normal, como dice uno de mis alumnos universitarios experto en teología y eclesiología, ya que la vida siempre ofrece más que una sola opción); la otra la biografía es de mayor calado, escrita por el sacerdote italiano Luigi Rolfo: "Alberione. Apóstol de la comunicación social".

Por cierto, la traducción de esta obra fue hecha por el sacerdote español Teófilo Pérez, de quien en lo personal recibimos unas clases que a la postre han resultado inolvidables, dado que nos ensenó el valor del diccionario y al respecto nos sugirió no tener miedo al "Mata burros" de la Real Academia Española de la Lengua e igualmente nos refirió la existencia de un "Diccionario Ideológico", el de la investigadora María Moliner, que dizque escribió a mano y luego transcribiera a mano, que es otro monumento a la lengua castellana, así como Diccionario Panhispánico de Dudas, además de invitar a todos los condiscípulos a ampliar el léxico hasta conocer al menos el 80 por ciento de las palabras, como él lo había hecho, sugería leer autores clásicos y contemporáneos.

Con perdón del lugar común, fue un privilegio participar de ese curso o seminario de lengua española con el padre Teófilo Pérez, actividad académica que, por cierto, se viera interrumpida por una epidemia de sarampión que invadió a muchos de los participantes, venidos de pueblos interioranos de Venezuela o caseríos de tradiciones ágrafas y literatura oral, como el suscrito; ya un adulto, pero sin haber concluido ni los estudios de bachillerato; tal vez por eso estas lecciones fueron tan significativas. Entonces sus lecciones se fijaron de manera imperecedera, por lo que esta referencia viene a ser un humilde homenaje a su magisterio caraqueño, dado que nos hemos enterado que ha partido a la casa del padre y al respecto hay un video en YouTube donde se le ve ya anciano disertando sobre la espiritualidad de don Santiago Alberione. Gracias padre Teófilo…

Para continuar con el asunto central de esta nota, se diría sin faltar a la verdad, que el Beato Santiago Alberione nos parece más bien poco conocido en Venezuela, sobre todo en el plano popular/devocional, tal vez porque su obra misionera en la prensa escrita y editorial se refiera a los púlpitos de los medios de masas y no a las parroquias eclesiásticas tradicionales en el tiempo contemporáneo y actual; aunque no es menos cierto que Alberione, desde los inicios del siglo XX, se proyectó en el futuro por su obra religiosa y cultural, conceptuado como "reformador social" en la sociedad civil y en lo eclesiológico, en un intento por superar la dicotomía tradición/modernidad, desplegando aún desde lo pequeño, la capilla y el taller una actividad ingente, por lo que como muchos personajes históricos se tornan referentes en la modernidad contemporánea: la de la sociedad de masas y la secularización en que la razón instrumental reduce al ser humano a la mera acción "inmanentista" por la condición antropológica pragmática de lo que Herbert Marcuse denominó en libro muy leído en ambientes universitarios de las décadas de 1970 y 80 "El hombre unidimensional". Es decir, un ente antropológico encerrado en sí mismo, sin abrirse a la trascendencia, tanto en lo físico como en lo espiritual.

Finalmente, hemos y tal vez como parte de los 140 años del "Primer Maestro", como suele llamársele a lo interno de la "Familia Paulina", hemos visto por redes sociales que el Cardenal Baltazar Porras, junto a un grupo de venezolanos tuvieron el privilegio, verdaderamente, de visitar la Casa Central de la Congregación Paulina (Pía Sociedad de San Pablo, SSP) y por esa maravilla de las tecnologías de la comunicación social pudimos ver el cuarto y la cama del fundador, entre otras cosas como el templo Reina de los Apóstoles, en Roma, que resultó particularmente emocionante, también un programa especial de "Biografías" en Globovisiôn, allí entrevistaron a varios misioneros jóvenes y también al distinguido Hno. Gabriel, faltó, creemos incluir en ese reportaje al venerable Hermano Bernardo quien una vez nos llevara junto con los "Aspirantes" formales a la playa de Camurichico en La Guaira y a quien fuera el Formador de la casa del Paraíso: padre Piercarlo Foconetti, cuyas meditaciones mañaneras eran para coger palco, hacían dudar a uno si sería mejor Tomas A. Kempis y su "Imitación de Cristo" y no querer leer tanto a Gustavo Gutiérrez y su "Teología de la Liberación", pero como fuere, tiempo de intensa alimentación espiritual, así como material por los desayunos, almuerzos y cenas tan abundantes que él ordenaba, donde no faltaba nada, ni qué decir de los recreos y descansos donde se podía leer El Nacional, sobre todo las páginas de opinión y las columnas de reconocidos autores como Manuel Caballero, Rubén Monasterios, Juan Nuño, José Luis Bethencourt, Tulio Monsalve entre otros de grata recordación … En fin, con perdón, creemos que Venezuela muchas personas tenemos mucho que agradecer a los "Padres paulinos", por ejemplo, haber puesto en contacto con los libros a alguien en cuya casa no había muchos, aunque sí algunos adquiridos precisamente en la librería paulina de Barquisimeto, por ejemplo: "Ilustrísimos señores" de Albino Luciano.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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